Capítulo 16 - Miéntele

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Escuchen la canción, es de unos tipos sequismos de mi país, además que les dará una muy buena pista e inicio del capítulo y ayudará a entender cierta parte del capítulo

Makis Prov:

La noticia  me cayó de la peor manera posible, y es que creer que hiciste algo con un tipo del que ni siquiera recuerdas su cara, es algo horrible. Resulta que llega ella, con su linda carita, con sus ojitos iluminados, con su sonrisa de niña traviesa a decirme que todas las cosas que se tejieron en mi cabeza eran mentiras y provocadas por ella.

¿La loca pensaba que iba a pasar por alto esta confesión? Pues no, pensaba matarla lentamente, pensaba azotar su maldito trasero hasta que le doliera caminar y luego lo azotaría de nuevo para que supiera que no puede jugar con los pobres corazones de las personas de esa manera.

Mejor le gritaría hasta que se me pasara la rabia, le gritaría que era una idiota, que me sentí como mierda por días, que sentía que había dejado de ser yo porque mi corazón del demonio se había roto muchas veces pensando que ella amaba al otro idiota. De verdad Natalia se merecía que la asesinara de muchas maneras por decirme que esa horrible mancha había surgido por una situación con ese desagradable tipo que estaba haciendo insinuaciones a una borracha.

Y cuando decidí que gritarle era mejor que matarla o azotarle el trasero, ella me tomó como si fuese una la reina del mundo y arrastró mis labios contra los suyos. Pese a que intenté separarme y poner distancia, sus dedos se aferraron a mi cabello y me empujaron contra su misma boca, mientras tanto, su lengua traviesa se abrió paso por entre mis labios para acariciar la mía. Jadeé sobre su boca, y antes de darme cuenta, mi misma boca se amoldó a la de ella y mis manos buscaron su cuello para tener a algo de que aferrarse.

—Eres mala. — Susurré cuando su nariz quedó contra la mía y sus labios quedaron a la espera de recibir otro beso. — Lo que hiciste no se hace.

Su labio se estiró en un tierno puchero. — Es que no sabía si tu te enojarías. — Su barbilla pareció temblar. — Tenía tanto miedo. — Balbuceó con voz temblorosa.

—Hey, calma preciosa. — Susurré pegando mis labios a su frente. — ¿A qué le tenías miedo?

—No te quería perder, nunca te quise perder. — Farfulló. — Y no sabía como decir todo lo que sentía para no perderte, no sabía que decir para que no te fueras. — Nuevamente un sollozo opacó su voz. — No sabía como decir que para mi era mucho más sin que tu tuvieras miedo, sin que salieras corriendo.

Una risa un poco irónica escapó de mis labios. — Ay princesa, — susurré acariciando su frente, — si tan solo hubieses visto lo muy idiota que me tienes, todo hubiera sido diferentes, nos hubiéramos ahorrado tanto dolor.

—Lo siento.

Su cuerpo tembloroso se agazapó al mío, dejándome sentir cada uno de sus huesos, haciéndome sentir culpable al instante. Tomé su mentón para levantar su cabeza, solo lo suficiente para posar un beso suave en sus labios, empezando con un suave roce que poco a poco fue cediendo a la insistencia de su lengua para luchar contra la mía, terminando por entreabrir las labios para comenzar con la única lucha de poder que quería tener con ella, la dominancia de un beso efusivo, liberado.

— De verdad, de verdad que me hacías tanta falta. — Susurró contra mi boca.

— Perdóname. — Pedí de manera apresurada y sincera. — Pero la rabia me cegó y no podía estar acá. — Un fuerte suspiro escapó de mis labios. — Sentía que esto estaba matando, que el dolor en el pecho no me dejaba pensar. No podía estar cerca, si quería sacarte de mi corazón, no podía estar cerca sin enamorarme cada minuto más de ti. —Expliqué acariciando su rostro.

Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] ReescritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora