Capítulo 29. - Eres la luz que me guía.

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Makis:

El viaje había sido largo y la comida del avión no era la mejor que digamos, así que el hambre me estaba matando de muchas maneras posibles; el estómago me rugía con furia y aún quedaban la tarea más importante, hablar con mamá sobre lo que pasaba con Natalia.

No sabía como ella reaccionaría, pero tampoco podía permitir que el tema pasara por días, cuando ella podía estar enfrentando a sus padres en ese mismo momento. Además, tenía que estar completamente dispuesta a la batalla para cuando ella necesitase de mi mano para enfrentar a David.

—Mami. — Llamé su atención mientras curioseaba en el refrigerador. — ¿Te irás a dormir pronto? — Ella me miró curiosa, a la espera de que dijese algo más de lo que me apetecía. — Es que quiero hacer algo de comer y además quiero hablar contigo.

— No amor, te acompaño. — Respondió con entusiasmo, brindándome una sonrisa llena de cariño. — ¿Qué harás de comer? — Con la misma mirada, llena de ternura me rodeó con su brazo, dando un suave beso en mi sien. — Te extrañé, mi vida.

— Yo también te extrañé mamita. — No dudé en devolver su abrazo con fuerza. — ¿Quieres algo de pasta? Es algo que tengo ganas de comer desde hace días. —Susurré distraídamente, mientras tanto, hurgaba en los armarios para reunir mis ingredientes. El celular comenzó a sonar con fuerza, recordándome que lo había olvidado en la mesa de noche. — Mami ¿Puedes responder por favor?

— Claro amor. — Susurró caminando distraídamente hacia donde estaba.

Ella respondió desde lejos, permitiéndome escuchar únicamente sus respuestas a lo que la otra persona decía. Lamentablemente, la conversación inconclusa era mucho más tortuosa que la conversación completa.

— ¿Bueno? — Luego de eso, un silencio horrible. — No, no está durmiendo, ella se estaba preparando para cocinar. — Pronto, unos suspiros asustados molieron mis oídos. —¿Qué pasó? — Un jadeo. No sabía si de preocupación o de alivio escapó de sus labios. — No te preocupes Daniel, yo la llevo en este instante. — ¿Daniel? ¿Con quién se supone que está hablando esta mujer? — Por favor cálmate, ya llegaremos allá

—¿Qué pasó mamá? — Pregunté más por curiosidad de descubrir con quien hablaba. — ¿Quién era?

Para mi sorpresa, Adriana Botero cruza su cuerpo frente a mío y apaga la estufa para apartarme de ella sin la más mínima explicación

— Bebé, tu cena va a tener que esperar. — De inmediato se giró para buscar lo que hace unos tenemos que salir, ahora.

Y lo siguiente que veo, es mi abrigo siendo tirado con fuerza en mi dirección. Mi mamá ni siquiera se tomó el tiempo de explicarme, solo me abrió la puerta y luego se giró para tomar su celular.

—¿Qué pasó, mamá? — Pregunté antes de que saliera por la puerta, tomando sus brazos para detener su avance despavorido. — Mamá, ¿quién estaba llamando?

— Me llamó Daniel, él estaba muy alterado. — Respondió acariciando con suavidad mis hombros. — Me dijo que Natalia estaba mal, que te necesitaba y que quería hablar contigo. — No puede ser, no puede ser. — Me dijo que había pasado algo con David, pero que no era bueno hablarlo por teléfono...

— Vamos de inmediato. — Corté con rapidez. — Y mamá, por favor conduce lo más rápido que puedas. — Pedí con el alma en un hilo.

No se supone que esto fuese así, se suponía que yo debía estar a su lado cuando se enfrentase a David, se supone que yo debía evitar que él le hiciera daño o que la volviese a insultar. Era una imbécil, una completa incompetente por dejarla sola, por no estar a su lado, por no prever que ese imbécil no le daría un segundo de tregua.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora