Integración, planificación, obligación.

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—¿Qué significa esto? ¿Quiénes son ellos? —preguntó Astrid al ver la familiaridad que tenían el hada y el gnomo para los recién llegados.

—Reina Astrid. —llamó Lavander, la cual ayudaba a una adulta hada que resplandecía por lo grande de sus alas y la corona dorada que posaba en su cabeza, pero cuyo porte en ese momento era de un ser totalmente agotado.

—¿Tu la conoces Lavander? —preguntó Hiccup agachándose a su altura al igual que Astrid.

—Sí, ella es mi madre. —presentó la angustiada hadita. —Y ellas mis hermanas. —Señaló a las otras dos hadas que estaban por detrás de ella, una que relucía en un color plateado y la otra que tenía un porte más de guerrero.

—Y ellos son mis padres. —presentó Bo a los gnomos que se le habían montado encima temerosos por ver a la bestia en persona. —Mi padre Bu, mi madre Ba, y mi hermanita Bi.

—Vaya nombres. —opinó Toothless entre encías.

—Entiendo... pero ¿qué hacen aquí? —preguntó Astrid aun sin comprender.

La reina de las hadas dejó de apoyarse de su hija para poderse presentar formalmente con la famosa bestia del castillo de la que había escuchado hablar, la reina de los humanos desaparecidos.

—Hace tiempo un lobo llamado Kiba nos echó de nuestras tierras junto con otras criaturas, después de buscar por días nos establecimos en otro lugar lejos de ellos y donde creíamos podríamos estar seguros; sin embargo, hace días la tierra tembló y lo poco que habíamos construido se vino abajo. —explicó cabizbaja. —Ya no teníamos a donde ir, entonces escuchamos de la bestia humana y los dragones que habían derrocado a ese lobo, por eso vinimos aquí, para pedir por favor nos deje establecernos aquí, dicen que el centro es el único lugar donde no tiembla además que las criaturas que sólo quieren paz pueden vivir en armonía.

Astrid se sobresaltó, no esperaba que en las afueras del castillo las criaturas pensaran eso de ella y los dragones.

—Reina Astrid, por favor... —pidió Lavander. —¿pueden quedarse aquí en el castillo?

—Por fis, por fis. —rogó Bo junto con su asustada familia.

—Astrid, ¿qué harás? —preguntó Hiccup preocupado.

La bestia lo pensó, ciertamente eran criaturas muy pequeñas que no ocuparían mucho espacio, pero igualmente podrían necesitar de ciertos cuidados, por lo que no era una decisión sencilla.

—Por favor reina. —rogó la líder la hadas.

—Madre no ruegues. —regañó Mala, el hada con porte de guerrero. —Si no quiere, podemos seguir buscando.

—¡Oye, ni siquiera conoces a la reina Astrid! —defendió Lavander.

—Calma Lavander. —Intervino el hada plateada de nombre Atali. —Pero en realidad no queremos causar problemas, de hecho, pensábamos ofrecer nuestros servicios, ya que no planteábamos venir aquí en calidad de refugiados.

El hada plateada, parecía ser la más sensata de las hermanas, ya que hasta su forma de hablar era igual al de la reina.

—No se peleen por favor. —Pidió Astrid. —No tengo problemas...—suspiró. —Pueden quedarse, eso si no les importa convivir con humanos, trolls y dragones, los cuales por cierto están incubando a sus hijos.

—Eso es maravilloso. —voló Atali hacía ella. —A mis hadas plateadas y a mí nos encantan cuidar a los bebés de diferentes criaturas, podrías apoyar en su labor.

—¿Eso es cierto? —preguntó Toothless y Hiccup a Lavander.

La hadita sólo resopló con fastidio, ciertamente Atali era su hermana favorita a diferencia de la gruñona de Mala, pero esta a veces solía ser tan perfecta que la desanimaba.

El herrero y la bestia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora