Capítulo 35. -La decisión más importante.

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Natalia.

La historia con Makis apenas había comenzado desde hace casi seis meses, y sentía que la vida se me estaba haciendo corta para poder formalizar todo lo que teníamos. Pero es que todo había sido tan turbulento luego de que habíamos llegado de la gira, que nada se había podido concretar de la forma que quería.

Había salido del hospital, hace una semana y unos cuantos días, volviendo a mi vida, y reanudando mi plan de poner un nombre a nuestra relación; como se lo merecía desde hace demasiado tiempo atrás, como debió haber sido desde la primera vez que dudé de ese sentimiento que nacía en el centro de mi pecho cuando la vía aproximarse a mí.

Sabía que necesitaba ayuda para hacer algo a la altura de Makis, para sorprenderla y demostrarle todo eso que ella provocaba con una simple mirada. Quería que por un día especial, María Cristina fuera la reina del baile, la ganadora de mil carreras olímpicas y la princesa de los cuentos de hadas; todo en un mismo instante, cuando yo le pidiera ser su novia.

Ese lunes había decidido por en marcha mi plan, citando a mis cómplices del delito a primera hora de la mañana; cosa que no les hizo mucho gracia cuando se los dije, pues era casi una hora antes que el ensayo habitual. Quizás por eso sus cuerpos parecían haber sido arrojados aleatoriamente por el piso del estudio.

— Si que son perezosas. — Alcé la voz mientras azotaba la puerta con todas las fuerzas que tenía. — Y aun así tienen el descaro de siempre molestarme.

Como reacción inmediata, las tres chicas que debatían entre la vigilia y el sueño profundo; buscando un tanto desorientadas la procedencia del sonido estruendoso que acababa de provocar. Era divertido ser, por primera vez, la que se reía de las personas medio dormidas.

— ¿Por qué nos hiciste levantarnos tan temprano? — Bufó Olga refugiándose bajo un gran abrigo. — ¿Te estás muriendo? — Volvió a arremeter mirándome disimuladamente por el rabillo del ojo. — Porque si no es así, te juro que pronto estarás medio muerta, porque voy a golpearte muy fuerte.

— No, no me estoy muriendo. — Respondí suavemente.

Caminé hacia ellas, viendo los rostros adormilados de mis mejores amigas; quienes estaban ahí únicamente por mí. Las adoraba enormemente, eran otra parte de mí que deseaba conservar siempre al lado de mi corazón.

— Cuando se me quite el sueño, te mato. — Susurró Olga, volviendo a acurrucarse contra su gran abrigo. — Te lo juro, Afanador, te mato.

Sonreí discretamente, deslizándome al costado de Juli para recostarme sobre su hombro y rodear su cintura con mis brazos. Ella de inmediato correspondió mi abrazo, devolviéndome esa calidez al cuerpo en esa mañana un poco fría.

Juliana era otra forma indiscutida de hacerme sentir en casa. Y claramente, ella de inmediato saltó una evidencia irrefutable a un debate que llevábamos tiempo sin resolver.

—¡Camila Esguerra! — Alzó la voz mientras impulsaba el aparato en dirección a nuestra amiga. — Te dije que roncabas, maldita embustera.

— No me importa. — Rezongó de mala gana. — Tengo sueño. — Reclamó mientras se acomodaba en el asiento. — Ya habla de una vez, que ya no soporto el sueño. — Luego me apuntó desinteresadamente. — Si no hablarás, más te vale que me dejes dormir.

— Necesito su ayuda. — Susurré en intentos vanos por contener la emoción. — Tienen que ayudarme a planear todo.

— ¿En qué o qué? — Preguntó Juliana, alzándome una ceja en gesto retador. — Confiesa tus planes macabros, Afanador.

— Quiero pedirle a Makis que sea mi novia. — Musité. — Pero quiero que sea algo especial. — Me apresuré a recalcar. — Quiero sienta todo lo que siento cada vez que la veo, quiero que sienta esa tranquilidad que me transmite a cada paso y que me permita ser yo quien la salve de todo lo que la agobia.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora