Capítulo 23 - Quiero una cita

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Makis:

La semana en Estados Unidos había pasado antes de lo esperado, era la misma semana que había pasado luego de mi idiota y un poco injustificado ataque de celos. La aceptación de mi puesta en ridículo había sido más fácil de lo que esperaba, porque finalmente comprendí que las circunstancias habían hecho que yo misma dudara de mis capacidades de conquistarla.

Natalia era demasiado comprensiva y me amaba demasiado como para llegar a enojarse por mis celos injustificados, lo había demostrado cada momento desde ese día. Todo esto había llevado a una especie de luna de miel anticipada, en la que los toques accidentales, las caricias escondidas durante las entrevistas, miradas cargadas de cariño, besos clandestinos y fugaces que nos inflaban el pecho de el más puro amor.

Por otra parte, las chicas se habían preocupado de disimular cada una de nuestras escapadas en entrevistas o programas en vivo, ayudándonos a mantener en el anonimato ese amor que celosamente guardábamos para nosotras, evitando que cualquier persona lo pudiese lo pudiese dañar.

Sin darnos cuenta la estancia en Estados Unidos había terminado, dejándonos libre el rumbo para partir a México, el siguiente país en la larga y extensa lista de nuestra gira. De hecho, habíamos llegado hace apenas una hora habíamos arribado al departamento, y, hace casi media hora que estaba regañando a Natalia por estar tirada de panza sobre la cama al lado de sus maletas intactas desde la llegada.

— Natalia Afanador. — Gruñó ya un poco molesta por ser ignorada. — Ordena tu ropa, ahora. — Apunté la maltrecha maleta que estaba por reventar a su lado, además de toda la ropa interior regada por el piso, ropa que venía en una maleta más pequeña que en este momento estaba tirada cerca de la puerta de entrada. — No me hagas enojar.

—¡No! — Lanzó con tono aniñado mientras me hacía ojito. — Makis tengo pereza, no quiero ordenar. — Bufó como una pequeña niña taimada que escondía la cabeza bajo la almohada.

—Me vale que tengas pereza. — Rugí tirando su pie para evitar que tuviera descanso. — Párate y ordena la ropa ahora, no lo pienso repetir. — De un tirón logro quitarle la almohada que pensaba usar de protección.

La vi tomar la punta del cobertor. — No, no pienso ordenar nada. — Entonces, en señal de completa osadía ella giró sobre su propio cuerpo para quedar envuelta bajo por la ropa de cama, formando un cómico y nada práctico rollito de Natalia.

—¿Así que esas tenemos? — Pregunté intentando esconder la risa que quería escapar. — Te vas a arrepentir querida.

Me acerqué a ella traviesamente, tomando con cuidado el borde de ese rollito en el que se había convertido Natalia, tiré de él con fuerza para lanzarla enrollada y todo al sueño. Lo único que logré escuchar fue el quejido un tanto ahuecado que provocó el impacto de su espalda en el piso.

—¡Makis! — Fue lo que escuché y yo no pude evitar reír.

—¿Qué pasa querida? — No dudé en ponerme a su lado, viendo de cerca como ella se movía como un gusanito intentando deshacer el rollito en el que se había transformado.

Bufó frustrada al no conseguir nada. — Makis. — Un pucherito apareció en sus labios. — Ayuda, no...no me puedo zafar.

—Es tu problema.

Jadeó frustrada. —Eso no se vale. — Una nueva sacudida no logró nada. — Ayúdame.

No dudé en jugar otro poco con ella, subiéndome con cuidado sobre lo que se suponía que eran sus caderas y lanzarme hacia adelante, apoyando la palma de mis manos a los costados de su cabeza. Mis labios quedaron suspendidos sobre los de ella, provocando una súbita tranquilidad en ese cuerpo que hace minutos atrás se retorcía con afán.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora