Revelación

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BERK.

Faltaban unos cuantos días para el solsticio de primavera, las nevadas se habían extendido por más semanas después del final del año lunar, pero con la casi llegada de la nueva estación, el hielo alrededor del territorio de Berk comenzó a derretirse, permitiendo a los barcos pesqueros salir a expediciones para conseguir comida, así como a los leñadores madera en los renovados bosques, y por supuesto el ejercito de Drago se preparaba para salir a las nuevas exploraciones.

Mientras tanto, Liris seguía investigando sobre Drago, algo que le ayudara para chantajearlo o destronarlo como jefe, pero nunca podía dar con su recamara secreta, en donde el jefe guardaba sus principales tesoros, sólo se la pasaba en el aula común, donde este se solía reunirse con todos sus súbditos cada noche, y donde ella tenía que soportarlo cada vez que terminaba la reunión con estos.

—Por fin este maldito invierno está llegando a su fin, querida niña, dime si ¿por fin ha llegado mi momento?

—Nada ha cambiado amo Drago. —respondió Liris con voz neutral. —Mis premoniciones no han cambiado en absoluto, sigue siendo los mismos.

—¡Argggg! ¡Pues haz un esfuerzo! Porque lo único que me has dicho una y otra vez, es que ¡YO! Llegaré a Vanaheim y me enfrentaré a un caballero de armadura negra y a una reina.

—Es todo lo que he visto, más eso no incluye que yo tenga la ruta de dónde queda ese lugar... ¡tal vez si dejara de abrumarme tanto!

—¿Te atreves a desafiarme? —la tomo Drago del mentón para apretarla.

—Lo siento. —gruñó la seid lo más amable que pudo. —Pero le suplico, por favor, me deje concentrarme... algo en mi me dice que si lo hace le podré dar lo que usted quiere.

Con la firme actitud de la seid, Drago lo pensó y la soltó con rudeza, no le convenía deshacerse de ella, puesto que, aunque no le hubiera dado la ruta exacta de Vanaheim, ella había acertado con muchas cosas, como la nevada de la que apenas se recuperaban.

—Está bien, pero más vale que pronto hagas funcionar esa habilidad tuya... no soy muy paciente y tampoco pienso esperar más.

—Amo, se lo prometo, haré lo posible por cumplir sus deseos. —reverenció Liris hipócritamente.

—Bien, ya te puedes ir... tengo que organizar a mis hombres para una nueva expedición.

La aliviada seid hizo una nueva reverencia y se encaminó a la salida, sin embargo, antes de que pudiera poner un pie fuera, unas nuevas imágenes en su mente la hicieron pararse en seco: una noche de luna llena en mar abierto, las aguas destellaban en un extraño fulgor donde se podían apreciar unos corales y la siluetas de ¿unas bestias marinas?

—¿Qué es eso?

—¡¿Qué dijiste niña?! ¿Estás viendo algo? —estrujó Drago para hacerla reaccionar.

—Una visión, vi ... vi ¿dragones? — contó confundida.

—¡¿Dónde?! —siguió estrujándola el jefe.

—Un lugar, eh... no sé dónde es, pero vi que hay unos farallones y en el fondo unos corales, los dragones se iluminaban o eso parecía, lo siento, es todo lo que vi...

Sin embargo, eso fue suficiente para Drago, quien sonrió con cinismo, sabía que había alrededor de todo su territorio y eso incluía los famosos corales del norte que estaban muy cerca de los farallones.

—Muy bien hecho mi linda niña. Sin darte cuenta acabas de hacerme muy feliz. —acarició Drago su cabello. —Con la información que me acabas de dar, te has hecho acreedora a una vida de paz y de lujo, prometo no volver a abrumarte ni a torturarte siempre y cuando tu sigas diciendo todo lo que ves en tus visiones.

El herrero y la bestia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora