Capítulo 10: ¡Nos fuimos de viaje!

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Aterrizamos en la ciudad de Panamá después de un vuelo un poco incómodo, tengo mucho dolor de estómago, no sé si es por el hecho de montar en un avión nuevamente o porque voy a pasar todo el fin de semana con Juan Pablo y su familia.

Tomamos un taxi a casa de los padres de JuanPa, ya que él quiso venir de sorpresa. Llegamos a un gran portón blanco, nos anunciamos, entramos y después de atravesar un bello jardín, aparcamos frente a una casa de dos plantas muy acogedora.

Las puertas se abren y sale una señora sonriendo con una trenza blanca sobre su hombro.

-Juan Pablo mi amor que alegría tenerte aquí- dice mientras lo abraza con emoción.

-Nana que bueno verte, ¿Dónde están los viejos? Diles que estoy aquí- contesta él.

- Ay mi niño como tú dijiste que no podías venir, los señores se fueron desde ayer a la provincia de Colón, a visitar a tu tía-.

Lo que nos faltaba, queríamos dar una sorpresa y los sorprendidos fuimos nosotros. Juan Pablo me presenta a su nana, se llama Fernanda y es muy cariñosa.

Después de llamar a sus padres y contarles que está en casa con una "buena amiga", se despide y me anuncia que llegarán el domingo temprano, así que podré conocerlos antes de regresar a Colombia en la tarde.

Fernanda me muestra la habitación que ocuparé, me doy una ducha y salgo a la sala en busca de Juan Pablo, hablamos un rato mientras cenamos pizza y me da un recorrido por la casa, contándome con emoción anécdotas de su infancia.

Doy vueltas en la gran cama y no puedo dormir, saber que está en la habitación de al lado me inquieta. Además mañana será su cumpleaños y solo lo pasará conmigo, -OMG entre tantas cosas, no le compré nada- digo sobresaltada. -Diablos ¿qué hago?-.

Se me ocurre una idea un poco loca, actuo sin pensar como siempre suelo hacerlo, busco en mi celular los contactos que necesito, hago un par de llamadas y afortunadamente pueden ayudarme con poco tiempo de antelación.

............

Llegó el sábado, son las 7:30am de la mañana, tengo todo listo para salir a buscar a JuanPa, arreglo mi vestido holgado hasta los pies y me amarro el cabello en una cola alta.

Salgo al pasillo, veo la puerta de su habitación cerrada, toco y no contestan, abro lentamente y al asomarme veo la cama desarreglada, lo llamo y desde el baño me grita que lo espere.

Sale con la toalla atada a la cintura y las gotas de agua le caen del cabello a sus pectorales perfectamente definidos. Lo veo de arriba abajo embobada y el dice.

-Buenos días Preciosa a que debo tu agradable visita-.

Parpadeo un par de veces para concentrarme en que decir.

-Buen día JuanPa feliz cumpleaños, no te abrazo porque estas vestido así- lo señalo con mi dedo de arriba abajo
- vístete, tienes 10 minutos para que salgamos a la sorpresa que tengo para ti- comento sonriente.

El levanta las cejas sorprendido y con una sonrisa de oreja a oreja habla
-¿A mí, una sorpresa, enserio? Bueno ya me visto, claro si sales de mi habitación, no creo que quisieras ver más de aquí-.

Salgo casi corriendo por lo que acaba de decir, si fuera por mí, yo misma le quito esa toalla. Lo espero impaciente afuera mientras se viste, solo espero que no confunda mis intenciones por este detalle de su cumpleaños.

Le indico el nombre del puerto y obviamente él conoce el lugar, cuando salimos del taxi el bote que nos espera está lleno de globos con una gran pancarta que dice "Felices 28 JuanPa".

Él me ve y negando con su cabeza dice - Dessire Vivas te pasaste, que lindo detalle, gracias preciosa- me abraza emocionado, y subimos al bote que nos llevará a "Isla Taboga".

-¿A donde vamos?- grita para que lo pueda oír sobre el sonido del motor.

-Es una sorpresa- respondo guiñandole un ojo.

La isla es una belleza, el azul del mar y del cielo a duras penas se logra distinguir, llegamos a la recepción del hotel y Juan Pablo me cuenta que no venía a este lugar desde que era un niño.

Entrego mi documento de identidad a la chica detrás del mostrador, revisa en el computador y nos entrega las llave diciendo.

-Es la habitación 23, que disfruten la estadía Sr y Sra Vivas-.

Contesto rápidamente
-No señorita tiene que haber un error, yo solicité 2 habitaciones-.

- Lo siento Sra Vivas, pero el personal nocturno que hizo la reservación registro una sola matrimonial. Lamento informarle que ya no tenemos más disponibilidad- anuncia tan educada que evito responderle.

Juan Pablo interrumpe y me dice -No importa Dessi, seguro fue una equivocación, yo duermo en el sofá, no hay problema-.

Sonrío para mis adentros, lo logré, Juan Pablo ni sospecha que le pedí a la chica por teléfono la mejor habitación para celebrar el cumpleaños de mi esposo. Bueno era la única forma, que me dieran una reservación habiendo llamado una noche antes.

Él abre la puerta, y una enorme cama redonda está en el centro de la habitación, hay muchos espejos a los alrededores, el baño tiene una enorme bañera negra y la vista desde el balcón es increíble.

Entro al baño para cambiarme, mientras Juan lo hace en la habitación, me coloco un diminuto traje de baño blanco y me cubro con un sobretodo tejido de diferentes colores.

Llegamos a la orilla del mar y nos acomodamos bajo un toldo, escucho que me llama y ladeo mi cabeza para verlo, con esa bermuda azul y franela blanca, se ve tan bello.

-Dessire de verdad gracias por todo esto, gracias por estar cuando te he necesitado, eres la mujer que cualquier hombre desearía tener a su lado-.

Ya va empezar él con esas muestras de romanticismo, le digo que lo hago con mucho gusto y huyo a bañarme antes que me haga flaquear.

Pasamos todo el día de la playa a la piscina; almorzamos, jugamos, nos bañamos, reímos, la verdad ha sido un excelente sábado.

Son las 8 de la noche y estamos más que bronceados, al entrar en la habitación el pequeño pastel que pedí lo espera con 28 velitas sobre la mesa de noche, él lo ve y su cara es un poema. Le canto cumpleaños y cuando me va abrazar, ve mis labios fijamente y los evita volteando la cara.

Me ducho y me coloco una pijama rosada de satén, él me ve con los ojos muy abiertos y le aclaro.

-Cuando hice la maleta no pensé que tendría que dormir contigo en el mismo sitio-.

-Y sabes que es lo peor, que no hay sofás aquí, tendremos que dormir en la misma cama y tú así- me señala sonriendo.

- Por mí no hay problema- digo con una sonrisa sarcástica.

Me recuesto dándole la espalda, y siento su mirada sobre mí, son casi las 10 de la noche y no para de moverse de un lado para otro, temo que esta noche será larga...

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora