Capítulo 12 - Necesito Ayuda.

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Natalia Prov:


Era ridículo como unos simples besos habían hecho que el ambiente pesara y que mi misma sangre hirviera de manera impresionante. Los besos de Makis seguían torturando mi cuello con torpeza, todo gracias al alcohol que circulaba por su cuerpo, pero yo no lo estaba, más bien, mis sentidos estaban totalmente despiertos, a la espera de poder actuar; junto a mis instintos más bajos, mi sentido común gritaba de manera débil pero realmente molesta.

—Princesa. — Jadeé tomando su cabello con fuerza para jalar hacia atrás, dejando a mi disposición ese cuello canela. — Detente ahora, porque si no lo haces, mi mente explotará.

Makis jadeó en protesta, y la muy tramposa llevó sus sedosos dedos a mi cabello. — ¿Quieres que pare? — Esa voz ronca y lenta me hizo estremecer, y casi por instinto mis labios bajaron hasta posarse abiertos sobre el cuello de mi hermosa pequeña. — Porque yo no quiero que pares. — Ese tono bajo y sensual mandó mi maldito sentido común al demonio.

Estampé su cuerpo con violencia contra la pared, succionando con fuerza sobre su pulso y mitigando el ardor con mi lengua; sin descaro, Makis abrió esos tentadores labios para soltar un gemido.

Mis manos, un poco hartas de mantenerse en el mismo lugar migraron directo hacia a sus muslos, levantándola conta mi cuerpo y enrollando sus firmes piernas en mis caderas; sus pequeñas manitas, también impacientes, tomaron mi cabello para arrastrar su boca por mi mejilla y terminar en mis labios, besándome con la misma pasión que se vio desencadenada en un principio, introduciendo su traviesa lengua en mi boca, arrancándome jadeos de satisfacción por sentirla contra mi cuerpo.

—Me encantas. — Gruñí contra sus labios.

Nuestros cuerpos cayeron pesados a la cama, yo arriba y ella completamente bella bajo mi cuerpo; me permití observar sus ojitos brillantes, tan perfectos y redondos, su nariz respingada, sus labios entreabiertos, brillantes por los besos compartidos; ella era la imagen de la perfección.

Mis dientes cepillaron su barbilla, y mi mano, un poco torpe comenzó a acariciar con suavidad el borde de su pantalón. Cuando la palma de mi mano se posó abierta sobre vientre, ella gimió con fuerza, despertándome del transe en el que me encontraba.

¿Qué demonios le estaba haciendo? ¿Pensaba aprovecharme de su borrachera? ¿Y si ella no me quería a mí? ¿Si esto solo eran unos efectos del alcohol? No le podía hacer esto, no podía simplemente aprovecharme de ella cuando mi corazón estaba deseoso de tener su cariño, su amor real.

— Makis, — intenté captar su atención, porque ella seguía con sus ojitos cerrados esperando el siguiente beso, — no puedo hacerte esto borracha, no puedo aprovecharme de ti. — Mis manos comenzaron a vagar por sus mejillas sonrojadas, mientras mis ojos buscaban desesperados los suyos que se estaban abriendo poco a poco. —No...no puedo hacer esto.

Intentó levantarme. Ella no me deja, abraza mi cuello con fuerza, refugiándose ahí.

— No me dejes sola. — Suplicó con voz amortiguada, derritiendo mi corazón por completo.

Acaricié su mejilla. — No pienso dejarte sola, nunca. — Afirmé mientras buscaba su aprobación, la que llegó unos segundos después con un lento asentimiento. — ¿Tienes sueño princesa? — Pregunté al ver sus ojitos un poco cerrados. Ella nuevamente asintió. — Debes dormir, de lo contrario la resaca acabará contigo mañana. — Esta vez rio con fuerza, una carcajada que revoloteó mis entrañas dejándome hipnotizada por sus dientecitos que asomaban por la comisura de su labio. — Estás borracha como una cuba.

—Estoy bien. — Defendió, pero su voz demostraba lo alcoholizada que estaba.

La apunté. — Apuesto a que ni siquiera puedes caminar.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora