Capítulo 32. - Miedo.

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Natalia:

—¡Natalia! — El grito lleno de rabia de ese monstruo había logrado paralizarme por completo. — ¡Ven aquí, maldita perra traicionera!

Quería gritar, quería correr, quería hacer algo que fuese mínimamente seguro para integridad física. Pero parecía que nada lograba despertarme, solo podía enfrascarme en sus ojos inyectados de sangre y en la manera completamente inestable que tenía de caminar con una botella entre las manos.

Makis tomó mi brazo, y a duras penas logró arrastrar mi entorpecido cuerpo hacia donde ella quería. No sabía exactamente hacia donde estaba caminando, solo sabía que el miedo me había paralizado y que solo estaba siendo arrastrada por ella.

Makis nos adentró al estudio y alcanzó a trancar la puerta antes de que la rabia desmedida de ese monstruo sediento de sangre me alcanzara. Sus ojos también tenían miedo, uno que no lograba dejarse traslucir por la aguerrida forma de amar que tenía.

El primer golpe en la puerta lanzó mi cuerpo hacia atrás trastabillando hasta dejarme contra la pared más lejana. El segundo golpe debilitó mis piernas y me hizo temblar como si estuviera recién aprendiendo a andar. El tercero me lanzó directo a una agujero en el que solo podía recordar su aliento contra mi cuello y su cinturón abriendo la carne de mi espalda.

— Abre la puerta, Natalia! — Gritó impactando su cuerpo contra la puerta. — ¡Abre ahora, sabes que esto es lo peor para ti! — Advirtió con tono gélido. — ¡Si no abres, juro que cuando te saque, desearás no haber nacido!

Mi cuerpo completo se transformó en un manojo de nervios que se retorcía en una esquina, esperando a que él arremetiera en mi contra hasta dejarme reducida a despojos. Este sería mi acabose y lo único que podía hacer, es llorar como si el mundo estuviera a punto de derrumbarse sobre mi cabeza.

Camila:

Todo indicaba que este sería un desastre completo, partiendo por el hecho de que una de nuestras amigas parecía una pequeña niña a punto de romperse en mi pedazos. Makis seguía pegada a la puerta, como si en contra de cualquier pronostico, ella pudiera mantener a la persona embravecida del otro lado de la puerta. Natalia sollozaba con fuerza, apretando con fuerza sus piernas contra su pecho.

No comprendía nada de lo que pasaba, y tampoco comprendía las razones que había empujado esta forma violenta y desmedida de actuar de los implicados.

— Juliana. — Llamó Makis completamente desesperada. — Cierra las ventanas, ciérralas todas, ¡CORRE, YA! — Exigió la pequeña.

— ¡NATALIA! — Gritó David desde afuera, embistiendo la puerta con fuerza. — Si no abres la puerta ahora, te juro que te mato a ti y a todas estas arpías que tienes como amigas.

Las manos de Natalia temblaron, Makis tastabilló ante la embestida que le dio David a la puerta, y Juliana, completamente perdida, miraba a la pequeña pidiendo explicación

—¡JULIANA, POR AMOR DE DIOS! — Volvió a implorar a los gritos. — Cierra esas ventanas, ahora. Hazlo por Natalia. — Suplicó casi completamente rota.

Ver los ojos desesperados de Makis hizo que Juliana reaccionara por inercia. Ella se impulsó con rapidez a trabar las ventanas, cortando por completo cualquier paso que él pudiera tener al estudio. Para nuestra suerte, las ventanas del estudio tenían barrotes, y él no podría atravesarlas a buenas y a primeras.

— ¡NATALIA, ABRE LA PUERTA! — Rugió con furia, volviendo a impactar su cuerpo contra la puerta. — ¡ME VAS A PAGAR TODO LO QUE ME HICISTE! — Amenazó lanzándose con todas las fuerzas que tenía contra la puerta.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora