Aunque mis vacaciones fueron las mejores, añoraba que llegara enero, extrañaba demasiado esta corredera matutina por la sala de emergencia. Mis compañeras al verme llegar no pararon de elogiarme, según ellas y mi familia estoy más simpática.
A todos les traje detallitos de París, llaveros y adornos miniaturas con la Torre Eiffel de fondo.
Desde que regresamos hace una semana, a duras penas le veo la cara a mi marido en la noche, al parecer el haber dejado el estudio a cargo de sus trabajadores le está pasando facturas. Por lo que medio me contó, tiene un inconveniente legal con unos contratos. Afortunadamente su papá lo está ayudando.
Mi celular comienza a sonar justo cuando termino de colocarle la intravenosa a mi paciente número cuatro del día. Veo que es Deivis y me alejo para contestar alegremente.
-Hola hermanito de mi vida-.
-Dessi- apenas escuché su voz.
-¿Gabriela. Qué pasa. Que tiene Deivis o es Danielita?- pregunto nerviosa a mi cuñada por el tono en que me habló.
Se oyen sollozos del otro lado de la línea y siento que el corazón se me va a salir por la boca.
-Ay Dessi es que Deivis-
-¿Qué tiene Deivis, que le pasó?- grito desesperada.
-Tuvo un accidente- fue lo último que oí cuando todo se tornó oscuro.
Escucho voces a mi alrededor, me duele mucho la cabeza. Abro los ojos lentamente y hay varias de mis compañeras a mi alrededor, estoy conectada a las máquinas del hospital y no entiendo nada.
-¿Qué... qué me pasó?- inquiero llevándome la mano a la cabeza.
-Calmate Dessi, todo estará bien- me dice Katty a mi lado. -Ya tu esposo viene para acá-.
-¿Mi esposo? Yo no quiero verlo a él, yo quiero ver a Deivis, a mi hermano- contesto rompiendo en llanto, al recordar lo de su accidente.
Siento que no tengo fuerzas, he vomitado, llorado y suplicado que me dejen viajar a Miami, pero ni mis padres ni Juan Pablo me hacen caso.
Ellos dicen que mi hermano está bien, que solo se cayó de un andamio al estar supervisando una de las obras que tiene a su mando. Pero hasta que yo no lo vea con mis propios ojos no me quedaré tranquila.
Sigo acostada en la camilla planeando como escaparme, cuando se abre la puerta y veo entrar a mi madre con los ojos aguados, tiene su teléfono en las manos, se acerca a mí y voltea el aparato para que pueda ver a mi hermano a través de la pantalla.
Está acostado en una cama de hospital al igual que yo, tiene moratones en la cara y una pierna enyesada. Siento que el alma me ha vuelto al cuerpo, al ver que está bien, bueno entre lo que cabe.
-Hey Valentina deja ya la lloradera... que pensabas que te ibas a librar de tu hermano tan fácilmente. Ahora es que hay Deivis para ratos-.
Río entre lágrimas. Extrañaba esa voz y sus ocurrencias.
-Eres un estúpido, por poco la que se muere soy yo. Siempre tan torpe que no pudiste ver por donde caminas-. Respondo sacándole la lengua.
Después de chequearme el médico de turno y decir que mi desmayo, la vomitadera y la baja de presión fue a causa de la impresión de la noticia, dejaron que me fuera a casa, con la condición de guardar reposo y no volver a trabajar hasta pasado mañana.
................
-Buenos días cuñis es hora del desayuno- escucho una voz femenina interrumpir mi sueño.
Abro los ojos con extrema pereza y veo a Juliana sentada en la orilla de la cama con una bandeja de comida en sus manos, ¿Y donde estará mi marido?, ¿En qué momento se fue?, ¿qué hora serán?. Me interrogo yo misma mentalmente mientras termino de despertarme.
Mi cuñada me ve sonriendo y como si adivinara mis pensamientos dice:
-Esas pastillas que te tomaste te dejaron lista, mi hermano se fue y ni sentiste Dessi, son las 10 de la mañana, vine acompañarte porque ya sabes como es Juan Pablo y no quería dejarte sola-.
- Gracias cuñis, no tenías que haberte molestado, yo estoy perfecta- Respondo levantándome para ir al baño a hacer mis necesidades.
-Si se nota que estás bien- habla a mis espaldas -pareces una borracha-.
La verdad es que sí, estoy mareada, y no me siento muy bien que digamos. Nunca pensé que una mala noticia me pondría así, no quiero ni pensar el día que falte uno de mis seres queridos, porque creo que no podré soportarlo.
Juliana es una persona con tan buena vibra que su compañía es agradable. Tenemos todo el día recostadas en el sofá viendo películas románticas y comiendo golosinas. Cada vez que la observo a sus ojos color miel, pienso en mi esposo.
Ese es otro que no ha parado de llamarme está tan preocupado, que me sugirió esperar a que mi estado mejore para poder ir a la ginecóloga. Según él, mi nerviosismo no permitiría quedarme embarazada.
He chateado todo el día con mi hermano. Gracias a Dios ya está en casa con su familia, tiene que durar un mes con muletas debido a su pierna enyesada.
Mi sobrina es un amor, cada vez está más grande, cuando le hablo mimosa a través del celular, ríe con mucho entusiasmo. Sólo me imagino cuando tenga entre mis brazos a mi pedacito de vida.
La puerta del apartamento se abre y entra JuanPa con una rosa blanca en sus manos, se acerca sonriendo para besarme y estira su mano para entregármela.
Instintivamente me llevo la rosa a la nariz, él se sienta entre el medio de su hermana y de mí, mientras la saluda jalándole el cabello, me quedo mirándolo como una tonta enamorada.
Abro tanto los ojos que siento que se me van a salir, que no sea lo que me estoy imaginando, me repito para mis adentros sin parar. Estiro la mano para tocar el cuello de su camisa blanca y mi sospechas son confirmadas.
-Juan Pablo Echeverría- grito furiosa, él voltea para verme desconcertado.
Contengo mis lágrimas para continuar. -¿Dime con quien coño andabas, quién te pintó la camisa con labial?-.
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Rompí mi regla de oro
Genç Kız Edebiyatı"Cuando escuché que el AMOR era la fuerza que movía el mundo, jamás imaginé que nosotros quedaríamos tan cerca" Un día reía en su país con sus amigos y su prometido, y al otro lloraba una traición a cientos de kilómetros. Dos años después, Dessire...