Capítulo 4.

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Rukia conducía rápidamente por las avenidas principales de Tokio para poder llegar a tiempo al trabajo pues en menos de una hora comenzaría la transmisión de su programa y ella poseía la corrección del guion.

Se maldecía mentalmente por haberse quedado dormida durante tanto tiempo e ignorar la alarma de su celular.

"Sí tan sólo no hubiera tenido sueños húmedos..."

Un escalofrío recorrió su cuerpo y unos pequeños espasmos surgieron en su bajo vientre, recordando las caricias del presidente Shiba, sus delicados besos y fuertes brazos que detenían sus muñecas.

— ¡Estúpida, fíjate por dónde vas! — le gritó otro conductor mientras lo esquivaba con rapidez.

Rukia se detuvo al ver el color rojo del semáforo. Exhaló aliviada y se dio unos pequeños golpes contra el volante del auto.

— Deja-de-pensar-en eso. — se regañó así misma.

Una vez que el semáforo se puso en verde siguió hacia el trabajo.

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— Cariño, date prisa que vamos tarde. — gritó desde la entrada una joven de cabello naranja y curvas voluptuosas.

— Ya voy, ya voy. — contestó el DJ mientras bajaba las escaleras con rapidez y tomaba las llaves del auto para después salir de la casa y cerrar con llave. — Listo, vámonos Hime.

Los dos caminaron hasta el auto y lo abordaron para encaminarse a su destino.

— ¿Te dijo que se veían en su casa? — preguntó el varón mientras ponía la dirección en el GPS.

— Sí, ahí nos veremos. Ya ha de estar recogiendo sus cosas. — contestó Orihime con una pequeña y tierna sonrisa.

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Rukia corría por los pasillos de la televisora para poder llagar al set de grabación a tiempo o al menos antes de que empezara el programa. En lo que había transcurrido del día, desde que se había despertado hasta ese momento, había estado lleno de hazañas: primero llegó en menos de una hora al trabajo , se vistió en menos de media hora a pesar de que los botones de su blusa estaban mal abotonados y se podía ver un poco de su sostén color rosa pastel, además de que estaba corriendo con zapatillas, lo cual ya le daba puntos extras a su día.

En la entrada del set estaba el presidente Kaien viendo con impaciencia su reloj. Era la primera vez que Rukia no iba al trabajo sin previo aviso y eso le preocupaba.

"¿Acaso será por lo que pasó ayer?"

De repente al fondo del pasillo se empezó a escuchar los golpes de unos tacones contra el piso. Centró su atención a ese sonido hasta que apareció una figura pequeña y delgada que reconoció casi al instante. En su rostro se dibujó una ligera sonrisa y soltó un suspiro de alivio al ver que la joven estaba bien, para después adoptar la postura de un jefe enojado por la irresponsabilidad de su empleada.

— Señorita Kuchiki, llega usted... — perdió el hilo de su llamada de atención al ver como ella se bajaba un poco la falda para que no mostrara de más y ajustaba los botones de su blusa. Movió la cabeza de un lado a otro con rapidez para disipar sus pensamientos libidinosos— Llega usted tarde ¿Alguna explicación?

— Sí, sin embargo hablamos después que ahora tengo cosas que hacer. — contestó rápidamente y siguió su camino hasta el set y supervisó todo con profesionalidad que a todos le sorprendió y maravilló al mismo tiempo.

Kaien sorprendido al principio por la respuesta de la chica, se quedó unos minutos en ese lugar, después soltó una risa corta y se dirigió a su oficina.

[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora