«En un Saco de Papas»

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Sandra

Ya han pasado tres horas y aún no tengo noticias sobre mi familia, ni sobre Santiago. Esto me preocupa y no puedo hacer nada más que pensar en lo que puede estar ocurriendo fuera del hospital donde estoy. Aún tengo el collarín puesto, pero ahora me siento más fuerte, creo que dormir me ayudó.

Quiero salir inmediatamente de aquí. En las películas de acción hacen ver muy fácil escapar de un hospital. Aunque tengo algo en mente...

— ¡Enfermera! —grité para llamar a la doctora

¿Si? —la señora de limpieza apareció, no era parte del plan, pero puede funcionar ¿Qué necesita señorita Sandra?

— Acabo de sentirme mareada mentí necesito ir afuera ¿puedo?

La vieja señora no tuvo más remedio que dejarme ir, pero solo por unos minutos, pues no debía salir por mucho tiempo, para estar segura de los sicarios de esa organización maligna... Esto suena más a una serie de superhéroes que a mi vida. 

Creo que debería titularse: Sandra y su collarín contra los pedófilos en Caracas.

Creo que debería titularse: Sandra y su collarín contra los pedófilos en Caracas

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La señora de limpieza me dejo caminar sin su compañía. ¿Quién diría que me ayudaría a escapar? Ahora estoy a escasos metros de la salida, sólo necesito un empujoncito y podré ser libre.

No veo policías en la zona, es mi momento para escapar.

Mi corazón suena con mucha rapidez, mi piel se eriza y mi boca empieza a babear. Son síntomas claros de que voy a hacer algo grande...

— ¡Ya, soy libre! —exclamé al salir del hospital

Me siento excitada, no en el sentido feo... Pero sí en el sentido de emoción, Todo sería mejor sí no cargase este yeso en el cuello.

— Ah... necesito sacar esto de mi garganta—me alejé de la entrada masajeando el collarín por fuera

— ¿Quieres que te ayude? —un hombre se acercó a mí en su camioneta negra

— No gracias... Creo que con esto mi cuello se mejorará

— De todas maneras déjame ayudarte

«¿Espera qué?»

El hombre se bajó del auto y me tomó de la mano

— ¡S-suéltame!—grité mientras él, me llevaba a la parte trasera del auto

Me resistí durante unos minutos, aunque fue inevitable. Terminé en la cajuela, vendada y en un estuche. Intenté hacer algún movimiento para huir de allí, estaba solo a unos metros del hospital, pero aun así fue inútil, el auto arrancó y todo su puso en blanco...

Solo tengo una pregunta, ¿Dónde carajos están los policías que se supone me cuidaría de esto?

Santiago

Mexizolanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora