Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] Reescrita

Capítulo 27. - Se acabó la paz

Makis:

—¡POR FAVOR DESPIERTA, MAKIS DESPIERTA! — El grito de Natalia me sacude con violencia, sacándome del sueño profundo en el que me encontraba.

Por inercia tiro mi mano hacia el lado, viendo la hora en el celular. ¿Por qué demonios esta loca me despierta las 4 de la madrugada?

Prendí la luz con un especial mal humor, completamente dispuesta regañarla por estar gritando a estas horas. Apenas lo hago me doy cuenta de que sigue dormida y no solo eso, sino que también está llorando copiosamente.

Me senté a su lado, moviendo con ternura su hombro. — Nati. — Pero ella no despertó. — Mi amor, despierta. — Moví un poco más fuerte sus hombro.

—¡Makis, no te mueras, por favor! — Gritó con desespero, moviendo efusivamente para desprenderse de no sé qué demonio que apresaba su cuerpo.

Natalia se sentó con fuerza en la cama, mirándome con los ojos muy abiertos pero sin llegar a verme del todo; ella solo estaba ausente, analizando todo a su alrededor mientras soltaba lágrimas con fuerza. Finalmente, un sollozo me corroboró que ella seguía respirando, luego me abrazó con fuerza, apretándose contra mi pecho como si alguien la estuviera aceptando.

La puerta casi se vino abajo al minuto siguiente, mostrando una fiel imagen de los tres chiflados en versión mujer. Juliana estaba con un zapato de tacón alto, Camila con un libro y media cara tapada por un antifaz, y Olga traía consigo un cuchillo de mantequilla.

¿Alguien me quiere explicar qué demonios piensan hacer con esos objetos?

— ¿Dónde ta' David pa' matarlo? —Vociferó Juliana, comenzando a dar un tétrico paseo por la habitación.

En cierto modo era chistoso, Juliana asemejaba a un león asechando a su presa, por otro lado, Camila y Olga eran como dos leones perezosos que acababan de comer y luchaban infructuosamente por mantenerse despiertas.

— ¿Por qué estaría David acá? — Pregunté con cierta ironía. — Por favor, ya bajen esas cosas.

De inmediato volví a centrar mis ojos en el cuerpo encogido de Natalia y en su rostro completamente escondido en mi vientre, como si quisiera esconderse del mundo completo. Mi mano pasaba por su costado, intentando transmitirle esa serenidad que ella necesitaba.

— Natalia grito el nombre de David. — Susurró mientras arrastraba los pies para sentarse a mi lado. — Gritaba que parara. — Terminó Camila al momento que su cuerpo cayó pesadamente en mi cama vacía.

— ¡Estúpidas! — Bufé con fastidio. — Tuvo una pesadilla ¿qué no es obvio? — Poco a poco sentí que ella iba soltando de a poco su tenso agarre. — ¿De verdad Juliana? ¿Pretendías enfrentarte a David con un zapato. — Le apunté el objeto con desdén.

— Fue lo primero que encontré. — Se defendió fielmente. Claramente Juliana no se iba a hundir sin antes intentar salvarse.

De inmediato soltó el zapato para subirse a la cama, abrazando a Natalia con cuidado para no aplastarla mucho. Camila y Olgui se arrodillaron a un costado de la cama, acariciando la espalda de mi chica con extremo cariño.

— Tranquila bebé. — Susurró Cami besando su hombro. —Solo fue una pesadilla, ese monstruo no está aquí.

— Además, si llega a aparecer, estamos listas para defenderte. — Olgui apoya la premisa de Camila con suaves masajes en la espalda de mi castaña.

Natalia poco a poco iba relajando su rígido cuerpo, terminando por acomodarse completamente de espaldas con la cabeza en mi regazo. Juliana volvió a acomodarse, apoyando su barbilla contra el vientre de la castaña, mientras que Olgui pasaba el brazo por sobre las piernas Nati y Cami la tomaba la mano.