Capítulo 33 "Como quieras"

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Mis dos compañeros de humanidades se quedaron para ver a los niños mientras dormían para que no se quedaran solos mientras que todos los River's y yo nos fuimos.

En la puerta me di cuenta de que Jim, el hombre de dos metros y ciento treinta kilos más atemorizante que yo había visto, estaba llorando a lagrima tendida mientras se subía a su moto.

—Ey— dije dulcemente acercandome a él. —¿Qué pasa, Jim?.

Él seguia gimoteando cuando me respondió.

—Esos niños...esos pequeños...— me envolvió con sus enormes brazos y lloró en mi hombro.

Los demás estaban riendose del gran Jim y algunos incluso lo grababan.

—Tranquilo, ellos están bien— le dije frotando su espalda.

—¡Estan sólos!— y lloró un rato más hasta que Fred salió por la puerta de cristal. —¡Pesi*! Tenemos que hacer algo por ellos.

—Por supuesto, pero deja de llorar— dobló en dos partes un papel que tenía en las manos y lo guardó en su pantalón. —Tendrán que trabajar duro a partir de hoy, muchachos. No habrá tanto presupuesto para mantener el bar.

Jim se limpió la cara y volvio a su postura de duro.

—¿De qué hablas?— le pregunté.

—A partir de mañana los River's seran padrinos del horfanato.

.-.-.-.-.-.-.-.

Me había preparado mentalmente para lo que sea que los chicos hubiera hecho con las trabajadoras del horfanato, pero cuando Kas me dijo que estaban en el River's, mis nervios crecieron.

Los chicos eran más peligrosos en sus territorios.

Cuando nos acercabamos al bar, desde una calle antes se podía escuchar la música, pero no era cualquier tipo de música y eso era lo que me puso nerviosa.

Tuve que estacionar la Jeep más lejos de lo que pensé ya que en mi lugar había dos motos. Estaba mas lleno que de costumbre.

—Invitaron a los Novatos— dijo Fred leyendo la estampa en una de las motocicletas.

—Se estarán divirtiendo las chicas— me reí y entre.

La escena en realidad era algo cómica, pero mi parte responsable me obligaba a cubrirme la boca y no reirme.

Tanner estaba sobre una mesa bailandole a las chicas mientras ellas le ponían billetes en el pantalón.
Claro que no tenían en donde ponerlos además de ahí, pues no tenía puesta la camiseta.

—¡Qué sexy eres, Tanner!— se burlaron Bob y Darrell poniéndose a un lado de la mesa donde él bailaba.

—Deberían callarse, Pedrito y Juanita— se las regresó y los chicos dejaron de reír de inmediato. —Así es, tengo un un vídeo, así que mejor quítense esas sucias camisetas y suban esos músculos sin cerebro que llaman "cuerpos" a esta mesa para que yo pueda tomarme un descanso.

Tanner bajó exhausto de la mesa con los gritos de lastima de muchas mujeres, pero después de mirarse un segundo divertidos, los chicos subieron a hacer lo que les habían pedido hacer para que una vez mas se emocionara el público.

Solté muchas carcajadas y después Tanner me abrazó por los hombros.

—Te apuesto cien dolares a que no se han divertido mas en toda su vida. Con esto te darán un premio a la mejor presidenta del club de humanidades.

—Sin duda— dije divertida. —¿Dónde está Kas?.

—Después de que se liberó de su admiradora número uno gracias a mi baile corrió a esconderse detrás del escenario con la excusa de buscar más cerveza. 

Fui a buscarlo detrás del escenario. Subí a la pequeña plataforma y caminé al fondo de la segunda capa de cortinas donde había una habitación completamente a oscuras.
Busqué a tientas en la pared un apagador para tener un poco de luz, pero no lo encontré, así que solo lo llamé.

—¿Kas? ¿Estas aquí?.

Escuchaba respiraciones así que sabía que no estaba sola.

—Por aquí, bombón— dijo a unos centímetros de mi.

—¿Dónde?— seguí sacudiendo los brazos hasta que sentí que me tomaban por la cintura y me daban la vuelta para besarme. —Oh, te encontré.

—Creo que yo te encontré a ti— se rio suavemente sin despegar nuestras frentes.

—Nos encontramos— lo abracé, —y ahora nuestros labios harán lo mismo.

Sonreí y en la oscuridad aún así pude saber que él también lo hacía cuando volvimos a besarnos.

Nos quedamos un momento así hasta que los ruidos en la parte de enfrente me alarmaron. Debían de estar hechas un desastre esas cuidadoras.

—No puede ser. Van a matarlas de un paro cardíaco, son señoras mayores.

—Parecían jovenes cuando me persiguieron para quitarme la ropa.

—Jamás salen. Pobres...

—Si, pues tú nunca sales y no veo que tengas urgencia por desnudarme, bombón.

Le di un leve empujón.

—Salgamos de aquí antes de que la oscuridad te haga decir cosas fuera de lugar.

—Siempre estoy en ese modo y, ahora que eres mi novia...

—No ocurrirá nada. Salgamos de aquí.

Suspiró y me soltó la cintura.

—Bien, como quieras.

Caminé sobre mis pasos para estar de nuevo en la luz y un segundo después Kas salió detrás de mi con una caja de cerveza.


Presi: Apodo de los motociclistas, diminutivo de presidente.

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora