«Por favor, dime que es una pesadilla»

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2 semanas después

Alejandro

Hace tres días Kevin escapó.

— ¿Qué quieres de mí?, ya ella te dijo lo que hice —Lucía señalo a una Mariana más sobria, que la de la última vez— ¿por qué no me dejas ir?

Mariana dijo lo que le sucedió y sinceramente, creo que perdí la fé en Lucía. 

— Quiero que me digas por qué lo hiciste —Respondí—, ¿¡Por qué arruinaste la vida de muchas mujeres!?

— No voy a responderte...

— A ver, —Mariana nos interrumpió—, ¿Lucía, verdad? Me vale un soberano comino lo que hagas, quiero saber ¿Por qué me lo hiciste a mi?

— No me enorgullece lo que hice, pero tampoco voy a hablar. Pa' esa mierda ya no tengo tiempo

Lucía volteó su rostro y nuevamente no quiso decir ni una palabra.

Nuevamente, la historia se repite. Desde que llegó Mariana, sus interacciones con nosotros no han sido claras. Mariana dice que tenemos que llevarla a la cárcel, pero todavía está recuperándose y no podemos hacerle eso, aunque se lo merezca.

— Lucía... ¿Por qué lo hiciste? Sólo es una pregunta.

— ¿Por qué lo hice?, la verdadera pregunta es: ¿Por qué te preocupas por mí, Alejandro?

— A vaina... —Mariana cerró sus ojos y luego gritó—: ¡Esto se trata de ti! ¡Tienes que hablar!

— ¿Y qué pasa si no quiero hacerlo? Nada, ¿Verdad?

— Das asco...

— Al menos yo no bailé en un tubo para comer, cosa que tú...

Antes de poder reaccionar, Mariana golpeó a Lucía. Se veía venir, Lucía está mal, pero creo que es demasiada violencia. Aunque es, en un bajo porcentaje, justo.

— ¡Mariana! Dejala ya... No lo merece.

Tomé a la chica del brazo y la saqué de la habitación, en donde interrogabamos a Lucía desde hace cuatro horas. Al salir, notamos que ya había oscurecido. Mariana quiere, no, desea salir de aquí, pero por su seguridad no podemos permitirlo. Yo, ni siquiera sé qué hacer. A los once días de la llegada de Mariana, Kevin escapó.

Ese día estábamos en el comedor, Ella y yo, jugábamos una partida de Poker y volvió a suceder un apagón. No pensábamos que, al parecer, Kevin huíria del lugar, es decir, ni siquiera había despertado ¿Cómo íbamos a suponerlo? En fin, ocurrió. El apagón duró tres minutos, tiempo suficiente para que él se levantara, y se fuera del lugar, ¿En qué? no lo sabemos. ¿Con quién? Tampoco lo sabemos. Creo que para este punto no sabemos nada. 

Cuando regresó la luz, tardamos diez minutos para darnos cuenta de lo que pasó. Revisamos el área; baños, la cocina, las alcobas, no encontramos nada. Mariana me acompañó a todas partes.

Cuando llegamos a la habitación de Lucía, ella dormía de frente al aire acondicionado... Cosa rara, ya que el aire acondicionado solo puede encenderse desde el centro de energía, ubicado cerca de los baños.

Mexizolanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora