-Mi amor así no se sacan los gases, ponle la mano aquí-.
-Ya preciosa, ya estoy aprendiendo- responde acomodandose en el sofá con Ángel en los brazos.
Estos dos meses que han transcurrido desde que llegó nuestro bebé, han sido los más emotivos de mi vida, no imaginaba lo hermoso que es ser madre y esposa.
¡Claro!... no les niego, que los primeros días todo fue un caos, yo no tenía idea de cómo hacer un biberón. Afortunadamente mi mamá y mi suegra han sido un gran apoyo para mí, y a decir verdad eso del instinto maternal sí existe, hay cosas que me salen tan bien, que es como si llevara años haciéndolas.
Mi esposo por su parte, está ahí aprendiendo. Va al trabajo sólo para las reuniones y firmas de documentos, de resto me colabora en casa; ya aprendió a bañarlo, darle el biberón, pero para sacarle los gases sigue siendo ordinario.
Nuestro Angelito resultó ser muy bien portado, en el día cuando tomo mi siesta, él duerme conmigo, y por las noches sólo se despierta una vez a pedir su teta, porque le encanta estar pegado a este par. A pesar de que nació prematuro ha crecido tan rápido que ni lo pareciera.
Me duele aceptarlo, pero es idéntico a su papá: su piel morena, la nariz perfilada y esos ojos color miel que tanto me vuelven loca, lo único que inevitablemente sacó de mí, fue el cabello, tiene una melena de rulos negras.
El apartamento pasó de ser espacioso, a no cabernos nada, tuvimos que utilizar parte de la sala para colocarle la camita a Pongo y para ubicar el coche, el portabebé, la silla de comida y todas las cosas que JuanPa trajo para el niño, y eso que todavía ni se sostiene.
Me recuesto en el sofá al lado de mi marido y mi hijo para ver la televisión, estoy enviciada con una novela, desde que di a luz y paso todo el día en casa, eso es lo mejor que hago.
No sé cuánto rato ha pasado, lo que sé es que el capítulo de mañana estará mucho más bueno, tengo a Ángel David dormido en mi pecho, volteo para ver que hace JuanPa y me río con la escena, está rendido en mis piernas, parecen dos niños chiquitos. Pongo me mira desde la alfombra y le lanzo un beso, desde que llegó el niño anda celoso.

Termino de hacer la cena, y me voy directo al baño, necesito una ducha relajante, estoy tan cansada. Tengo que aprovechar que mis hombrecitos están en su momento padre e hijo.
Veo mi cuerpo desnudo, y un nudo de sensaciones se me desatan, tengo los pechos tan grandes y sensibles, estoy deseosa, deseo sentir a mi esposo cuanto antes. Salgo del baño y me colocó un conjunto de encaje azul que me compré para nuestra luna de miel, <<esto seguro servirá>> pienso.
Juan Pablo me tiene castigada, desde antes de dar a la luz no he tenido sexo de ningún tipo. Después de terminar la cuarentena hace dos semanas me colocaron un aparato para cuidarme, ya que no podía tomar la píldora por estar amamantando.
Según él, debemos esperar más tiempo a que me haga efecto el aparato, y que mi cuerpo esté más adaptado a los cambios. Eso sólo me hace pensar que ya no me desea, debe ser porque estoy más gorda y con estrías.
Esta noche haré el intento de buscarlo nuevamente, solo sé que si me vuelve a rechazar no creo que lo soportaré. Desde que me convertí en mamá estoy más sensible y llorona de lo que siempre he sido.
Me cubro con el albornoz y voy a la habitación del bebé para dormirlo, abro la puerta y me quedo recostada sobre el marco, JuanPa está sentado en la mecedora y lo tiene sobre sus piernas hablándole:
-Hijo te había deseado tanto, que no te imaginas lo feliz que soy desde que llegaste a nuestras vidas. A tu mamá, a esa mujer exasperante la amo tanto, ya la aprenderás a conocer, aunque a veces suele ser insoportable es el ser más bello de este mundo, claro aparte de ti... hay cosas de adultos que aún no te puedo contar, pero ya...-
Carraspeo y él pega un brinco al darse cuenta que lo estaba escuchando, me ve y sonríe.
Cambiamos los roles, me siento a darle de comer a mi bebé, mientras él va a ducharse, no quise hacer ningún comentario de lo que oí, para evitar ese tipo de conversaciones que me ponen nostálgica.
Son las diez de la noche y por fin este gordo comelón se durmió, lo acuesto en su cuna y activo el detector de sonido que tengo instalado en mi habitación.
-Dulces sueño mi príncipe. Ahora duerme mucho por favor, hoy mami necesita la noche libre- le susurro al oído.
Cuando entro a nuestra habitación, lo veo acostado en boxer viendo un partido de fútbol en la televisión, nada más de verlo así, ya tengo ganas de todo, este hombre me sigue provocando como desde el primer día que me lo comí en Panamá.
Me quito el albornoz y sus ojos quedan abiertos de par en par, le sonrío y observo la inseguridad en su cara, no lo dejo pensar mucho y me le acerco para besarlo.
Los besos se alargan, me toca, yo lo toco, estoy tan húmeda y excitada que no necesito mucho preámbulo... justo cuando pienso que va a quitarme la poca ropa que tengo, se detiene.
-No Dessi no... No puedo nena, es muy pronto, a ti te agarraron puntos allá abajo, me da miedo dañarte-.
Ya esta situación me tiene cabreada, no parece un hombre que cumplió 30 años hace unas semanas.
-Mira Juan Pablo Echeverría, las cosas hay que llamarlas por su nombre, a mí me cosieron la vagina hace dos meses ya, y no soy la única mujer que pasa por eso. Sí tú esta noche no me haces el amor te juro que te dejo, yo no puedo seguir siendo una madre en abstinencia...-
No terminé de hablar cuando ya estaba llorando, odio ser tan sensible la mayoría del tiempo.
Sentí como metió su mano por detrás de mí cabeza para jalarme el cabello, me recostó de un tirón en la cama, y se subió sobre mí. Estaba tan caliente que no me di cuenta como hizo para con una sola mano sacar su pene y rodar mi pequeña pantis, sólo sentí cuando entró de un empeñon en mí.
¡Por Dios! Como lo deseaba, como añoraba sentirlo penetrarme con esas ganas descontroladas que caracterizan a mi extranjero particular.
-Ohh nena perdóname... ni yo mismo me aguantaba un día más sin tocarte, sin sentirte...-
Una, dos, siete veces entró en mí, levantó mis piernas para ponerlas sobre sus hombros, y la sensación era genial, lo sentía tan adentro que era una mezcla de dolor y placer, el gemia, estaba tan excitado como yo. Éramos dos cuerpos sudorosos, dejándose llevar por el deseo, por el amor.
Me vine gritando algo tan enredado que pareció ser su nombre, tuve uno de los orgasmos más increíbles de mi vida, debió ser por las ganas acumuladas, lo cierto era que esta noche prometía, JuanPa acababa de despertar a la fiera sexual que vive en mí...
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Rompí mi regla de oro
Literatura Kobieca"Cuando escuché que el AMOR era la fuerza que movía el mundo, jamás imaginé que nosotros quedaríamos tan cerca" Un día reía en su país con sus amigos y su prometido, y al otro lloraba una traición a cientos de kilómetros. Dos años después, Dessire...