Capítulo 23: Romanticismo masculino

5.1K 259 2
                                    

El clima está como para dormir por horas, llevamos un día encerrados por las fuertes lluvias y creo que no podré aguantar ni un minuto más alejada de él. Sigo removiendo el chocolate sobre la estufa, mientras recuerdo la cara de tristeza que puso cuando le dije que estábamos separados.

Ha respetado mi decisión, él sigue durmiendo en la habitación de Deivis y yo en la mía. Cocinamos y vemos televisión juntos pero como buenos amigos <<¿A quién quieres engañar Dessire?>> me regaña mi subconsciente.

Me siento a su lado en el sofá, le ofrezco una taza de chocolate y comienzo a desenredar mi cabello, desde que llegué a Venezuela no me he peinado, y mis rizos se han convertido en nudos.

Él me ve sonriendo -¿De qué te ríes?- pregunto - Nada, sólo es que me encanta tu cabello y me hace gracia verte pelear con el-.

Lo ignoro y sigo peinándome. Desde esta mañana Juan Pablo está muy raro, no para de chatear con su celular y sé que se trae algo entre manos. Termino con mis nudos y voy directo a la ducha.

Toca la puerta haciéndome sobresaltar -Dime, me estoy bañando-.

-Preciosa apúrate, ya escampó y nos están esperando- responde emocionado.

Abro la puerta ya vestida con un short de jeans y una blusa de tiritas, él me detalla fijamente sin decir nada -¡Hey! ¿cómo que vamos a salir? Mañana regresamos a Colombia- hablo llamando su atención.

- Y vamos a regresar mañana mi amor, pero hoy iremos a un lugar que te encantará- Lo miro con la ceja enarcada -¿A dónde?-.

-¡Sorpresa! Preciosa- dice con efusividad, me jala del brazo para que termine de salir del baño
-Vamos apúrate-.

La curiosidad me está matando, Juan insistió en que lleváramos mi maleta y su bolso, lo más raro es que vamos caminando por la comunidad en la que vivo, tres cuadras más tarde llegamos a un campo abierto en el que Deivis, los Backstreet Boys y yo volábamos cometas cuando éramos niños.

En medio del campo hay un helicóptero, ladeo mi cabeza para verlo y está sonriendo, no pregunto porque sé que no me dirá, subimos, saluda al piloto y me presenta como su novia, obviamente no lo desmiento, pero con la mirada que le di, sabe que hizo mal.

Tenemos 20 minutos en este aparato ruidoso y lo único que se divisa de aquí arriba es el mar, una hermosura de aguas cristalinas. Por fin hemos llegado, no se donde es esto, estamos en otro campo menos grande que el de mi comunidad.

Al bajar Juan Pablo me da la mano, a lo lejos se ve la playa, atravesamos el campo y llegamos a un hermoso pueblo, leo un cartel de una posada y no lo puedo creer "Bienvenidos a Los Roques".

-Te voy a decir una cosa Juan Pablo- me ve asustado y yo continúo -¡Eres lo máximo!- se ríe y responde:

-Me asustaste, pensé que no te había gustado la Sorpresa-.

-Me encantó... siempre había querido venir, incluso hace años teníamos todo listo para unas vacaciones, pero a Deivis y a mí nos dio varicela-.

-Qué bueno que yo pueda hacer realidad tus sueños preciosa, espero que tú también lo hagas con el mío- lo observo extrañada porque no entiendo a que se refiere.

Ven dice tendiéndome la mano, caminamos hacia el muelle que conduce a donde están las lanchas, Juan Pablo se detiene a mitad del puente de madera y se agacha, me señala para que también lo haga, y al asomarme a donde él me indica, veo escrito: "SI. J.P.E" junto a un corazón.

Se levanta y me ayuda a hacerlo a mí -Explícame- le pido.
-Luego Dessi, vayamos a la posada a cambiarnos primero- hago pucheros, porque muero por saber que tienen que ver esas letras con el sueño que quiere que le haga realidad.

Me coloco un traje de baño floreado azul y él un short azul, esta vez no fue coincidencia, sino que esperó a que yo saliera del baño para vestirse él, tenemos una sola habitación y no sé cómo haré para dormir esta noche a su lado sin sucumbir a sus encantos.

Nos sentamos frente al mar, cierro los ojos sintiendo la brisa en mi rostro, respiro profundo mientras dejo que mi mente vuele. Sus dedos tocan mi espalda haciéndome pegar un brinco.

-¿Qué significa esto?- pregunta tocando mi tatuaje.

- Es mi columna vertebral- respondo aguantando la risa.

-Muy graciosa, me refiero a las rosas de tu tatuaje-.

-Primero no son rosas, son flores de cayena- contesto con voz firme y la mirada perdida en las olas -simbolizan a las personas más importantes de mi vida; la azul es por papá, él representa la estabilidad y armonía; la morada por mamá, ella ha sido mi serenidad y fuerza para lograr cada meta trazada; y la amarilla por Deivis, él es quien me da alegría y complicidad.

Se queda callado pensando -¿Y por qué te lo hiciste en la mitad?.

-Estás como preguntón hoy- digo guiñándole un ojo -Dejé ese espacio arriba y abajo porque pienso seguir agregando flores, yo sé que llegarán más personas importantes a mi vida- volteo para verlo a los ojos y agrego -o quizás ya llegaron-.

Curva la comisura de sus labios, pero no termina de sonreír, lo noto extraño, está muy callado y pensativo -¿Juan Pablo que significado tienen esas letras del muelle? Lo interrogo.

Resopla, clava sus ojos en el mar y responde -Hace años estuve aquí, en esta misma playa, había conocido una chica en el Instituto y aunque no teníamos nada, yo vivía suspirando por ella, veía lo felices que eran mis padres y sabia que yo quería ser como ellos... me senté justo donde están las letras y juré que el día que encontrara a la mujer de mi vida, la traería aquí para pedirle matrimonio y luego nos casaríamos a pies descalzos en la arena-.

No salí corriendo por educación, pero me quedé muda. Ni siquiera quiero voltear para verle la cara. JuanPa suspira profundamente y continúa hablando.

-Cuando te conocí y dijiste que eras venezolana, pensé que era demasiada coincidencia que fueras del lugar donde hice la promesa, y cuando toque tu mano por primera vez y sentí esa corriente entre ambos, sabía que todo cambiaría con tu llegada-.

No lo dejo continuar, me acerco a él, tomo sus manos y agrego -Mi amor gracias por ser tan bello y especial conmigo, pero yo no estoy preparada para casarme todavía, no después de lo que pasó con Patricia- intenta interrumpirme y no lo dejo, coloco la palma de mi mano sobre su boca;

-Entiende por favor, me siento herida, me dolió muchísimo ver esas fotos aunque sea una farsa, te prometo que saldremos adelante-.

Asiente y antes de que pueda decir algo más, le suelto lo que decidí hace horas -JuanPa sabes que te amo, pero necesito distancia, por eso mañana cuando regresemos a Colombia, volveré a casa de mi mamá-.

Me ve derrotado, lo abrazo y él me besa como tenía días sin hacerlo...


Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora