Capítulo 22.

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¡ANUNCIO!

Las ACTUALIZACIONES serán los DOMINGOS.

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Cerraron sus ojos, permitiéndole al resto de sus sentidos tomar las riendas del momento.

Ichigo sentía irreal lo sucedido hasta ese momento, tal vez si se daba un pequeño pellizco en su brazo despertaría de aquel sueño sin embargo tenía en una de sus manos la barbilla de la fémina. Ella estaba frente a él, en espera de un beso, en espera de sus labios. El anhelo de tocarse era mutuo.

El tiempo transcurrió con normalidad pero se detuvo súbitamente cuando sus delicadas epidermis se rozaron. Dentro de ellos estalló una bomba de adrenalina la cuál fue expulsada de su cuerpo con un suspiro; los vahos se fusionaron y sus labios decidieron no separarse.

Aquel beso simple se fue volviendo más demandante. Sus cuerpos no estaban satisfechos. Sin dudarlo más, Ichigo rodeó a Rukia de la cintura pegándolo a él. Se agachó lo suficiente para estar a su altura y ella se puso de puntillas, permitiéndole profundizar el beso.

—Hija, aquí está... — dijo Byakuya mientras se acercaba a la cocina. Sin demorarse más, se separaron.

—Vaya Ichigo, hacía mucho que no veía tu cabello anaranjado —comentó rápidamente Rukia tratando de actuar lo más normal posible mientras le pedía al cielo que su padre no los hubiera visto. Byakuya se acercó a ellos un poco extrañado, podrían llamarlo loco pero la atmósfera en la cocina era un tanto singular. Los examinó con detenimiento mientras se acercaba a los adultos.

—Sí, nunca ha dejado su característico color —le siguió la corriente.

El Kuchiki mayor caminaba en absoluto silencio. Sin poder evitarlo, Ichigo empezó a rascarse la nuca, Rukia había puesto su cuerpo rígido y sus labios estaban rojos. Era obvio, los dos habían hecho alguna travesura sin embargo no lograba descifrarla, tal vez los dos se encontraban asombrados por verse por primera vez después de años. El comportamiento de su hija, lo estaba tranquilizando en gran medida: quizás el encuentro con su madre sería igual de tranquilo, quizás.

—Hija, aquí está la toalla ¿Cómo está tu brazo? —preguntó un poco preocupado. Rukia le recibió la toalla y la colocó en su brazo.

—Esta bien, yo creo que —intercaló su mirada entre la de Byakuya e Ichigo, se sentía alegre pero al mismo tiempo asustada, necesitaba pensar para procesar lo transcurrido —iré a mi habitación para cambiarme —dicho esto, hizo un pequeña reverencia y abandonó la cocina lo más rápido posible.

Los dos varones vieron a la fémina irse. Byakuya decidió observar al chico de cabellera naranja, en sus ojos había un extraño brillo.

—Por lo que sé, te teñiste durante un tiempo tu cabello de color azabache ¿O me equivoco?

La pregunta lo había tomado desprevenido, su cerebro cayó en un pequeño caos en busca de una respuesta. Durante unos segundos se preguntó cómo él sabía eso sin embargo era lógico que Hisana se lo hubiera contado. Nuevamente, se rascó la nuca.

—¡Oh, sí! A lo que me refería era... que... —se fijo por todos lados en busca de una respuesta lógica —, independientemente del tinte, siempre seguirá siendo naranja —dicho esto, soltó una risa nerviosa ¿El padre de Rukia se había dado cuenta de su beso? Tal vez, su comportamiento no era el mismo desde que entró a la cocina pero aún así se habían separado lo suficientemente rápido aunque eso también podría levantar sospechas.

—Siéntate, por favor —dijo señalando una de las sillas de la pequeña mesa, aquello sonó más a una orden que una petición pero Ichigo obedeció sin rechistar.

[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora