Capítulo 23.

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Las dos familias caminaban tranquilamente por los verdes paisajes. De sus bocas salían constantes exclamaciones de asombro, también unos cuantos quejidos al sentir el frío atravesar sus prendas. Algunos caminos del bosque eran algo angostos por lo tanto complicaban un poco la comunicación entre ellos, algo que Rukia agradecía.

—Ya me cansé —se quejó Yuzu al sentir un extraño ardor en sus piernas a causa del esfuerzo físico, decidió sentarse unos segundos en el piso recargándose en un matorral.

—¡No seas perezosa! —Karin la regañó con su tono característico.

Con esto se desató una discusión entre las dos adolescentes. La familia Kurosaki suspiró fastidiada por la situación, durante los últimos años ellas peleaban por cualquier cosa, incluso por las más absurdas. No entendían la transición de su relación: antes se llevaban bien compartiendo ropa, libros y juguetes, ahora habían días en los cuales no se podían ni ver por unos segundos. Por más que lo intentaban, les costaba tener un día libre sin enfrentamientos adolescentes.

—Yo te cargo —se ofreció Ichigo con la intención de darle un final pero lo único que provocó fue molestar más a su otra hermana.

—¡No puedes hacer eso! Ella debe de hacer las cosas que no le gustan —dijo poniéndose entre Yuzu e Ichigo.

—¿Por qué? Eso no tiene sentido Karin —ahora la discusión no era entre las dos jóvenes, ahora era entre los tres hermanos.

Rukia mantenía la distancia, no quería meterse. Después de todo, ella no tenía unos lazos afectivos lo suficientemente fuertes para inmiscuirse en una situación tan íntima para ellos aunque deseaba poder acercárseles y pasar un rato agradable.

Deseaba un tiempo a solas para poder procesar todo lo sucedido hasta ese momento, por esa razón había intentado marcharse antes que los demás. Su mente se estaba sobrecalentando por el exceso de pensamientos -los cuales, la mayoría eran irracionales- y el ambiente solitario del lugar era propicio para tal actividad.

La visita era más pesada de lo estipulado. El deber de enfrentarse a su madre después de años, reprimir el latente deseo de besar a Ichigo aún conociendo la existencia de Soi Fong, relacionarse con la familia Kurosaki, aquella que la separó de su madre y había traído al mundo otras dos jovencitas lo suficientemente agradables como para querer pasar un buen rato con ellas; hablar sobre la nueva propuesta de trabajo; y por último, conmemorar el día luctuoso de su abuelo paterno.

Sin duda, todo la estaba superando y debía de hacer algo.

Aprovechando la distracción ocasionada por las jóvenes se acercó a su padre. Lo tomó del antebrazo para llamar su atención y se alejaron un poco del grupo. Byakuya dedujo la razón por la cual su hija se acercó a él:

—No —contestó rápidamente sin permitirle a Rukia exponerle la encrucijada mental.

—No ¿Qué?

—Cualquier cosa que me pidas: como regresar a la casa.

—Esa no era mi petición. Sólo quiero adelantarme a la tumba del abuelo y así tener unos minutos a solas con él —le comunicó con la actitud más formal que pudo, al fin y al cabo, era una Kuchiki. Su padre debía de comprender lo difícil que es para ellos expresar sus emociones frente de los demás. Lo pensó durante unos segundos, desvió su mirada al resto de los integrantes, si seguían así, tardarían en llegar y sería propicio dejar a solas a su hija.

—Esta bien pero no te vayas a escapar —en su rostro dibujó una sonrisa milimétrica, le dio un beso en la mejilla y se volvió a acercar a los demás.

Al ver a su padre alejarse de ella, suspiró aliviada. Por fin estaría sola. Podría darle rienda suelta a sus pensamientos y sensaciones, al final estos quedarían suspendidos en el aire y congelados por las bajas temperaturas. Cualquiera diría que eran unos locos por salir a pasear cuando estaban a unos cuantos grados bajo cero sin embargo la familia Kuchiki no se perdería la ocasión para charlar con el alma de su abuelo.

[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora