Capítulo 6: El empleo soñado

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Miro por la ventana del bus, mientras voy de camino al hospital, por fin es miércoles y estoy feliz, solo espero que me tengan buenas noticias. Observo a las personas en sus quehaceres y por un momento me imagino como sería mi vida si me hubiera casado con Antony. <<Llena de engaños y mentiras>>, me respondo a mi misma.

Entro a la dirección a las 10 en punto de la mañana, y saludo al Doctor que me atendió ese día, él se levanta, me estrecha la mano y comienza a revisar los documentos que le entrego.

Después de un incomodo silencio dice.

-Señorita Vivas me temo que tendrá que renunciar a su actual trabajo, porque aquí la estamos necesitando inmediatamente, incluso me tomé el atrevimiento de redactar su contrato. El hospital la acepta con la condición de que haga el curso de nivelación por 6 meses, que se le dictará acá mismo en la Facultad de medicina.- anuncia amablemente.

Siento que la cara me duele de lo amplia que es mi sonrisa, de solo pensar que volveré hacer lo que me apasiona, no me importa los horarios, el sueldo ni nada del contrato, lo firmo sin esperar mucho y se lo entrego.

Me da un recorrido por el hospital, me explica cuáles serán mis funciones básicas, y me entregan los uniformes, junto a los accesos de las puertas.

-Mañana la espero a las 7 de la mañana señorita, para que inicie su primer turno de 12 horas. Bienvenida- recalca el Dr Silva.

Asiento y salgo del hospital, camino sin saber a dónde ir, ni a quien llamar para compartir mi felicidad. Me detengo fuera de un centro comercial, y decido comprar pizza para celebrar con mi mamá, quien mejor que ella, que me ha ayudado en todo.

Mientras hago la fila para pedir la comida, el celular comienza a sonar, lo contesto sin ver de quien se trata, lo coloco entre mi hombro y la oreja ya que tengo las manos llenas, con la cartera, los uniformes y el dinero para pagar la pizza.

-Holaaa buenos días- digo felizmente acercandome a la cajera.

-Preciosa. Buenos días, que ganas tenía de escuchar tu voz, ¿A qué se debe tanta efusividad?- dice el hombre que me trastornada últimamente.

Sonrío como una tonta, no sé porque este sujeto me pone así.

-Juan Pablo que bueno escucharte, estoy feliz porque tengo un nuevo trabajo, soy otra vez la Licenciada Vivas-.

-¿Y eso. Cómo...? Te felicito preciosa te mereces eso y más, pero esto tenemos que celebrarlo. ¿Donde estás? Te invito a almorzar-.

- Justamente estoy en una pizzería, si quieres nos vemos acá, en el Centro Comercial Caribe-

-Perfecto preciosa llego en 20 minutos, estoy cerca-.

Me siento a esperar a que él llegue para que pidamos juntos. Juan Pablo es la última persona con la que pensé en celebrar, y más desde ese mensaje que me mandó y que nunca respondí, no sé ni cómo verlo a la cara. <<actúa normal Dessi, deja que las cosas fluyan>>me recita mi subconsciente.

Lo veo entrar con su típico traje de empresario, y esa barba perfectamente sacada y siento como mis pantis se humedecen. <<el día que tenga a este hombre desnudo frente a mí, creo que tendré un orgasmo con solo verlo>>. Él me ve, sonríe y se acerca hasta mi mesa. Yo me levanto dejándome llevar por la alegría del momento y cuando estamos frente a frente le digo;

-JuanPa que bueno que llegaste-.

Él me ve extrañado, me abraza fuertemente, se acerca a mi oído y dice -¿Me llamaste JuanPa?. Siéntete dichosa, así solo permito que me llame mi abuela y ahora tú preciosa, y eso porque me encanta como se oye de tus labios-.

Sonrío porque no sé que más hacer, que estúpida soy << ¡JuanPa!, como si fuéramos los más íntimos. Definitivamente la alegría me distorsiona la razón>>. Me entrega una rosa blanca y comenta:

-Felicidades Licenciada-. Le agradezco con una sonrisa llena de temor, terminó siendo romántico y eso me aterra.

Pedimos la pizza y le cuento todos los detalles de mi nuevo empleo... Se ofrece a llevarme a la tienda de calzados para que renuncie y yo acepto.

Salimos de la pizzería y me siento extraña caminando al lado de él, su altura y su elegancia me intimidan. Agradezco al cielo que hoy me puse mi mejor traje, falda de tubo negra, camisa de seda blanca y tacones puntiagudos. Juan Pablo me agarra la mano mientras caminamos al estacionamiento y yo ladeo la cara para verlo, él sonríe y me dice.

-Solo es para que los curiosos de los periodistas vean que no estoy solo. Sé buena amiga preciosa-.

Ósea este imbécil me está usando, quito mi mano bruscamente y le respondo señalándolo con el dedo.

-Si quieres aparentar frente a la gente que sales con alguien, búscala pero a mí no me uses para eso, te lo agradezco-.

Su carcajada me hace molestar más, no entiendo que le causa risa.

-Definitivamente enojada te vez muchísimo más bella- anuncia sin dejar de mirarme. <<mantente sería Dessire, no caigas en las cursilerías de los hombres>>. No digo nada y subo a la camioneta.

El recorrido lo hacemos solo con el sonido de la música y mi respiración que está acelerada. Cuando aparca frente a la tienda, intento quitarme el cinturón y no puedo, se atascó.

-Déjame ayudarte dice él-. Se inclina sobre mí, siento su respiración en mi cara y juro que perderé el control si tarda un minuto más. Cuando lo desabrocha levanta la vista y pasea su mirada de mis labios a mis ojos, y yo solo respiro y trago, se acerca más y creo que me va a besar, pero no lo hace, estira la mano y me abre la puerta
-Qué tengas lindo día preciosa-.

- Lo mismo- digo mientras me bajo, no puedo creer que cuando estuvo a punto de besarme, me echó. No lo soporto es un engreído, solo porque no quise seguirle el jueguito de parecer novios.

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora