Prólogo.

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Era la primera nevada de invierno de 1988.

Una pequeña, de a penas cuatro años de edad, caminaba con seriedad al hospital privado de Karakura. Su madre se encontraba ahí desde la noche, pues su jefe le había llamado desde la madrugada de ese día.

— Rukia, camina con cuidado. No sueltes mi mano. — le pidió su tía quien la acompañaba a visitar a su madre.

— Hump... — asintió mientras brincaba un pequeño montículo de nieve que estaba en la banqueta de la calle.

"¿Por qué mi madre se tuvo que ir? No es su bebé. Yo soy su bebé y prefirió ir a ver a otro."

Un fuerte viento sopló haciendo que la pequeña niña no pudiera avanzar. Su gorro lila amenazaba con salir volando pero Rukia lo detuvo con sus dos manos que también estaban cubiertas por unos guantes de lana del mismo color que su gorro. La mujer mayor, al ver las dificultades que tenía la niña ante el clima, decidió cargar entre sus brazos el liviano cuerpo de la infante.

— Gracias tía Nanao. — agradeció la niña de cabello azabache mientras rodeaba el cuello de la mujer, de 20 años de edad, con sus cortos brazos.

Las dos siguieron el camino hacia el hospital en silencio.

"¿Por qué mi madre decidió ser niñera? ¿Por qué? ¿Por qué ese feo niño y no yo?"

Las mejillas de la niña ardían por la sangre que circulaba por ahí. El frío era su clima favorito, sentía que era parte de ella. Le encantaba cuando nevaba y podía camuflajearse con el blanco de la nieve, sin embargo esta vez su vestimenta no ayudaba, su chamarra de color plateado, su bufanda gris con pompones en las esquinas de esta, sus guantes y gorro de color lila, su pantalón negro y sus botillas de color plateado.

"Si ahora todo fuera blanco, yo me vería como una mancha entre tanta pureza".

— Hemos llegado. — le dijo Nanao mientras la bajaba de sus brazos.

Frente a ellas estaba la habitación donde estaba su madre. Rukia, con temerosos pasos, se acercó a la puerta, la abrió despacio. Ahí estaba su madre cargando a un bebé de cabello naranja, que no era suyo, y una mujer con cabello naranja con una sonrisa llena de alegría, pero con el rostro cansado, recostada en la camilla del lugar.

— Pequeña Rukia, qué alegría verte por aquí. Ven, acércate para poder ver a mi hijo. — le invitó la mujer que estaba en la camilla.

— Sí señorita Kurosaki. — con las mejillas y la punta de su nariz sonrosadas por el frío que había afuera, se acercó con enojo al bebé que cargaba su madre. Eso que llamaban bebé, tenía la piel rojiza y arrugada, a penas y tenía cabello y su nariz era muy pequeña. — Está muy feo. — declaró una vez que lo observó con detenimiento. Las tres mujeres que estaban en la habitación rieron sonoramente.

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Bueno, aquí les traigo otra historia. 😅

Ya sé, ya sé que les dije que no iba a publicar otra historia pero ¡No pude evitarlo!

Por lo mientras les dejo el prólogo.

No olviden comentar, votar, leer mis otros fanfics y seguirme.

Besos. 

[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora