«NANA»

77 30 27
                                    

Antonella

Todo la tarde anterior hablé con Sandra. En un principio quería sacarle información de Lucas, pero no pude mencionarle nada, ella hablaba, hablaba y no yo pude hablar. Lo que Sandra tenía que decir no era remotamente aburrido, era, en cierto punto, algo de mi interés. Recuerdo que quería comentarme sobre sus sentimientos hacia un chico, un chico que por mis suposiciones era Santiago.

Le aconsejé que dejara las cosas fluir, pero eso no fue todo. Lo que siguió en la conversación fue de un tema más sombrío, y fue mi culpa el haber llegado a tocarlo.

— Sandra, ¿Tienes familia aquí en México?

— No. Creo que ya no tengo familia en ningún lado, bueno, a excepción de Lucas, Santiago y de la gente de esta casa.

— Sé lo de tu madre, y déjame decirte que lo siento tanto. Aunque tú y yo también somos familia. ¿Cierto, cuñada?

La venezolana rio, pero todavía quedaban rastros de tristeza en ella.

— ¿Y tú? ¿Tienes familia?

Se inclinó y recostó sus piernas en la cama.

— Creo que sí.

— ¿Crees? —Dijo frunciendo el ceño—, ¿Cómo que "crees"?

— Mi madre trabaja fuera de la ciudad, mi padre nos abandonó... Prefería ser como tú, tener familia que te hace sentir feliz.

— No te creas, hay veces en las que desearía eliminar a Lucas y a Santiago. ¿No tienes más familia?

— Sí. Tengo a mi abuela, aunque estos días he tenido problemas con ella. La verdad no quiero hablar de eso...

La verdad si quiero hablar de eso, pero no con ella.

Todo empezó cuando me hice novia del mocoso de Lucas. La señora —mi abuela—, no entiende de amor. Creí que me entendía, que era mi amiga, pero al parecer no lo hizo.

— Sandra, ¿Eras feliz en Venezuela? —solté sin pensar

— Creo que sí. No sé, aunque ahora soy más feliz ¿Puedes creerlo?

— Eres suertuda, yo aún tengo que estar dando explicaciones de lo que hago... Hoy justamente me molesté por eso con mi abuela.

— Una pregunta, ¿Cuántos años tienes?

— Pronto 17 diecisiete ¿Por qué preguntas?

Sandra empezó a pensar, no sé en qué, ni por qué lo hace.

— ¡Ven a vivir aquí!

— ¿Q—qué? No puedo hacer eso...

— ¿Why not? Dices que te sientes mal en tu casa, ven a vivir con nosotros.

Las palabras de la extranjera eran en cierto modo verdaderas. Se puede ver que intenta ser mi amiga, pero no sé. No quiero hacer un cambio tan repentino, ni siquiera hay razones válid...

— A parte —continuó—, ¡Podrás dormir con Lucas!

— Trato hecho.

Sandra se levantó, yo hice lo mismo y nos dimos la mano como si hubiésemos terminado de firmar un contrato millonario. Yo estaba contenta y ella estaba excitada, no de esa forma, pero de todas maneras estábamos alegres.

— Iré a buscar mis cosas... ¡Esto será tan emocionante!

Me alejé de Sandra y salí de la habitación. Recorrí el pasillo, observando todas las habitaciones abiertas y bajé hasta el salón.

Mexizolanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora