Capítulo 36 "Cuidadores"

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Cuando estuve segura de que al separarme de su abrazo no volvería a quebrarme, me separé.

—Respira— me dijo observando si estaba totalmente bien ahora.

—Estoy bien— le aseguré.

—¿Segura?— me besó dulcemente en los labios. —No eres exactamente el tipo de chica que me empuja, ¿sabes?

Me reí un poco sin ganas.

—¿Ese tipo de chica existe?

—Eh, pues salí con una latina fogosa hace un tiempo...— puso los ojos en blanco.

—No me sorprende.

—Si, pues cuando quieras no me molestaría que me empujaras a cualquier superficie acolchada...

—Tonto— dije sonriendo.

—Es culpa tuya, me haces decir tonterías. No me gusta ver a mi novia llorar— me besó de nuevo y después me miró expectante. —¿Qué hacemos ahora? Olvida lo de acelerar la moto.

—¿Estas segu...?

—Totalmente. Elige cualquier otra cosa, podemos ir al bar y quedarnos en la habitación de arriba, o quizá en mi casa...

—No quiero dormir.

—Necesitas descansar, bombón.

—Te equivocas. Lo que necesito es destraerme, no tener tiempo para pensar.

—Entonces...

—Quiero ir a bailar y enbriagarme como una borracha de cuarenta años.

Su mirada denotaba la preocupación que le hicieron sentir mis palabras, pero no iba a retractarme. Eso era lo que iba a alejarme del desastre que tenía en la cabeza, por lo menos momentáneamente.

Y no estaba bromeando cuando lo dije. Eso era exactamente lo que haría.
Buscamos a los chicos, estaban reunidos, como era de esperarse, en uno de esos lugares donde era realmente sencillo perderse en una fantasía de diversión alocada.
Para la media hora después de haber llegado, ya había robado y bebido los tragos de los River's que dejaban descuidados.

—Ey, tomatelo con calma— me dijo Kas, sus ojos no dejaban de verme con temor.

—Es lo que menos quiero— tomé lo que sea que el mesero había puesto frente a mi y me lo bebí de un trago.

Hice gestos ante el ardor de garganta y después solté un grito de euforia. Ya comenzaba a sentir adormecidas las partes de mi persona por las que no quería preocuparme, una de ellas era la voluntad.

—No creo que "solo tenga ganas de salir"— dijo Fred viendo como me bebía el trago de Kas y el de otro mas también.

—Tuve una reyerta con mi padre, es todo. ¡Otro mas, guapo!— le grité el mesero.

—De acuerdo, definitivamente estas mal— Kas canceló mi pedido con una seña enfadada.

-¡Ey!

—Nada de beber de más. Cuando termine la noche vas a sentirte terriblemente mal, no sólo por tus tragos, sino porque habré desaparecido a todos los meseros misteriosamente.

—¡Oh, deja que se olvide un rato de sus problemas al estilo de los River's!— Tanner me tomó de la mano y me llevó con el por el segundo piso. —¡Dos mas para la chica!

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora