Movía sus dedos con agilidad entre las piezas del teclado, con concentración ordenaba la programación y los eventos del mes que se efectuarían en la televisora. Eso y otras cosas más hacía el presidente Shiba en su computador, hasta que el timbre de su casa resonó. Cansado por el paseo expréss que había hecho, se dirigió a la puerta principal mientras iba estirando sus músculos en el camino. Antes de abrir la puerta, vio a través de la pantalla del monitor para ver el rostro de aquella persona que interrumpía su trabajo. Segundos después le permitió el paso a su amigo de la universidad.
— Pasa Uryu. — dijo cansado.
— ¡Ey amigo! ¿Todo bien?— preguntó al ver la cara demacrada de su amigo. Lo vio de arriba abajo, observando la ropa deportiva que tenía puesta. — Nunca había conocido a un chico tan fitness como tú ¿A dónde fuiste a correr?
— A un parque. — contestó cortante pero sin ninguna pizca de descortesía.
Una vez que su amigo había pasado a su casa, cerró la puerta detrás de él para después acompañarlo a su sala estilo occidental. Al ver en qué sillón se había sentado Uryu, recuerdos de aquella simbólica pero sencilla noche donde Rukia fue a sus brazos llorando y durmieron juntos en aquel sillón, llegaron a su mente. El chico con gafas se dio cuenta de que el brillo de los ojos de su amigo había cambiado, causando cierta curiosidad al respecto sin embargo su imaginación divagó demasiado que de un brinco se levantó del sofá.
— ¿Qué pasa? ¿Todo bien? — preguntó Shiba preocupado una vez que abandonó su estado reflexivo.
— ¿Ustedes cogieron aquí? — interrogó Uryu expresando su aversión ante tales escenas tan íntimas. El presidente se extrañó tanto por el comentario.
— ¿Qué?
— Sí, tú y esa chica Rukia. — mientras lo decía movía su dedo índice en círculos rápidamente, síntoma de su disgusto.
— ¡¿Qué?! ¡No, claro que no! — dicho esto se sentó en el sofá con total naturalidad.
Uryu, aliviado, se sentó en el sillón y soltó un gran suspiro. Los dos se recargaron en el respaldo y vieron al techo como si en este se encontraran todas las respuestas ante las incógnitas de la vida. Lastimosamente, sólo se podían apreciar las betas de las maderas.
— ¿Cómo conllevas todo eso? — preguntó Uryu pasado unos segundos de silencio.
— Bien. He terminado con la lista de las personas que te ayudarán con el desarrollo del programa, solamente faltaría la "cara del programa". El estudio ya estará para las próxima semana, todo gracias a la accionista del canal. Creo que todo va muy...
— No, ha eso no me refería — lo interrumpió — sino a esa chica. — Aclaró.
Shiba soltó un largo y profundo suspiro.
— Creo que... con su amistad me basta.
Uryu se levantó rápidamente del sofá y vio a su amigo con enojo y decepción. Shiba que seguía viendo al techo, se limitó a desviar ligeramente su mirada para observar el rostro enfadado de su amigo. Segundos después, Uryu retomó la postura en la que había estado momentos atrás.
— No puedo creerlo. — dijo en un suspiro. — Mi amigo galán, Kaien Shiba, se ha ablandado por una mujer.
En el rostro de Shiba se dibujó una pequeña pero triste sonrisa. Siguieron en silencio hasta que el visitante unió uno que otro comentario que su amigo le había dicho, sintiendo que había tenido una especie de revelación.
— Espera, esa tal Rukia ¿Es LA chica? — preguntó haciendo énfasis.
— Sí.
— ¡Qué! ¿Tan rápido te has rendido? ¡Oh no querido amigo! Ahora mismo le llamas para decirle que vas a su casa para ver asuntos de trabajos y después... — hizo una pequeña pausa para ver a su amigo y darle un pequeño golpe en las costillas para que él lo viera. Hasta ese momento que Shiba vio el rostro de su amigo, se dio cuenta de que su idea era estúpida pero en cierta manera tenía razón, no se podía rendir. — Después la conquistas con tus encantos dignos de tu apellido. — terminó de decir con una sonrisa en su rostro.
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[+18] [AU ICHIRUKI] •El Niño Pequeño• Bleach
FanficLa madre de Rukia era una gran niñera pero el nacimiento de un bebé llamado Ichigo le quitó todo lo bueno de su vida hasta que él se fue. Sin embargo el niño prometió regresar para casarse con ella a pesar de tener ocho años. Tiempo después, él ha...