Ichigo estaba atento, en cualquier momento podría perderse o no percatarse de la presencia de la chica, cientos de situaciones desventajosas para él podrían desatarse al estar en un bosque completamente desconocido. Durante unos minutos estuvo gritando el nombre de la fémina en espera de una respuesta pero no tuvo éxito.
Ya habían pasado veinte minutos desde que se adentró al monte y la preocupación aumentaba. Sentía como el aire que entraba por sus pulmones no era suficiente para oxigenar cada parte de su cuerpo, sus extremidades perdían su sensibilidad a causa del frío. Necesitaba saber que se acercaba a Rukia, necesitaba saber que podría estar con ella. Sin darse cuenta, aquel sentimiento de deseo por ser la pareja sentimental de Rukia Kuchiki se había convertido en una necesidad de ser parte del resto de su vida, sin embargo era más fuerte su conciencia, al recordarle la importancia de su felicidad.
Eso era lo único que le deseaba, felicidad.
Si la encontraba ¿Qué haría? ¿Qué le diría? Claro, se besaron pero ¿eso significaba que ambos sentían lo mismo? Tal vez pero también podría significar que ella sólo quería saber si en realidad él le provocaba algo más que repudio ¿Seguiría sintiendo rencor hacia él? Lo más seguro, después de todo había tenido una charla muy acalorada con Hisana.
Se dio unos cuantos golpes en la cabeza, tratando de deshacerse de aquellos pensamientos tan lastimeros.
—¿Qué estás haciendo Ichigo? Eres un desastre —se dijo a sí mismo dando vueltas. De pronto decidió dejar de buscar a la chica, sin evitarlo se había sumido en lo más profundo de su psique, dejándose llevar por este. Por obvias razones, dejó de prestar atención al rumbo de sus pasos, perdiéndose —Genial, ahora sí estás muerto.
Trató de encontrar un lugar que pudiera reconocer pero para él todos los árboles se parecían; caminó errante durante unos minutos pero sentía perderse más.
—¿Te has perdido? Tremendo idiota —dijo una débil voz femenina, en esta se podía percibir la arrogancia pero al mismo tiempo un dolor indescriptible.
Ichigo buscó la dueña de la voz. Era ella, sin duda. La sangre de su cuerpo volvió a andar con normalidad al percibir el timbre de su voz, la cual penetraba los tallos de los árboles como pequeñas cuchillas, llegando a su corazón ardiente. Necesitaba que le volviera a hablar y así dar con ella. La desesperación aumentó en su cuerpo, de un momento a otro sintió como si fuera a explotar. Se sentía molesto consigo mismo: con el tonto niño pidiéndole a sus padres que llevaran a Rukia con él; se sentía molesto con sus padres por pedírselo a Hisana y él sabiendo eso, no hizo nada; se sentía enojado con Rukia por ser tan obstinada. A pesar de eso, ninguno de los dos tenían la culpa, tan sólo eran unos adolescentes en ese tiempo ¿cómo sabrían lo que les depararía en el futuro? Nadie es vidente.
—Rukia, por favor sa... —sin poderlo evitar, su voz se quebró.
—Vaya, Ichigo Kurosaki está a punto de llorar —se burló Rukia saliendo de su escondite. Tenía los ojos rojos e hinchados, sus mejillas rojas, sus manos tenían unas pequeñas tonalidades azules por el frío y cuando iba a dar un paso sus piernas temblaban, podría ser por la baja temperatura o por la falta de alimento en su cuerpo.
Él intentó durante unos años deshacerse de la imagen de aquella mujer que caminaba hacia él, en serio que lo había intentado pero le fue imposible, ahora menos. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella para cubrirla con su cuerpo.
—Rukia, Rukia, Rukia —la llamaba varias veces mientras recorría con sus manos el cuerpo liviano de la chica, necesitaba saber que no era un sueño, eso debía de ser realidad.
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[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• Bleach
Fiksi PenggemarLa madre de Rukia era una gran niñera pero el nacimiento de un bebé llamado Ichigo le quitó todo lo bueno de su vida hasta que él se fue. Sin embargo el niño prometió regresar para casarse con ella a pesar de tener ocho años. Tiempo después, él ha...