«El Tiempo se Agota»

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Alejandro Villegas

Todo ha estado en un completo desorden desde que llegó la noticia de Lucía. Mi mente no paraba de dar vueltas. Hace más de un mes desapareció para nosotros, pero localizan parte de su ropa en un terreno que al parecer estuvo habitando. Llegamos al lugar, pero ese día no hubo rastro de ella.

Era completamente inequívoco pensar que ya estaba fuera del país. Contactamos a la Interpol, necesitábamos localizarla y si para eso teníamos que convertirla en un fugitiva, lo haríamos con el fin de exponer a Omar. Mariana había vuelto a ser la misma, o al menos eso creo. Estuvo dándonos pistas sobre dónde podía estar Lucía. Sabíamos que Omar tenía muchos lugares donde escapar. Incluso fuera de este continente. 

Estábamos atrasados con todo. Todo se estaba yendo a la mierda. Pero llega esta noticia y cambia todo, para peor. Ya no era una búsqueda por Venezuela, era por todo el mundo.

— Siento que estás frustrado —Mariana se recostó de la pared. Desde que la rescatamos ha mejorado su estado.— Y sé que Lucía posiblemente tiene la culpa

Mariana no mentía.  Lucía y su constante recuerdo me hace sentir impotente. No sabemos dónde está, ni ella, ni Kevin y mucho menos Omar. Mariana intenta decirnos cosas, pero se nos hacen muy confusas. La mayor parte de sus aportes son sobre una vez que escuchó a Omar hablar de eso.

No puedo negar que trae ayuda, ella misma fue la que encontró el terreno dónde estaba Lucía. Aún hay investigaciones y solo nos queda rezar porque ella aparezca.

— ¿Por qué eres tan malditamente buena al descifrar mi vida?

— Es fácil de percibir...

Mariana seguía recostada de la pared. En todo este tiempo no ha salido de aquí, tiene miedo de que su familia se entere por lo que pasó. Dejar de ser abogada y convertirse en bailarina exótica no es algo fácil de asumir. Me he apegado mucho con ella, es la única que realmente parece estar siendo real, los demás están perdidos, dicen que todo está bien, pero yo sé que el tiempo se agota.

— No eres el único que está frustrado —Mariana se acercó a mi, dejando su chaqueta tirada en una silla—, deja que eso te sirva de consuelo.

— ¿Eso qué significa?

— Que yo también quiero encontrar a Lucía. Quiero que Kevin vuelva y que Omar pague por lo que me hizo. 

— Eso va a suceder. Pronto tendrás tu vida otra vez.

— Ya no quiero mi vida —Mariana mordió su dedo indice—, Quiero que pague por lo que me hizo sufrir. Deseo verlo morir, y que todo su clan termine bajo las rejas, no me importa si Lucía también lo hace.

Sabía que estaba en lo correcto. Sentí pena por Lucía en algún momento, pero ahora ni siquiera siento odio. Sólo sé que debe estar en algún lugar feliz, feliz de habernos visto la cara de idiotas a todos. Feliz de haber condenado a su hermana a la muerte, feliz de habernos abandonado.

— Algo está pasando allá.

Señalé por la ventana de afuera, y observé que unos oficiales del CICPC llegaban al lugar. No me habían informado nada, como detective principal debí ser el primero en saber si algo ocurría.

— Hay que ir a ver —Mariana se acercó a la ventana para ver lo mismo que yo—, seguramente esto podría ayudarnos —se separó de ella y mordió su dedo nuevamente—. Podremos hacer justicia...

Ambos nos acercamos al lugar. Traían la cara cubierta, únicamente sus ojos sobresalían. 

— ¿Qué está pasando? —dije al verlos llegar con otra joven. Tal vez de unos quince años.

Mexizolanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora