Makis.
Era patético que estuviera rogando de alguna manera a un cuerpo completamente inerte, que estaba completamente negado a despertar, o en su defecto, darme cualquier seña de que ella estaba escuchándome, de que estaba junto a mí.
Dejé que las lágrimas se deslizaran quemando la piel de mis mejillas e hiciera mella en la carne suave de ese lugar. Me detestaba horriblemente por no poder protegerla y no ser esa persona que ella necesitó en ese momento; me odiaba por ser débil y no poder traerla de vuela. Pero más lo odiaba a él.
Lloraba de impotencia, lloraba de dolor y lloraba por el vacío en el centro de mi pecho al no escuchar su voz durante una semana completa. Lloraba porque me odiaba profundamente, y lloraba porque sabía que sin importar las circunstancias, jamás tendría el valor para vivir sin ella.
De pronto, un frío se deslizó por mi mejilla. — No llores, por favor. — Gimió con la voz ronca. — No me gusta verte llorar.
— Amor. — Jadeé sorprendida. — ¿Estás despierta? — Seguía estupefacta frente a los ojos expresivos del amor a mi vida. — Me estás mirando, con esos ojitos lindo; por fin me estás mirando. — Susurré embargada por la emoción. Sin siquiera poder evitarle, me lancé sobre ella desarmadamente.
—Preciosa. — Jadeó apretando sus dedos contra mis caderas. — Cuidado.
Me aparté sintiéndome completamente culpable por haberla dañado, y aún así, no pude alejarme más de lo necesario. Era fundamental sentir su calor contra el mío, y la suavidad de su piel contra la mía.
— Espera, iré a buscar al doctor. — Susurré con el último atisbo de cordura que quedaba en mi cuerpo, completamente embargado por la felicidad. — Tiene que revisarte.
Salí corriendo como una loca por todo el hospital, observando esperanzada en que cada esquina que recorría él aparecería, pero ese doctor es muy difícil de encontrar. Era como si el imbécil estuviera jugando al escondite en el momento menos indicado.
Estaba tan inmiscuida en las miles de maldiciones que se merecía ese odioso doctor que no me di cuenta pode que iba directamente hacia otro ser que distraídamente caminaba en mi dirección.
— ¡Ay! — Escuché mientras me derrumbaba sobre ella, y ella sobre su trasero. — Makis, mira por dónde vas. — Se quejó Juliana cuando nos encontrábamos desparramadas en el suelo. — Espera, ¿¡Makis!? — Susurró sorprendida. — ¿¡Qué pasa!? ¿¡Le pasó algo a Natalia!? ¿¡Se puso mala!? — Sin considerar si mi cuello resistía, ella comenzó a zarandearme desde los hombros. — ¡Háblame de una vez, mujer condenada!
— Despertó. — Susurré con una sonrisa discreta. — Necesito encontrar al doctor, tiene que revisar que todo esté bien con ella. — Comencé a dar pasos distraídos hacia el pasillo que no había incursionado, pero Juli me tomó el brazo. — ¡Déjame ir! — Bufé.
— Espérate. — Susurró con calma. —Yo lo traigo, solo dame un segundo.
Su rostro era completa seriedad, como si el plan que tenía en mente fuese de vida o muerte. Ella me dio una última mirada, como si me quisiera pedir comprensión ante las diferentes acciones que ella deseaba realizar. Y de la nada, como si alguien la hubiese tumbado, Juliana Pérez se arrojó al suelo sobre su espalda.
—¿Qué te pasa huevona? — Pregunté desconcertada. — Párate que tenemos que buscar al doctor. — Le reproché.
— ¡AYUDA! ¡ME ESTOY MURIEDO! — Gritó de la nada, provocando que diera pasos torpes hacia atrás. Ella, sin importar el resto del mundo, siguió retorciéndose y gritando, mientras presionaba su barriga. — ¡UN DOCTOR, TRÁIGANME A UN DOCTOR! — Comenzó a lloriquear, y a este punto, ya de verdad estaba creyendo que había tenido un ataque súbito de cólicos. — ¡VOY A PARIR ACÁ!
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Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] Reescrita
FanficVentino es una famosa girlband que en poco tiempo ha tenido un éxito increíble, se supone que la vida de sus integrantes está en el momento perfecto, son talentosas, hermosas y varias tienen novio, lo que el mundo no sabe es que dos de ellas viven s...