Capítulo 52 Llanto.

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—...entonces él me tomó de la mano y me dijo: amigo, son falsas— balbuceo Charlie contando la historia sobre cómo Fred lo había salvado en una fiesta de llevarse a la cama a un transexual. —Tiene que haber alguien ahora que me diga cuáles de mis mochilas son hombre, porque yo no conozco géneros cuando estoy borracho— me pellizco las mejillas, —¿tu si eres niña o eres niño?.

Solté una carcajada. Tanner y yo éramos los únicos que aún seguíamos sobrios.
De vez en cuando bebíamos de ese tequila especial pero dejamos que se la acabaran los demás, parecían tener mucho que sacar y el alcohol ayudaba.

—Muy bien, creo que es hora de que los lleve a casa a todos, mañana tenemos que darle el último adiós a nuestro presi— Tanner le dió una palmada en el hombro a su amigo. —¿Puedo repartirlos a sus casas en la Jeep?— preguntó. Saqué las llaves de mi pantalón y se la lancé mientras me servía el último chorro de tequila de la botella. —Gracias, ¿quieres que te lleve a tu casa también?.

Negué.

—No, quiero dormir aquí. En casa solo están mis hermanos y me harían muchas preguntas.

—Supongo que para preguntas tuviste con los detectives— se acercó a mí de nuevo. —Hablando de eso, ¿qué les dijiste?.

Suspiré.

—Fred no quería que mi padre fuera condenado, cuando me vio ahí en el suelo lo primero que me dijo fue que no tenía él la culpa y que solo no había podido frenar a tiempo, así que eso fue lo que dije...Aunque no creo que quiera volver a casa. Ese ya no es un lugar para mí.

Guardamos silencio un momento pero luego me sonrió.

—Pues estoy seguro de que vas a encontrarlo pronto, no te preocupes por eso, niña— me alborotó el cabello. —¡Muy bien, ahora todos ustedes, apestosos biker's, suban a la camioneta ahora o les...!

Cuando nos giramos a ver lo que estaban haciendo nuestros alcoholizados amigos, ellos ya estaban a un lado del equipo de sonido.

Una melodía animada y rockera llenó todo el bar. Era la misma canción que había cantado cuando me llevaron a aquella fiesta en la azotea del hotel.

Todos comenzaron a bailar y a señalarse.

—¿¡Lo recuerdas, Hope!? ¡Es tu canción!.

Nos reímos de todos animadamente pidiéndome que subiera al escenario del establecimiento.
Al final no pude evitar levantarme y dejar que uno de ellos me cargara para subirme.

Nos conocimos...bailando en un bar— canté en el micrófono, —tus piernas volaban, las sabías llevar.

—¡Eso es!.

A mí me gustaba...como las movías, y juntos nos fuimos a pernotar. Eeeeees que me gustas mucho. Me gustas muchooo. Me gustas mucho. Me gustas mucho.

Los chicos me animaron y cantaron conmigo mientras yo jugaba con mis movimientos tipo estrella de rock.

Me gusta como te vestis y como andas— incliné el micrófono y lo acaricié. —Me gusta tu pelo, tu cuerpoo. Me gustaría...poderte bañar— me levanté de golpe, —tambien secarte y volverte a enjuagar. Por...que me gustas mucho. Me gustas mucho, ¡nena!. Me gustas muucho...nenaaaa. ¿Será que me gustas taaaaanto debe ser que...no puedo disimular? ¡De veras! ¡Yeah!.

Bob tomó una escoba y simuló la parte de la guitarra junto con Hurley en el teclado, Tanner en la batería y Charlie en la armónica imaginarios.

Me despeine el cabello al ritmo de la guitarra y seguí cantando.

¡ME GUSTAS MUCHOOOOO! ¡ME GUSTAS MUCHO, NENA! ¡Será que me gustas tanto, pero taaanto! ¡ME GUSTAS MUCHO, NENAAAAAA! ¡YYYYYYYYY POQUE ME GUSTAS TAAAAAANTO DEBE SER QUE...! ¡NUNCA TE VOY A OLVIDAR!.

Y luego el gran final. Todos en el suelo como un buen video de rock & roll.
Creo que ya deberíamos llevarlos a casa.

Me quedé un segundo en el suelo con la respiración acelerada y el cabello en la cara. Necesitaba eso.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Terminé de quitar lo pegajoso de la barra y de acomodar las botellas de cerveza como a media noche. Solo entonces me armé de valor para dejar el tequila y disponerme a dormir.
Miré una última vez la botella con el moño blanco y sonreí.

—Debes estar feliz de que lo hayan tomado de esta forma, ¿no es así, amigo?— la dejé en la gaveta y la cerré. —¡Ahora por favor déjame dormir sin llorar a cántaros o volveré para tomarme todo el pedido del mes!.

Sabía que nadie me escuchaba pero de todas maneras le hablé al aire.
Subí a tumbos las escaleras del pequeño pasillo y llegué a la habitación del bar. Me dijeron que aquí venían los chicos cuando tenían problemas en casa, así que por lo menos esta noche quiero quedarme.

Me tiré sobre la cama y me puse la pijama con pereza. Suerte que había traído mi ropa de casa.

En cuanto mi cabeza tocó la almohada me quedé perdidamente dormida. Gracias por concederme eso, Fred. Eres fantástico.

Mis sueños estuvieron tranquilos. No tuve pesadillas ni imágenes cursis de de mis iluciones. Sentí que había dormido horas cuando algo me despertó de golpe.

Era un peso cayendo sobre mi cuerpo como el de..., un minuto, como el de otro cuerpo.

—¿Qué carajo...?— maldijo Kas.

Encendí la luz de la mesita y lo ví. Estaba parado frente a la cama abrazando a una chica con el labial corrido por la cintura.
La miré a ella y luego a el...ellos iban a tener...

—Hope, ¿qué haces aquí?— su rostro era completamente blanco, como si hubiera dejado caer a su chica sobre un cadáver en vez de mí.

—Yo si me quedé— susurré sin saber que más decir.

Mi pecho estaba adolorido. No tardaba en perderme en el llanto.

—Oye, yo lo...

—¿Quién es ella?— preguntó esa mujer.

—Es...

—Su ex— me levanté de la cama y me llevé una de las almohadas conmigo. —Les dejo la cama. Ya está caliente para ustedes.

Soltó a su zorra y me tomó del brazo.

—No te vayas.

Me gire y le plante una buena bofetada en el rostro.

—No te atrevas a pedirme que me quedé cuando tú fuiste el que me dejó sol para empezar y decidiste que esto fuera así— me escurrieron las lágrimas. —Regresa con ella para desquitarte. Estoy segura de que no tendrás que preocuparte por tener cuidado con ella.

Y una vez que me di la vuelta él no tuvo el valor para volver a interponerse en mi camino a la salida.

Di tumbos por las escaleras y me negué a escuchar lo que estaba pasando arriba.
Mi llanto era lo suficientemente aturdidor como para que pudiera concentrarme en otra cosa además de hacer que mi mano cubriendo mi boca fuera la suficiente protección para que las otras dos personas arriba no me escucharan.

Hacía mucho frío y había dejado todo lo que podría cubrirme en la habitación. Ni loca iba a regresar, así que tomé una toalla de atrás de la barra y la use para cubrirme los brazos cuando me acosté en el frío y duro sillón de uno de los reservados.

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora