Capítulo 36: Iniciamos la búsqueda

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Hace una semana llegó JuanPa de su viaje, por más de que le pregunté si Patricia lo había molestado, o si se le había insinuado, él me juró que en ningún momento se le acercó más allá de lo laboral, eso en cierto modo me dió un fresquito.

Mi semana transcurrió de forma normal, excepto el lunes que estuve en el hospital hasta las 9 de la noche porque una de mis compañeras se enfermó, ni siquiera pude buscar a mi marido en el aeropuerto.

Cuando nos reencontramos en la noche fue demasiado emocionante, nos abrazamos, nos besamos e hicimos el amor como si tuviéramos años sin vernos, no me importó la menstruación, ni los cólicos, ni nada, lo añoraba con ansias.

Decidí no contarle nada acerca de la agenda que leí y mucho menos que dejé de cuidarme, lo pensé bien y quiero darle la sorpresa cuando ya esté embarazada.

Salgo del baño para vestirme y lo veo peinándose frente al espejo, me lo como con la mirada, me encanta cuando se viste informal; ese jean gris y camisa negra le asientan de maravilla, bueno la verdad a él todo le queda a la perfección.

-¿Se puede saber que es lo que tanto ve la señora?- pregunta divertido, al pillarme observándolo.

-A mi marido, que está más bueno que comer con los dedos-.

Su carcajada retumba en la habitación, según él, yo tengo unos dichos muy locos.

Me coloco un jean blanco, una blusa de flores y unas zapatillas negras, me aplico un poco de maquillaje para verme natural y amarro mis rizos en un moño alto.

Juan Pablo entra a la habitación con una taza de café en las manos y me vé extrañado:

-¿Para donde vas mi amor?-.

-Amor hoy es sábado y como tú vas a salir con Eduar, yo voy de compras con Juliana para no quedarme encerrada-.

-Mujeres, mujeres- dice dándome un beso en los labios a modo de despedida.

Ahhh... ese es otro de los acontecimientos de esta semana; el jueves cuando salí del hospital, JuanPa me recogió porque me tenía una sorpresa, fuimos a un edificio que está a dos cuadras del que vivimos nosotros y me quedé boquiabierta al ver quienes vivían allí.

Pues mis suegros y mi cuñada, vendieron su casa de Panamá para mudarse aquí. Tanto la Sra Inés como el Sr Marcos son abogados, así que ya están en los trámites para montar su propio bufete; Juliana por su parte, acaba de terminar la carrera de administración y su hermano la ayudará para que haga las pasantías en una importante empresa de la ciudad.

Mi esposo está muy feliz de tener a toda su familia junta, y yo también, ahora son menos los países que tenemos que recorrer, además me encanta la idea de tener nuevas aliadas, porque mi suegra y mi cuñada me adoran tanto que siempre me dan la razón.

Bajo al estacionamiento, entro a mi auto y conduzco a donde mis suegros, le marco a Juliana al celular y enseguida me avisa que ya está lista.

-Hola cuñis, pero que guapa estás hoy- saluda al abrir la puerta del auto.

-Hola querida, gracias. Lo mismo digo- respondo sonriendo.

El centro comercial no está muy lejos de donde vivimos, recorremos vitrinas tras vitrinas, Juliana resultó ser más compradora compulsiva que yo, ha comprado cosas que creo que ni necesita.

Yo en cambio no veo nada que me guste aún. Hablamos de todo un poco mientras Juli se prueba un sin fin de zapatos. Suena mi celular y al revisar, veo que es una notificación de "Flo"; la aplicación que descargué para que me indique cuando son los días más fértiles para quedar embarazada, y hoy es uno de ellos, según lo que aquí dice, estoy en mi día de ovulación.

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora