Capítulo 51 (Jughead)

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Sólo faltaban dos días para partir. Había tenido que arreglar muchas cosas para poder tomarse esa semana con sus tres mujeres favoritas en el mundo. Primero en la escuela, faltarían dos días solamente, ya que la fecha elegida para el viaje coincidía con desinfección general y refacción de los baños. A su vuelta, un alma caritativa les prestaría lo que habían perdido, pero lamentablemente esos dos días serían contabilizados como faltas sin justificar, no pudiendo faltar casi ningún día más.

Lo más complicado, sin embargo, fue el tema de las peleas. Como ya había pasado más de dos meses peleando, había logrado trabar amistad con Iván, uno de los que eran la mano derecha en los negocios legales de Rocky. Se habían caído bien desde un principio. Ivan admiraba la destreza en la pelea de Jughead, y era de los pocos que le decía abiertamente lo bueno que era.

Gracias a él, Jughead pudo arreglar pelear dos veces esa semana para poder faltar el sábado que estarían en Malibú.

Gracias a Dios, sus retadores esa semana eran unos improvisados (por no decir menos). Jughead siempre dejaba que lo golpeen para dar un buen espectáculo y ser justo con sus contendientes facilitos, salvo que sean retadores, como el del día fatídico de la fiesta, que eran buenos y ahí no podía evitar los golpes.

Pero esos dos días que peleó esa semana, no perdonó a ninguno. En dos asaltos había vencido a uno, y al otro en sólo un asalto. Rocky estuvo muy enfurecido, tanto que echaba espuma por la boca, pero su contrato hablaba de vencer siempre, no decía nada de en cuánto tiempo. Así que aprovechó ese hueco para deshacerse rápido de sus retadores.

Había salido casi ileso en esas dos oportunidades, y se encargó de cuidar muy bien de sus heridas, para que luego no sean visibles.

Fue realmente estresante, pero al fin tenía todo listo. La plata que ganó esos dos días le venían al pelo para poder gastar en Malibú.

Además de arreglar las cosas aquí, tenía que pactar todo lo referente al viaje. Su nuevo amigo Iván, tenía un primo (Bronco dijo que era su nombre) que tenía un servicio de limusinas. Justo dió la casualidad que Bronco le debía un gran favor a Iván, así que accedió a llevarlos, él mismo en persona, del aeropuerto al hotel y viceversa, además de trasladarlos a cualquier punto de la ciudad si así lo deseaban. Se moría de ganas de ver la cara de sus chicas cuando vieran que viajarían en limusina.

Con respecto al hotel, pasó algo similar. Su padre había sido el contratista para construir el Malibú Beach Inn, un hotel 4 estrellas donde tendrían todo all inclusive. El dueño del hotel quería mucho a su padre, así que cuando Jughead lo llamó, le dijo que podrían ir los 4 pagando sólo uno. En ese momento quiso hacer 3 vueltas carnero (o algo por el estilo) de la felicidad que tenía. Tendrían una habitación cada uno, con vistas al océano pacífico. Más no podía pedir realmente.

En lo que estaba acomodando su cuarto, poniendo todo en orden, apareció su madre que le dijo: - mijo, ¿cómo vas con tus cosas?- y le sonrió.

-Bien mamá, ya estoy ordenando todo lo que llevaré- dijo mientras seguía doblando una playera- Igual no llevo mucho, porque seguramente ustedes llevarán valijotas enormes que tendré que cargar- dijo mitad en broma mitad quejándose.

- Es la pequeña desventaja de viajar con mujeres- se rió su mamá- ¿Sabes?, -siguió diciendo- este viaje me hace mucha ilusión, Betty es una chica muy especial, y me alegra que te haga feliz.

El solo pude sonreírle porque así era efectivamente, ella hacía que su mundo de sombras sea más claro.

-Me voy a cambiar hijo, para ir a tomar un café con la mamá de Betty. Eso venía a contarte- debe haber visto su cara de susto porque añadió- si la dejará venir hijo, no te pongas así.

Suspiró sonoramente, visiblemente aliviado.

Su madre se rió de su hijo estúpidamente enamorado y dijo: - ella sólo quiere conocerme un poco, y saber en manos de quien la deja ir de viaje. Yo la entiendo, es su única hija y quiere protejerla.

- Si está Bien, pero es medio exagerada- le dijo a su madre poniendo los ojos en blanco.

-Cuando tengas una hija, ya me dirás lo que se siente - sentenció ella.

- No empieces con tus "ya verás cuando" , por favor- le rogó él.

-Muy Bien, haya paz- dijo ella.- Ya me tengo que ir. Fíjate que Jellybeam haga sus tareas ¿si?.

Su madre salvó la distancia entre ellos, le dio un beso en la frente, le acomodó el flequillo de la cara y se fue.

Jughead terminó de ordenar la ropa que llevaría y la dejó separada para luego ponerla en la valija.

Bajó para estar con Jellybeam y compartir tiempo de calidad hermano-hermana.

Ella estaba preparando unos panqueques cuando llegó Jughead.

- Bro - le dijo- ¿vas a querer panqueques?.

-¿Hay Nutella para ponerles?- preguntó él.

- Si, está allí- y le señaló un armario.

- Entonces, si voy a querer- le contestó. Él caminó hasta ahí, y volvió con el tarro de nutella.

Su hermana estaba de espaldas a él y se quedó observando. Ella era hermosa, justo como su madre. Tenía 15 años, y una discapacidad mental que hacía que tenga problemas con el aprendizaje y también retraso mental leve. Su edad mental no coincidía con su edad biológica, le costaba todo el doble, por eso iba al centro donde estudiaba, ahí le daban el soporte y la ayuda necesaria.

Tenía el cabello como él, negro como la noche y muy largo, hasta la cintura, sus ojos eran marrones y su sonrisa sincera.

Era la chica más amorosa que conocía y la amaba con su vida.

Se acercó a ella para abrazarla y decirle que la quería.

Ella le dijo que también lo quería pero que no tendría más panqueques por eso.

Ambos rieron ante su ocurrencia, y así fue como los hermanos de cabello azabache pasaron una tarde excepcional

Vuelta a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora