Capítulo 60 Hope caída.

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—No sabía que vestido elegir, así que traje los dos que me gustaron mas— les mostré las dos bolsas.

Los chicos estaban sentados en las mesas frente a mí y me miraban con una expresión que me decía que estar ayudándome a escojer un vestido era lo último que hubiera querido estar haciendo esa tarde en el River's. Bueno, todos menos Bob.

—Creo que el azul era la mejor opción— dijo como un comentario constructivo cuando saqué el vestido rosa y el morado.

Tanner se frotó el rostro enervado.

—El rosa, Bob, el rosa es su color por su cabello rojizo. Ya está, ¿podemos irnos...?

—¡No!— negué. —Aun no me han ayudado a decidir.

—¿Desde cuándo los rudos e intimidante River's son asesores de imagen?.

—¡Desde que no tengo amigas mujeres y ustedes, grupo de rudos e intimidantes motociclistas, me siguieron durante mi día de compras haciendo comentarios sobre mis elecciones!— me puse los vestidos sobre el cuerpo. —¿Rosa pastel o amarillo patito?.

Todos soltaron un gruñido.

—Con el amarillo brillas demasiado— dijo Hurley.

—¿Eso es malo?.

—¡Vas a una fiesta llena de graduados de preparatoria! Claro que es malo.

Tanner le dió un golpe en la nuca.

—Ignoralo, cela lo que no es suyo. Rosa pastel— declaró.

Me reí un poco y dejé el amarillo de lado.

—Bien, entonces todos estamos de acuerdo con el rosa pastel— todos asintieron y aplaudieron cansados. —Ahora les pasaré fotos del peinado y maquillaje...

Todos juntos se levantaron rápidamente para quitarme las cosas de las manos y empujarme a la salida haciendo mucho ruido e el camino. Creo que no querían seguir ayudando con la planeación de mi imagen para la graduación.

Me reí a carcajadas cuando Tanner me cargó sobre su hombro y Hurley metio mi cabeza en mi casco, el cual desde unos días después de que Kas me lo regalara se había quedado en la pared junto con los de los demás.

Me dejaron caer sentada sobre el tanque de la Yamaha de Hurley y yo me seguía riendo como loca.
Tanner me obligó a poner las manos sobre el metal y los pies en los tubos.

—Basta de cosas de chicas— dijo serio. —Sujetaté porque no volveremos por ti sí te caes, niña. Quiero correr, carajo.

Todos subieron a sus motos y las encendieron.
Hurley se posicionó en su lugar frente a mí y giró el manillar haciendo que el motor sonara estrepitosamente.
Bajé la careta de mi casco y me sujeté fuertemente al tanque.

—¿Lista?— gritó sobre el estruendo de los motores.

—¡Lista!.

—Hasta que te dignas a estarlo, mujer.

Y con una última carcajada de mi parte Hurley arrancó con todos los demás detrás de nosotros.

Nos dirigimos hacia las carreras, a los arrancones. ¡Por fin!.
Dejar de ver a los River's y regresar después de un tiempo es como recibir una oleada de aire fresco. Sentía como si hubieran pasado semanas desde que no podía respirar y ahora que y ahora que estaba sobre una moto de nuevo con los chicos flanqueandome por fin había podido tomar una bocanada de aire.

Antes de que llegaramos al punto donde era los arrancones, un par de kilómetros antes de la entrada a la playa, había una estaca junto a la carretera.
Fred no era religioso por esa razón no había una cruz, pero si un no muy alto tubo adornado con algunas de las piezas y tuercas de la moto donde murió y una insignia dorada donde se podía leer el nombre del club y de nuestro amigo caído.

¿Soy mala ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora