Abriendo el corazón Pt1

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Un poco tarde y tuve que dividirlo

Que lo disfruten

Capítulo 11.

Abriendo el corazón

Parte 1

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Sus quejidos llorosos eran lo único que hacía eco en aquella desolada habitación rodeada de estatuas de piedra; todo había pasado en sólo un instante, tan rápido que era imposible poder procesarlo. La pequeña niña, que ahora lucía como una bestia azulada, no captaba de toda la realidad y menos lo que creía haber perdido por causa de un ser divino; y no había más vida en ese lugar más que ella pues el dragón de color negro se había marchado en cuanto tuvo la oportunidad.

El shock seguía en ella que muy apenas podía moverse, sentía que el cuerpo le pesaba demasiado como para hacerlo; sólo alcanzó a ver sus nuevas manos y brazos cubiertos por escamas y adornadas por una garras en lugar de uñas. Gimoteó una y otra vez al verse maldita y al ver a su alrededor cayó en cuenta que no sólo era ella, sino todos los que habían estado en aquella habitación, incluyendo a cuatro niños que tuvieron la intención de ayudarla y a los cuales había rechazado cruelmente horas atrás.

—Ruffnut...Tuff...Snotlout... Fishlegs...

De uno a uno empezó a nombrar a todas las personas que conocía, incluyendo a Leny, cuyo cuerpo había quedado petrificando en plena huida.

"Tenía que hacer algo", "tenía que buscar ayuda": fue lo primero que cruzó por su mente, y pese a que no quería moverse con ese cuerpo lo hizo; caminó de lento a rápidamente entre la pila de estatuas rumbo a la salida del gran salón gritando y suplicando por ayuda, pero en el exterior la realidad fue peor, su pueblo, el cual destacaba por estar siempre en orden y con casas perfectamente construidas ahora era lo opuesto, parecía como si un terremoto hubiera sacudido al pueblo y no sólo eso, las personas que no habían acudido a la ceremonia también se habían convertido en piedra, los animales de granja se habían escapado y deambulaban en el pueblo fantasmas a sus anchas, y no sólo ellos, también algunos cuantos animales pequeños y salvajes que sin humanos se atrevieron a dar un vistazo al pueblo y a las personas convertidas en estatuas.

—¡NO TE LE ACERQUES! —gritó encolerizada a un pequeño conejo que se había atrevido a olfatear a una anciana pueblerina que quedó petrificada en el pequeño pórtico de su casa. —¡LARGATE!

—"¡No me mates!" —escuchó decir al esponjoso animal.

— ¿Qué? —se cohibió al darse cuenta que podía entender el idioma de aquel conejo.

El pequeño animalillo aprovechó su aturdimiento para salir corriendo no sin antes referirse a Astrid como una "bestia loca".

Una vez que se fue, Astrid recobró la conciencia y notó algo de particularidad en su maldición: podía entender el habla de los animales.

Ilusamente pensó que si podía entenderlos estos animales podrían ayudarla; sin embargo aquel plan no funcionó tal como quería, ya que toda criatura que encontró curioseando o inclusive los animales de granja, salieron huyendo temerosos no porque fuera un humano, sino porque era una bestia desconocida. Fue entonces que concluyó que con ese aspecto ni los humanos de estar vivos se le acercarían, tal como había pasado con su padre cuando quiso matarla (por segunda ocasión).

Cuando Astrid se vio de nuevo en la soledad absoluta se dejó caer de rodillas y lloró en silencio al considerar que no había nada qué hacer; era una bestia, estaba sola y atrapada en una isla.

El herrero y la bestia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora