Capítulo 34: Acompañantes inesperados

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Me arde todo el cuerpo, creo que me broncié demasiado, pero es que cuando voy a la playa parezco una niña chiquita, me baño desde que llego, hasta que me voy.

Hace tres días fue mi cumpleaños número 25, por más de que le insistí a mi esposo que no quería celebración, ya saben como es él; no solo me llevó a conocer las magníficas "Islas del Rosario" un paraíso marino que hay aquí mismo en Cartagena, sino que me regaló un auto, ¡sí! A pesar de pelearle tanto que yo lo compraría, tuve que aceptarlo porque no quería arruinarle su sorpresa.

El sonido de mi celular interrumpe mi relajante baño en la tina:

-Hola amor ¿qué pasó que todavía no llegas?- pregunto al contestar en altavoz.

-Hola preciosa se me complicó la grabación de un sencillo, llego en media hora, no hagas cena que yo voy a llevar-

- Por eso es que te amo tanto mi amor-

Ríe a carcajadas, él sabe que la cocina y yo no somos buenas amigas.

La verdad que estos seis meses de esposos han sido de mucho aprendizaje; para que una relación funcione no solo tiene que haber amor, sino paciencia, mucha paciencia. Juan Pablo es adorable y comprensible, pero como todos tiene sus defectos.

Él quiere que las cosas se hagan a su manera, a veces suele ser demasiado necio y perfeccionista, lo bueno es que yo termino convenciendolo siempre. Y ni hablar del desorden; cuando cocina o se baña, todo el departamento queda echo un desastre.

Pero si me preguntan si soy feliz con mi matrimonio, puedo decir con los ojos cerrados que soy Felicísima. Sin embargo, el inconveniente que tuvimos en Miami cuando nació mi sobrina, se ha repetido en ocasiones, y aunque no quiero dar mi brazo a torcer, esas diferencias me afectan.

Me coloco unos pantalones de chándal, una camisa de tiritas y mis pantuflas, intento peinar mi cabello, que últimamente se enreda más de lo normal, al final desisto y me hago un moño alto.

El sonido de una videollamada en el portátil me sobresalta.

Contesto sonriendo al ver que es mi cuñada Gabriela, al aparecer la imagen mi corazón se acelera: Están los tres en el sillón.

-Danielita saluda a tía- dice mi hermano, agarrándole la mano a la niña para moversela.

-Princesa de tía, Dios te bendiga mi chiquita- hablo con voz mimada y le lanzo besos a la pantalla.

Después de unos minutos de risas y llantos por parte de mi sobrina, la puerta de la habitación se abre y aparece mi esposo tan provocativo con unos jeans color caqui y camisa negra, se acerca a mí y saluda a mi familia a través del portátil.

-Princesa saluda a tu tío- responde Deivis.

Juan Pablo llena de mimos a la niña, y cuando ella le sonríe e intenta de hablarle en su idioma, la cara de él es un poema.

Terminamos la llamada y nos disponemos a comer el arroz chino que trajo JuanPa.

-Gracias por esta cena mi amor- le comento.

Curva la comisura de sus labios y no responde.

-¿Qué te pasa ahora Juan Pablo?-

No dice nada, pero tras verlo inquisitivamente, resopla:

-Vaya como me conoces. Bueno lo que pasa es que tengo que decirte algo y no sé cómo lo vayas a tomar-.

-Dilo y ya-

-El viaje que teníamos previsto a Costa Rica para grabar el video musical se adelantó para mañana-.

-Bueno mi amor es tu trabajo, ve tranquilo, yo puedo ir sola mañana a casa de mi mamá- digo amablemente.

Juega con su comida e intuyo que hay algo más que yo no sé.

Lo interrogo con la mirada, después de unos segundos exclama:

- Es que me enteré que la modelo que contrataron es Patricia, te juro que yo no tuve nada que ver, fue el cantante quien la escogió-.

-¿Y qué pasa con la orden de alejamiento?- inquiero con rabia.

- Mi vida ya eso se venció, pero no te preocupes yo me mantendré alejado de ella-.

-¡Pero ella de ti no!- hablé tan duro que parecía que gritara.

A buena hora a mi se me dio por decirle a mi marido que viajara solo, que cada quien necesitaba su espacio y más si él iba a trabajar. Claro que yo no sabía que esa bruja estaría ahí.

..............

Anoche casi no pude dormir, tengo unas ojeras terribles, como ya le tengo lista la maleta a JuanPa decido arreglarme para llevarlo al aeropuerto.

Salgo a la cocina donde está mi adorado marido preparando el desayuno.

-Mmm huele rico ¿Cómo amanece mi chef favorito?- lo saludo besándole el cuello desde atrás.

-Si sigues así, no podré tenerle lista la comida a mi clienta favorita-.

Me comí toda la tortilla, las arepas, y la ensalada de frutas, hoy amanecí con un hambre feroz. Bajamos al estacionamiento y cuando voy a subir a mi nuevo auto, la voz de mi marido me detiene.

- ¿No te piensas despedir de tu esposo?-

Le respondo con otra pregunta.

-¿Y tú piensas que tu esposa va a dejar que te vayas por dos días, sin llevarte hasta el aeropuerto y vigilar que ciertas arpías no se te acerquen?-

Su carcajada me contagia, me abraza y besándome dice que le encanta que lo cele, mete su mano debajo de la falda de jeans que llevo, me recuesta sobre el carro tocándome.

-Hey estamos en el estacionamiento- digo alejándolo.

-Al diablo si nos ven Dessi, quiero despedirme como debe ser- Sin decir más, abre la puerta trasera del vehículo y me recuesta en el sillón, se trepa sobre mí, y no sé en qué momento saco su miembro de sus pantalones.

Los besos se hacen cada vez más desesperados, se escuchan voces a nuestros alrededor y agradezco al cielo que las ventanas tienen papel ahumado.

De un solo empeñon ya está dentro de mí, estoy demasiado húmeda, definitivamente la adrenalina de saber que nos pueden descubrir es mucho más excitante, JuanPa ahoga mis gemidos con su boca.

Después de un explosivo orgasmo que me dejó con ganas de más, llegamos al aeropuerto, todo el equipo de mi marido lo espera en la zona de embarque, nos acercamos y saludamos, a los pocos minutos el sonido de unos tacones llaman nuestra atención.

-Buenos días- saluda Patricia con esa voz chillona que tiene.

Todos contestas menos yo, que hago como si no existiera.

Llegó el momento de separarnos y me siento nostálgica, no sé si es porque va a viajar con esa arpía, o porque es la primera vez que nos separamos desde que estamos casados. Lo beso, lo abrazo, y él insiste en que todo estará bien.

-Ufff pero que dramatismo- dice burlona al pasar por nuestro lado.

Intento agarrarla por las extensiones oxigenadas que tiene, pero Juan Pablo me lo impide.

- No caigas en su juego mi amor. Me tengo que ir, te amo, te amo mucho esposa-.

Asiento con los ojos aguados ¡Odio ser tan sentimental y llorona!.

Suben al avión, le digo adiós con la mano, mientras ruego que esa mujer no dañe nuestra felicidad.

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora