«Cacao en Polvo»

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Antonella

Tal vez mi último acercamiento a Lucas haya fallado. Y Tal vez él esté molesto conmigo, lo entiendo, pero aún tengo una oportunidad para que vuelva a estar enamorado de mí —Si es que lo estuvo antes—. Ya es Fin de semana, hace dos días sucedió el incidente del examen y no tengo tiempo que perder, si quiero que Lucas y yo estemos juntos de nuevo tengo que hacer un gran plan para lograrlo.

— ¡Abuela! —grité para ver si estaba cerca—. ¡Te necesito!

— ¡¿Qué quieres, niña?! Amelia va a confesar todo...

— ¿Quién chingados es Amelia?

— La de la novela —se acercó a mi cama— ¿Qué quieres ahora?

— En la escuela nos pidieron unas velas, hilo rojo y pintura blanca —mentí— ¿Puedes conseguirlo todo para hoy?

— Niña...

— ¿Sí?

— Sé que vas a hacerle brujería a Lucas. Revisé tu historial y solo encontré amarres para enamorar a un joven.

— No es por l-lo que tú piensas. Esos amarres eran para... ¡Dulces!

Su mirada se dirigió hasta mi computadora, donde mi fondo de escritorio con una imagen de Lucas develó mi enamoramiento hacia él

— También fui joven... —Añadió—: Hay mejores planes para ganar el corazón de un chico.

— ¿Cómo cuáles?

— Dulces, por ejemplo.

Y ahí se prendió mi foco de ideas: Dulces, ¿Cómo no lo pensé antes? al corazón de un hombre se llega por el estómago, o algo así decía un dicho. A Lucas le encantara un pastel de Chocolate. Suena tan «Europeo». Luego estaremos estaremos juntos y tendremos muchos bebés adictos al chocolate y a los pasteles, yo seré una repostera famosa y él será mi esposo. Nos convertiremos en ancianos y moriremos por una sobredosis de azúcar, será tan hermoso...

Bueno, creo que me estoy ilusionando mucho...

Por ahora solo estará en mi mente el plan del pastel.

— Ya puedes irte a ver tu novela

Cuando mi abuela se retiró de la habitación decidí hacer unas llamadas de suma importancia para esta operación, es decir, contarle a Stephanie todo lo que voy a hacer, y todo lo que necesito para llevarlo a cabo.

— ¿Bueno? Stephanie, necesito hablar contigo ¡Contéstame, wey!

— Antonella... —un bostezo acompañó el saludo de mi amiga—  son las nueve de la mañana ¿Qué quieres?

— Mira. Estoy muy atrasada con los preparativos, necesito huevos, harina, leche, azúcar, polvo de hornear y todo lo necesario para hacer un pastel de chocolate ¿Entiendes?

— ¿Qué? ¿Ahora eres una pinche repostera?

— ¡No, estúpida! Voy a hacerle una sorpresa a Lucas, para disculparme con él por lo que pasó el otro día.

— Ya te agarré la onda. Voy a tu casa en media hora con todas esas cosas.

— Gracias, Stephanie. No sé qué hacer sin ti —dije, y luego añadí—: y si no encuentras nada de eso...

— ¿Qué pasa?

Giré para ver si mi abuela no estaba vigilando.

— Nunca es tarde para hacer un amarre...

— ¡Escuché eso!

— Mierda... —bufé

Mi abuela tiene oídos radioactivos, voy a venderla y me compraré una Nutella. 

Mexizolanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora