Capítulo 49: ¡Qué sorpresa!

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No tengo idea de que hora es, sólo sé que no me quiero levantar de mi cama para nada, estoy tan cansada, siento como si me hubiera arrollado un tren.

Es que organizar una fiesta conlleva a un montón de tareas, y más cuando tienes a la prensa de invitada; ayer fue el cumpleaños número dos de mi Angelito, el tiempo ha pasado tan rápido, que todavía me parece mentira que hace 24 meses yo estaba en shock, porque acababa de dar a luz a un niño que ni sabía que crecía en mi vientre.

Afortunadamente el esfuerzo valió la pena, la celebración quedó muy bonita y fue muy emotivo, por primera vez nos reunimos ambas familias en un mismo lugar. Hasta mis primos los Bastreckboys vinieron, y es que Keyler que siempre le habia gustado el reggaeton, comenzó a grabar en "Produced Music".

Mi hermano también vino, tenía dos años sin verlo porque su trabajo no le permitía viajar, así que se podrán imaginar lo que lloré al verlo llegar de sorpresa junto a su esposa y mi adorada sobrina, que ya tiene tres años y parece una lorita de lo mucho que habla.

Termino de abrir los ojos y veo que estoy sola en la cama, miro el reloj en la pared y son casi las 10 de la mañana, hace siglos que no dormía tanto. La puerta se abre y entra corriendo mi terremotico, Ángel David desde que aprendió a caminar hay que tenerle miedo, porque hace desastres.

-Mamaá parateee- grita subiéndose a la cama para brincarme encima.

-Sí mamá floja, levantate que vamos a salir- dice mi esposo junto a la puerta.

Le hago cosquillas para que deje saltar sobre mí, y su risa me contagia, jamás había imaginado que formar una familia con mi panameño me haría tan feliz. Escucho ladridos y veo que es Pongo debajo de la cama, este par se tienen unos celos, que parecen hermanos.

Juan Pablo ha insistido en que salgamos, y aunque yo quería pasar el domingo en pijama viendo películas, me pudo la intriga de la sorpresa que me quiere mostrar.

Una costumbre que adopte desde que mi bebé estaba chiquito es vestirnos iguales, siempre que vamos en plan familiar procuro que llevemos más que sea una prenda del mismo color, y hoy no es la excepción.

Una costumbre que adopte desde que mi bebé estaba chiquito es vestirnos iguales, siempre que vamos en plan familiar procuro que llevemos más que sea una prenda del mismo color, y hoy no es la excepción

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Vamos los tres en el auto, lo bueno de no manejar es que puedo ver todo a mi alrededor. Canto emocionada como cuando viajaba sola al hospital. Angelito después de detallar mis movimientos dice:

-Mamá canta a loca-.

No hago más que reír, que voy hacer con este niñito que aparte de que habla de más, se juntó con su prima Daniela que es otra lora y ahora está peor.

No tengo idea de adónde vamos, JuanPa tiene días misterioso y cuando se pone así, algo trae entre manos. Estamos por una zona residencial de Cartagena que no conocía, hay muchos casas modernas con grandes patios, me gusta.

Se detiene en frente de uno de los portones y abre con un control remoto, yo lo veo inquisitivamente y él sólo me guiña un ojo.

- Amor no me piensas explicar nada- hablo bajandome del auto.

- No hay nada que explicar preciosa, sólo tengo que decirte bienvenida a tu hogar, a tu nueva casa- Responde abrazándome con nuestro hijo en brazos.

No puedo creer lo que me está diciendo, este hombre es lo máximo. Hace unos meses le comenté que el apartamento se nos estaba quedando pequeño a medida que Ángel y Pongo crecían, y ya él vino y compro una casa, que digo casa, esto parece una mansión para nosotros cuatro.

Me abalanzo encima de él, lo abrazo, lo beso, lo estrujo, estoy tan emocionada y eso que no la he visto por dentro.

Subimos los cuatro escalones que dan a la terraza, y hay dos grandes mecedoras de cada lado, abrimos la puerta principal y ya quiero llorar, me encanta mi casa, las tonalidades de colores cálidos de las paredes, los sofás vinotinto y la cocina de mármol parecen un sueño.

Subimos los cuatro escalones que dan a la terraza, y hay dos grandes mecedoras de cada lado, abrimos la puerta principal y ya quiero llorar, me encanta mi casa, las tonalidades de colores cálidos de las paredes, los sofás vinotinto y la cocina de ...

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Recorro cada esquina de la casa con Juan Pablo y Ángel detrás de mí, mi habitación me encantó y ni hablar del jacuzzi que tenemos, ya me imagino la cantidad de cosas que haremos en el.  La habitación del niño parece un parque infantil, claro que sus tonos azules no los perdió.

-Dessi dime algo. ¿Si te gusta o no?- pregunta a mis espaldas.

Me volteo para verlo a los ojos y aguantando las ganas de llorar le contesto.

-Como me vas a preguntar eso amor, me encantaaa, estoy tan feliz. Gracias, gracias porque a diario te esfuerzas por ser lo mejor para mí. Te amo-.

-Ehh abesho mamá a papá- dice el chiquitín observándonos.

Definitivamente enfrente de él hay que tener mucho cuidado con lo que se hace. Decidimos pasar la tarde en nuestro nuevo hogar, mientras se hacen los preparativos para la mudanza.

Pedimos pizza con coca cola, porque hoy es un día feliz, y así lo celebramos nosotros. Nos sentamos en la mesa de vidrio que está en el comedor y apenas Juan Pablo abre la caja siento como el estómago me da un brinco.

-Uy pero ¿Qué tiene esa pizza?. Huele asquerosa- murmuro.

- Que va a tener Dessi, todo lo que te gusta a ti, champiñones, salami, maíz y queso- .

-Pues me gustaba, porque el maíz no me provoca para nada-.

Después de sacarle el maíz a mis porciones me comí todo bajo la extraña mirada de mi marido, cosa que ignoré porque tenía un hambre feroz. Ángel salió igual que nosotros, y le encanta la comida rápida, claro que no abuso al dársela.

A eso de las 8 de la noche llegamos al apartamento. Mañana es lunes, ambos trabajamos, y Ángel David va a su colegio, en el que empezó hace un mes y por lo visto le gusta mucho, el primer día lloramos JuanPa y yo mientras el nos decía adiós con su manito.

Aprovecho que mis hombrecitos están lavándose los dientes y me voy directo a mi cama, tengo demasiado sueño y si me despido van a querer leer un cuento y hoy no estoy para eso. Me arropo hasta la cabeza y de un momento a otro no se más de mí...

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora