Capítulo 28 "Rendido"

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Cuando llegué al bar, las motos de los chicos estaban estacionadas perfectamente derechas y una tras otra guardando precavida distancia entre ella. Dejaron el lugar exacto para mi camioneta en el mismo sitio donde yo siempre siempre suelo dejarla.

Esto esta muy extraño. Generalmente ellos no respetan las lineas del aparcamiento. Algo que por supuesto yo siempre les pido que hagan.

Me acerqué y me sorprendió el hecho de que la puerta estuviera abierta, algo que jamás había pasado tampoco.
Cuando entre, gracias a eso, no había tanto olor a cigarros y podía ver perfectamente todo.

Si tan sólo hicieran esto todos los días.

El piso estaba limpio. Mis zapatos no se pegaban al suelo por la cerveza que alguien derramó ni por otra cosa. Habían limpiado todo el bar.

—¿Qué ocurrió aquí? ¿Viene la primera dama? ¿Contrataron desnudistas?— pregunté riendo cuando me acerqué a las mesas con los chicos.

—El imbécil de Kas te hizo algo y, aun que no sabemos que es, queríamos compensarlo— explicó Tanner.

—Siempre te ahogas al entrar, niña— siguió Joe. —Así que les dije que abrieramos las ventanas y la puesta para que saliera todo el humo.

—Y concordamos todos en que el piso de este lugar no era digno de que una joven educada como tu pusiera sus zapatos caros en él— escuché a Hurley del otro lado del lugar que bajaba por las escaleras con su padre detras.

Sonreí a todos y miré el lugar.

—También estacionamos las motos correctamente como nos has pedido tantas veces. ¿Lo notaste?.

Asentí.

—Si, es muy agradable no estacionarme con miedo de empujar sus motos— me senté. — Es muy lindo de su parte, chicos. Gracias, pero no creo que tenga algo que ver con lo que pasó anoche.

—Oh, para eso está mi sorpresa.

Kas se reunió con nosotros en las mesas.

—Hola, bombón— me sonrió pasando un brazo por detras de mis hombros pero yo sólo me quedé seria con los brazos cruzados. —Muy bien, sigues enfadada.

—Obviamente.

—¿Muy enfadada?.

Quité su brazo de mis hombros.

—Colérica.

—Supongo que es un si. Que bien porque gasté mucho dinero en esto.

Me soltó y, mientras todos los mirábamos, caminó hacia la plataforma del pequeño escenario y encendió la luz que lo iluminaba.

Hasta ese momento no me había percatado de lo que me esperaba en esa plataforma porque la luz estaba apagada, pero cuando Kas se acercó pude ver su sorpresa.

En la pared detrás del escenario estaba colgado un cartel donde se leía: "Lo siento, bombón" con un bombón sonriente dibujado.

Frente a ese cartel estaba un enorme pony de color rosa con anteojos iguales a los míos acomodado sobre una caja blanca.

Era casi tan grande como cualquiera de los torsos de los chicos y era hermoso.

—¡No puede ser!— solte al mismo tiempo que corría hacia el enorme muñeco de felpa.

—Es como una Hope Julian de felpa— dijo uno de los chicos.

—Ese es el punto. Es tierno, irritantemente colorido, tiene lentes y mira esto...— se me acerco y pretó una oreja del muñeco. Una voz aguda dijo: "Te quiero". —Es igual de cursi que tu. Sólo falto que dijera palabras extrañas y sería demasiado.

Me reí mientras abrazaba al pony con todas mis fuerzas.

—Es perfecto, me encanta.

—Y no es todo, arriba hay algo más. Ven conmigo.

Me tomó del brazo para que soltara el muñeco y me condujo a las escaleras.
Hurley intentó detenerlo.

—Arriba no hay...

—Silencio, Hurley.

Lo ignoró y siguió su camino conmigo arrastrando.
Cuando llegamos al cuarto de arriba cerró la puerta.

Busqué por todos lados algo fuera de lugar, pero el escritorio, el sofá y el pequeño colchón de un lado estaban como siempre.

—¿Qué se supone que...?

—Era una excusa para apartarnos— le puso seguro a la puerta. —No quiero que Hurley se entere que te besé.

El momento se arruinó.
El beso volvió a mi mente y borró mi sonrisa.

—Y hablando de personas que no se enteran de ese beso, ¿como está tu novia?.

Se rio y caminó hacia mi para acorralarme contra la pared.

—Hablé con ella esta mañana— dijo poniendo una mano en mi mejilla. —No creo que sea apropiado llamarla de esa manera ahora.

—Oh, ¿terminaron?. Qué desgracia, hacían linda pareja.

—No pienso lo mismo.

—Joven River, está usted rompiendo mi burbuja de espacio personal.

—Sobre eso...— miró mis labios. —No te traje aquí para pedirte disculpas, bombón.

—Entonces me iré— me movi pero con sus manos me tomó de la cintura y me regresó a la pared.

—No, no, no. Quiero que escuches lo que tengo que decirte.

Me quedé quieta esperando a que su mirada se posara en mis ojos y no en mis labios. Eso ocurrió un buen tiempo después.

—Hope, soy un idiota. Eso lo has dicho muchas veces.

—Exacto.

—Y tu eres como una pequeña princesita delicada, educada y anticuada.

—Bueno, ¿gracias?.

—Lo que quiero decir es que algunas cosas que son normales para mi significan demasiado para ti, como los primeros besos.

Se quedó callado un momento y yo suspiré.

—Dijiste que no te disculparías— susurré.

—Y no lo haré. No lamento haberte besado anoche porque de no haberlo hecho no me habría dado cuenta de que me encantas de verdad.

Mis piernas temblaron y mis manos comenzaron a sudar repentinamente. Mis defensas de orgullo se venían abajo con su mirada y palabras.
Ese chico y su demoledora sinceridad hacia que mi armadura se derritiera.

—Hope, cometí el error de robarte tu primer beso. No pudiste decidir si querías entregárselo a alguien como yo y probablemente hubieras decidido que no, pero te doy a elegir en el segundo.

—No te entiendo.

Mentí. Entendía perfectamente, pero quería estar completamente segura de lo que me estaba diciendo.

—Estoy aquí completamente rendido a tus pies, bombón. Tienes mi boca a menos de diez centímetros y tu decidiras si besarme o no, pero debes saber que si lo haces no vas a poder liberarte de mi desde este momento.

Ni siquiera me estaba tocando ya, pero yo seguía sintiendo como estabamos unidos.

Lo miré en silencio por mucho tiempo.

—Eso es lo más bobo que le he dicho a alguien, ¿sabes?. Quedaré como un tonto si no...

Y lo besé.

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora