Capítulo 41. - Venganza.

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Jaime.

Desde hace dos días que mis medios se habían llenado de fotos con Natalia y Makis abrazándose, besándose, mirándose, existiendo básicamente. Ellas habían confirmado su relación al mundo, aunque en realidad ya desde hace tiempo que había sospechado que esa persona que había enamorado tanto a Makis, había sido ella.

Estaba feliz, realmente feliz, porque la carita de Makis era de real alegría y de completo enamoramiento. No había forma alguna de que alguien repudiara ese amor que aspiraba a ser tan puro y entregado; fue tal esa alegría que me invadió, que, pese a no tener gran contacto con ella desde hace algún tiempo, decidí mandarle un mensaje.

Makis De Angulo.

Me acabo de enterar de tu relación.

Y no sabes lo que me alegra verte tan feliz.

Espero que Nati te cuide mucho.

Y que siempre tengan esos ojos tan enamorados la una con la otra.

Te quiero, Makis.

Jaime.

Supongo que tu ya suponías quien era esa persona que me gustaba.

Gracias por el apoyo.

De verdad me alegra mucho.

Yo también te quiero.

Visto a las 22:12

Al final, esa era relación que teníamos con Makis, una repleta de cariño por los recuerdos lindos que habíamos experimentado y con profundo respeto frente a las decisiones del otro. No éramos de esos amigos que se juntaban los fines de semana a comer o que nos frecuentábamos, pero si éramos de esas personas que se sonreían sinceramente y se apoyaban en su decisión.

En fin, me tenía que ir a trabajar y tenía que producir para mi mismo, pero ni siquiera alcancé a llegar al carro, porque alguien me tomó del brazo de improvisto y me arrastró hacia un lado de la calle.

—Hola, Jaime. — Susurró esa voz un tanto trémula y perdida que conocía a la perfección. — Estaba ansioso por verte.

— David, hola. — Murmuré un poco perdida por su aparición. — Hace tiempo que no sabía de ti. — Suponía que, en realidad, su visita no tenía que ver con mera cortesía. — ¿En qué te puedo ayudar?

— Amigo, tenemos un tema pendiente, ¿Puedes hablar ahora? — Sonaba apresurado y algo nervioso. — Mi casa queda cerca de acá, solos nos demoramos unos minutos.

Sus ojos seguían teniendo una especie de destello lleno de locura y no solo eso, sino que parecían estar sumergiéndose en una especie de locura impregnada en su retina. Lo mejor era hacer todo esto por las buenas y averiguar que era lo que realmente quería de mí.

— Claro, ningún problema. — Le di una sonrisa forzada. — Déjame enviar un mensaje a la oficina para avisar que llegaré tarde. — Tecleé distraídamente un mensaje vago a mi amigo y devolví la vista hacia él. — Bueno, vamos. No sé qué tenemos pendiente, pero parece ser urgente.

—Créeme, te interesa. — Apunto al carro estacionado a unos metros de nosotros. — Sube, luego te vengo a dejar.

Había algo en todo esto que no me gustaba en absoluto, pero también sabía que era David, el chico con el que había compartido tantas veces; él no podía ser malo, no había forma alguna de que fuese algo malo, ¿no es así?

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora