Eres una muggle a la que le llega la carta de Hogwarts. En el tren te enamoras de un niño de ojos grises y pelo platino, pero con el paso de los años te das cuenta de que es arrogante y desagradecido. Te olvidas de él, hasta que un día te quedas ¿en...
Hermione y tú cerrasteis la puerta y pusisteis la cortina, y cuando estabas a punto de cambiarte Hermione dijo.
- ¿Que ha pasado? ¿Por qué estas así?
- Nada -dijiste- en realidad ni yo lo se...
- ¿Como que no lo sabes? -preguntó la chica
- Pues que no lo se -añadiste confusa- bueno, vamos a cambiarnos.
Las dos os cambiasteis, os pusisteis el uniforme de Hogwarts y salisteis del compartimento. El tren se paró, y todos los alumnos bajaron.
Entonces escuchasteis una voz muy grave diciendo "los de primero por aquí" "seguirme los de primero" "los de primero conmigo". Te giraste para ver quien era y... ¡Era un hombre gigante! Era como dos veces un hombre normal, tanto de alto como de ancho. Tenía un pelo y una barba marrón y despeinada.
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Miraste a Hermione, ella tenía la misma cara de asombro que tú.
- Vamos -la digiste
- S-Sí - dijo ella aun asombrada.
El señor os llevó hasta un lago, en el que había unos botes, Hermione, Neville y tu os subisteis a uno, y los demás alumnos se fueron subiendo en los demás.
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En cuanto todos estuvisteis sentados los barcos empezaron a moverse solos, como por arte de magia... Claro, magia.
Llegasteis al otro lado del lago, y, delante de vosotros, había un castillo gigante, era hermoso, ya habías leído sobre él y sobre todo con respecto a él, pero en persona era maravilloso.
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Todos entrasteis por la puerta principal y os dirigisteis al comedor, pero os pararon justo a la entrada de esta.
Entonces llegó una bruja que tu ya conocías, Minerva Mcgonagall. Esta os explico que ahora os seleccionaron en vuestras casas, cosa que ya tu sabias. Entonces Minerva os dijo que esperaseis ahí y se fue.
No te enteraste bien de lo que paso, pero viste a un chico con el pelo azabache y gafas hablando con uno con el pelo rubio y ojos grises, entonces te diste cuenta, era él, eran los mismos ojos grises del tren.
En ese momento llegó Mcgonagall, y regaño a rubio. Empezó a hablar cuando...
- ¡Trevor! -gritó Neville- estas ahi -y cogió a su sapo.
Mcgonagall le dirigió una mirada fulminante, que hizo que Neville volviese a su sitio rápidamente.
- Como iba diciendo -siguió Mcgonagall- ahora entraremos y os seleccionarán para vuestra casa, cuando lo hagan os sentareis con vuestra casa que durante vuestra estancia aquí será vuestra familia.
Entonces abrió la puerta, y se vio el Gran Comedor, estaba ocupado casi entero por cuatro grandes mesas llenas de alumnos, y al final una llena de los que deberían ser los profesores.
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Llegasteis hasta la mesa de los profesores, delante de esta había un taburete, y encima del taburete un sombrero. El sombrero estaba bastante sucio y desgastado, seguramente sería muy viejo. El sombrero empezó a hablar, cuando terminó su discurso, la profesora Mcgonagall empezó a decir nombres.
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