Para que nadie se entere - (Ventino) [Makia] Reescrita

Capítulo 11 - Me voy a aprovechar de ti

Natalia Prov.:

Nunca en la vida había sabido lo que era una noche de insomnio, nunca hasta ahora, no hasta que besé a Makis, no hasta que ella me respondió con el mismo deseo, no hasta que corrió en dirección contraria a mi sin que pudiera detenerla; María Cristina me había dejado con una verdadera ensalada en la cabeza, me había dejado con muchas preguntas sin responder. ¿Por qué me siguió el beso? ¿Por qué sentí que pertenecía ahí? ¿Por qué se niega a hablar conmigo? ¿Me tendrá asco o repulsión? Quizás no le gustó el hecho de que la besara y ahora me odia, ¿Podría vivir con Makis odiándome? No, eso definitivamente no podía ser, y era la única pregunta que tenía una respuesta segura, no podía vivir si Makis me odiaba.

Ya no puedo negarlo, no puedo decir que lo que siento por ella es netamente amistad, tampoco puedo decir que podría seguir con mi vida normal después de ese beso; Makis me encanta, pero ella me lo dijo muy claro, "Mientras esté David en tu vida yo no puedo estar cerca, no voy a estarlo"¸ ¿y qué podía hacer yo con respecto a eso?, pues, absolutamente nada, no podía alejarme de él porque me tenía aterrorizada, me tenía muerta de miedo y no solo por mí, temía por ella, temía arrastrarla al infierno que ese "hombre" me hacía vivir, temía que saliera dañada solo por quererme, no quería que ella se viera arrastrada con mi propia mierda. No podía hacer más que perderme en mis propios pensamientos, hasta que una voz me hizo recordar que no vivía sola en el mundo y que por más que quisiera, las horas no se detenían para que yo me recompusiera

— Carajo, ¡estás horrible huevona! — escucho decir a Juli, estaba tan perdida en mis propios pensamientos que ni siquiera me di cuenta de que ya había despertado.

Resoplé con pesadez. — Es que no pude dormir. — le digo aún ausente, no me había percatado de la horrible sensación de ojos resecos que me atacaba. — Ni siquiera un poco.

— ¿Es por lo de Makis? — Me pregunta abrazando la al almohada, clavando su mirada perezosa en mí.

— Si, — lancé un suspiro pesaroso. — Tengo que hablar con ella, no puedo estar tranquila si está enojada conmigo, y... y no sé cómo estar sin Makis. — Cuando me di cuenta de que estuve a punto de decir lo que había pasado me frené, no podía hacerlo, no sin antes hablar con ella y esclarecer desde donde comenzábamos.

— Nati, lo van a arreglar, — no me privo de mirarla de reojo, solo para darme cuenta de que su rostro grita sinceridad. — Después de todo son ustedes, nunca les ha durado un enojo, a no ser que haya pasado algo realmente grave. — Puedo escuchar con claridad que su tono de voz es sugerente, quizás intentando llegar a alguna especie de confesión, pero al no obtenerla, se atreve a hablar nuevamente. — Nati ¿Qué pasó anoche? ¿Qué pudo ser tan grave como para separarlas de ese modo?

— Ya te dije, la pelea se nos fue de las manos. — "Y por cobarde la estoy perdiendo", pero eso no me atreví a decirlo, solo me puse de pie y comencé a buscar las cosas para ir a ducharme, no quería seguir hablando de las mil maneras en que seguía perdiendo a Makis.

— ¿No me darás detalles? — Me pregunta antes de que entre al baño.

— No. — Respondo con simpleza. — Y apúrate que Juancho llega en una hora a buscarnos, sabes que le molesta que nos retrasemos.

—¿Y cómo carajo se supone que me vista? — Rezonga Juliana. — ¡Makis me dejó afuera de mi habitación, en bolas!

Me encogí de hombros mientras entraba a la ducha, dejando que el agua caliente me relajara los músculos, que el agua se llevara las ideas malas para solo quedar en blanco, dejádome con una única pequeña que susurraba en mi interior, "ella te encanta".

Camila Prov.:

La mañana estaba extraña, partiendo porque no fuimos 5 en el desayuno, solo fuimos 4, segundo, el desayuno había sido austero, simple, solo por el hecho de que Makis se negó a salir de la habitación de Juli, y para ser sincera, cada vez que queremos hacer algo elaborado, alguien termina por quemar algo, así que ni siquiera lo intentamos, y aún así, pese a todas las modificaciones, apenas logramos estar lista para cuando Juancho apareció con una sonrisa radiante en la puerta del departamento.