Han pasado unas cuantas semanas de nuestra noche loca en el hotel, así la llamo porque literalmente fue una locura. Juan Pablo me dio una cogida monumental, que a duras penas me podía sentar, es que ni cuando novios me había hecho el amor de esa forma, de sólo pensarlo me humedezco.
Lo cierto es que desde ese entonces estamos más unidos, más compenetrados. Somos unos padres amorosos, atentos y enamorados hasta las trancas. Mi pedacito de cielo ya balbucea palabras y quiere andar arrastrándose de un lado para otro.
El permiso postparto del trabajo se me venció. Sin embargo solo laboro medio turno porque estoy amamantando, he tenido mis encontronazos con mi marido por ese tema, no quiere que trabaje y yo no pretendo quedarme en casa para siempre.
A Ángel David lo cuida mi mamá encantada de la vida, en la mañana yo se lo dejo listo a JuanPa y me voy al hospital, y al regreso lo paso buscando por la boutique, donde tiene su espacio acondicionado para que juegue y duerma su siesta.
Juan Pablo no podía seguir escapando de sus responsabilidades, ha tenido un montón de grabaciones, incluso viajó la semana pasada y casi me suplicó para que fuéramos con él. Fue la primera vez que se alejó del niño y de mí por tres largos días.
Lleno el biberón, cargo a Ángel que está en su coche junto a la cocina y me siento en el sofá para darle de comer. Es un hambriento, abre los ojos desesperado mientras traga. Empieza a sonar el tema "Culpables" de Manuel Turizo en la televisión y canto.
-Escucha mi príncipe, esa canción la hizo papá- le hablo mimado. Él sonríe con su chupa en la boca, como si entendiera lo que le dije.
Así pasamos dos horas madre e hijo, viendo vídeos musicales, cantándole y dándole pecho, porque al parecer este niñito nunca se llena. La puerta se abre y mi esposo grita:
-Llego papaaaá. Aquí está papá-
Se acerca haciendo muecas, y Ángel que está en mis piernas sonríe emocionado. Lo besa y me lo quita para cargarlo.
-Y a mamá que se la coma un sapo- digo haciendo pucheros.
-Para nada, a la reina de la casa vamos a darle un beso, verdad Ángel-.
Me besa en los labios castamente, y acerca a nuestro hijo para que chupe mi mejilla.
Hoy le toca a JuanPa hacer la cena. En esta casa hay una planificación para todo; la limpieza, la comida, las diligencias, es que un matrimonio se trata de eso, de ser un equipo.
Saco al niño de la andadera porque Pongo lo está molestando, camino hacia la cocina para ver como va el chef de la noche, él nos ve y nos lanza un beso.
Comenzamos a hablar de nuestro día en el trabajo, y de repente Ángel que está en mis brazos, hace lo mismo a su modo, dice y dice cosas sin que logre entenderlo.
-¿Qué dice el niño consentido de la casa?- le pregunta mi esposo mientras pica los tomates para la ensalada.
-Paapaaá- grita él emocionado.
Hubiese querido tener una cámara para grabar este momento. Ya tengo ganas de llorar, y eso que el traidor primero dijo papá. La cara de mi marido es un show, tiene los ojos aguados, pero se ríe nervioso, sé lo significativa que ha sido esa simple palabra para él.
..................
Me despierto cinco minutos antes de que suene la alarma, ¡como he madurado por Dios!, anteriormente casi se fundía el aparato de tanto sonar y yo ni me enteraba. Siento a JuanPa pegado a mi espalda y no quiero moverme para no dañarle su sueño, siempre soy la que se levanta primero a preparar todo.
Estaba tan rendido que ni sintió cuando me levanté, luego de hacer mis necesidades y lavarme los dientes, paso por la habitación de mi chiquitín, lo encuentro sentado en la cuna tocando el móvil de estrellas que tiene para dormirse.
-¿Cómo amanece el príncipe de la mamá?- digo con esa voz cursi que usamos para los niños.
Me alegra tanto ver como crece cada día, aunque hubiese querido que siguiera durmiendo para yo poder vestirme, cocinar y por último arreglarlo a él.
Lo cargo y me doy cuenta que está orinado, agarro todo lo que necesito para cambiarlo y me dirijo a mi habitación. Mi marido sigue rendido, prendo la luz y ni se entera, debe de estar cansado con la nochecita de sexo que tuvimos.
Cuando recuesto a Ángel en la cama, se va gateando hasta donde el papá, le mete los dedos en la boca y pellizca su nariz, yo lo dejo, sólo observo riéndome.
-Ajaa tremendo- grita Juan Pablo, haciéndonos pegar un brinco a ambos.
Aprovecho para dejar que él lo cambie y me voy directo a la cocina. Y pensar que hace más de dos años no tenía ningún tipo de obligación, hago todo en tiempo récord, creo que esa es otra habilidad de las mamás.
Ya con mi uniforme, voy a despedirme de mis hombres que están desayunando en la mesa. Hoy mi mamá tiene una cita médica, y será la otra abuela quien cuide de mi bebé.
-Ya sabes llévale todos los remedios, dile a tú mamá que a Ángel le gusta el biberón a temperatura ambiente, y que debe cambiarlo cada dos horas porque se quema mi amor- le doy las instrucciones mientras los beso a ambos.
Pone los ojos en blanco y responde.
-Mi amor te recuerdo que mi mamá nos crió a Juliana y a mí-.
Sonrío por su comentario, sé que a veces soy demasiado mamá gallina, pero creo que todas las primerizas somos así.
- Ay amor ¿qué puedo hacer si es mi primer y único hijo?-.
- Por ahora, porque quiero que sean cuatro mi amor-.
Salgo del apartamento corriendo y no precisamente porque vaya tarde, esa locura que acaba de decirme JuanPa me espantó, si me siento agotada con un perro, un esposo y un hijo, no me imagino como seré con tres más, creó que enloquecería.
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Rompí mi regla de oro
ChickLit"Cuando escuché que el AMOR era la fuerza que movía el mundo, jamás imaginé que nosotros quedaríamos tan cerca" Un día reía en su país con sus amigos y su prometido, y al otro lloraba una traición a cientos de kilómetros. Dos años después, Dessire...