Capítulo 34 "Problemas"

2.3K 163 5
                                    

Uno del club de los novatos se ofreció a llevar a las chicas de vuelta al orfanato y Kas a llevarme a casa.

Me sorprendió que Hurley no se hubiera acercado a ofrecer lo mismo. En esta ocasión sólo se había quedado en la barra tomando su cerveza mientras me despedía de todos.

—Tengo la Jeep, puedo irme sola— le dije a Kas sin dejar de ver a Hurley.

—Pediré un taxi de tu casa a la mía. Quiero acompañarte— lo escuché. —Ey, ¿qué pasa?.

Siguió la linea de mi mirada y se dio cuenta de que estaba observando a Hurley.

—¿Qué le ocurrió? Esta muy serio y no se me ha acercado en toda la noche.

—Bebió mucho hoy. Seguramente es eso.

—¿Un River afectado por algo menos que veinte tragos? No lo creo— me cruce de brazos.

—¿Te dije que te vez especialmente adorable cuando no confías en mi?— me tomó del brazo y me guió hacia la salida. —Vamonos, bombón. Mañana seguirá tan pesado con siempre.

Al final dejé que Kas subiera al lugar del piloto y me llevara a casa con la condición de que condujera tranquilo y despacio.

—Yo no conozco eso— me dijo riendo sin despegar los ojos de la carretera. —Creía que era lo que te gustaba de mí.

—¿Tus incesantes deseos de arriesgar la vida en la autopista?.

—Si así quieres llamarlo— sonrió. —Si no es eso, ¿qué es, bombón?.

No me habían detenido a pensar qué era lo que me atraía de Kas.
Era muy atractivo, pero estaba segura de que eso no era, por más que me encantara su físico, tenían que existir más razones para que quisiera arriesgar mi integridad física con él en un vehículo o en tierra firme.

Quizá fuera eso.
La manera en que lograba que cosas arriesgadas se convirtieran en inofensivas. La frescura de todos los momentos que pasaba con él y la facilidad con la que me desenvolvia si él estaba a mi lado.
Yo sabía que él no quería que me uniera al club ni a sus actividades con los River's, pero no se daba cuenta de que si querían hacerlo, era porque a su lado no sentía peligro alguno.

—La Yamaha— mentí al final para no tener que explicarle nada.

—¿Mi moto?— soltó una carcajada. —No te creo, bombón. Te conozco, dime qué hizo que caperucita se fijara en el lobo.

—Mejor dime que hizo que el lobo se fijara en caperucita— puse un codo en el cristal y lo miré fijamente.

Me dedicó una de las risas que más me gustaban y después se fue poniendo serio.
Después de unos segundos había borrado por completo su expresión divertida y pareció pensarlo mucho rato.

—Ey— dije suave para llamar su atención.

Salió de su estado de shock y me miró un segundo.

—Son las minifaldas— soltó de igual manera que yo. —O quizá sólo eres un nuevo capricho que tengo con una chica, no lo puedo saber hasta acostarme contigo.

Le lancé una bola de papel del fondo de mi guantera y ambos nos reímos.

Cuando las risas pasaron, la idea de que eso fuera cierto comenzó a asustarme.

.-.-.-.-.-.-.-.

Kas metió la Jeep a la cochera y me abrió la puerta para después sacarme cargando de la camioneta.

—¿Qué te...?

—Sabes que estaba bromeando, ¿no?— me dijo cuando me puso en el suelo, pero no me soltó.

—¿Qué?.

—Vi tu cara después de lo que dije, Hope— me acomodó un mechón de cabello. —No me dirijiste la palabra en lo que restó del camino.

Con un demonio. Lo había notado.

—Sólo pensaba en...

—En que fuera verdad— me besó en la frente. —Estaba jugando contigo, bombón. Igual que tu conmigo.

—Ey, yo sí amo tu moto— lo empujé divertida.

—Pero me amas más a mi. Estoy seguro.

—Quizá seas un capricho nuevo que tengo con un chico. No lo puedo saber hasta acostarme contigo— use sus propias palabras.

—Oh, subamos y lo sabremos en unas horas...

—Idiota— me solté de su agarre. —Vamos, sal de mi cochera antes de que el oficial Julian te envíe a la cárcel por besar a su hija.

—Una cosa más— levantó el indise.

—¿Qué?— puse las manos en la cintura.

—Esto— me robó un beso rapidamente. —Hasta mañana, bombón.

—¡Largo!— lo empujé fuera de la cochera mientras me reía y cerré la puerta.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

—¿Qué tal la escuela, muchachos?— nos preguntó nuestro padre mientras cenabamos.

—Todo normal— dijo Dean.

—¿Normal?.

Oh, no. Aquí vamos.

—Si, normal. Nada nuevo que...

—No sé tu, Dean, pero a mi no me parece para nada normal que mis hijos me oculten cosas.

Dejé el tenedor con un trozo de carne a medio comer a un lado y lo miré a los ojos.

—Hope— dijo expectante.

—¿Estas hablando de mi?— pregunté.

Sorprendentemente en este momento no hablé con miedo, estaba enfadada de verdad de que sacara este tema en una cena familiar frente a mis hermanos.

—Oh, no eres la única que me oculta cosas— dijo riéndose amargamente. —Sky, ¿estas segura de que haces servicio social en un hospital? Porque me llamaron de la escuela para decirme que no has cumplido con las horas que habías programado. Me sorprendió que me negaran que mi hija quien, desde hace un mes, ha salido todas las noches y regresado por la mañana, no ha hecho ni una hora de trabajo en el hospital.

Me quedé con la boca abierta.
Sky, la hermana ejemplar, la que me regañaría si supiera que salgo con los River's, la perfecta, estaba mintiendole a nuestro padre para salir por las noches.

—Y Hope, mi pequeña, se escapa de sus actividades en la escuela para hacer no sé que cosas sin avisarme...

—Papá, estas alzando la voz...

—¡Por supuesto que estoy alzando la voz, Esperanza Julian! Quiero que en este mismo momento me expliquen qué hacen a mis espaldas.

Jamás lo había visto tan molesto, quizá era debido a que no solo una de sus hijas se estaban comportando de manera imprudente, si no que las dos.

—Padre, no creo que tenga nada de malo que Hope pase algo de tiempo fuera de la escuela. Le hace bien...

—No me molesta el tiempo, me molesta que me lo oculten.

Mi padre hablaba como si le hubieran dicho que sus hijas vendían droga y la esparcían por su ciudad.
Dean trataba de defenderme y Sky se había vuelto el doble de blanca que el mantel de la mesa.

Estábamos en problemas.

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora