Sandra Villarreal
Igual que mis esperanzas de felicidad, Lucas estaba muerto...
Habían pasado unas horas, pero no queríamos irnos. Santiago decidió hacer guardia junto a su hermano. Los aparatos rodeaban su cuerpo, supongo que estaba sensible, porque verlo así me hizo romper en llanto. Lucas era mi hermanito, o al menos en eso se había convertido, no era fácil verlo así.
— La hora de visitas ha terminado... —una doctora se nos acercó— ...tienen que retirarse.
— Yo me quedaré —Santiago se plantó frente a ella. La mujer aceptó la propuesta, pero de todas formas nos corrió del lugar.
Los pasillos fríos hacían del lugar aún más tétrico. Estaba a un lado de los padres de Lucas y Santiago, eran mi familia, pero aún así me hacían sentir distante.
Salimos del lugar y ya nos estaba esperando Stephanie en un taxi. No había querido entrar, con solo la idea de un fallecido Lucas, ya la había puesto sensible. Entramos en el taxi y no se escuchó nada hasta que llegamos a casa.
— Gracias por todo, Stephanie —me despedí dándole un beso en la mejilla
— Si necesitas hablar, mándame un Whatsapp.
— Lo tendré en mente, aunque ahora lo que menos quiero es hablar.
Stephanie no respondió, se despidió de los padres de Lucas y entró nuevamente al taxi. Verla partir me recordó a esa noche donde vi por ultima vez a Lucas con vida y a Antonella...
Realmente eso era lo que más me preocupaba. ¿Dónde está Antonella? No paraba de pensar en ella, al menos teníamos la confianza de saber dónde se encontraba el hermano de Santiago, pero saber por qué se habían llevado a Antonella García, no era algo fácil de descifrar. Me sentía impotente, todos se sentían impotentes.
Lucas estaba con nosotros, al menos podíamos enterrar su cuerpo, pero a Antonella no, y eso no paraba de rondar por mi mente. Estuve la mayor parte de la noche pensando en los posible escenarios de lo que pasó esa noche. Lucas y Antonella no llegaron a dormir. Tal vez fueron a un hotel, o a casa de Antonella, cosa que no creo. Lo único seguro es que mis amigos se fueron y tal vez no los vuelva a encontrar jamás.
Mi mente no dejaba de dar vueltas, apagué mi celular, para evitar toda clase de interrupción y cerré mis ojos. Quería dejar de pensar en mi vida, a veces desearía cambiar de cuerpo y no ser siempre Sandra Villarreal, para variar un poco las desilusiones con las que tengo que lidiar.
Mientras más tiempo pasaba, más profundos se hacían los sonidos de mi habitación, la oscuridad había pasado de ser un color, a convertirse en un estado, un lugar. Todo estaba oscuro, no podía ver nada de luz, intenté aclarar mi vista y sentí como si algo se encendiese a mis espaldas.
Giré mi cuerpo y me di cuenta que estaba en una especie de callejón, todo estaba oscuro, la luz provenía de la luna que estaba en lo más alto del cielo. Empecé a caminar, sabía que soñaba, no sucedía mucho, pero ahí estaba yo. Mis pasos eran pesados y no había ningún sonido, las paredes estaban sin texturas, era como estar una caricatura china.
«Si estoy soñando, tal vez podría...»
Salté lo más alto que pude, pero volví a bajar al suelo. Realmente pensé que podría volar dentro de mis sueños, pero supongo que ni ahí la vida está a mi favor.
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Mexizolanas ©
Novela JuvenilSinopsis: Una noche, Sandra Villarreal escapa a una fiesta en su natal Caracas. Allí es víctima de un intento de violación por parte de su novio. Logra escapar con algunos rasguños gracias a un policía experimentado y sale de allí, sin saber que se...