Capítulo 19 (Betty)

1.9K 154 3
                                    


Fue un error- dije en voz alta, agitada por lo que había corrido- Haber ido, fue un maldito error- cerré la puerta de mi casa y puse, como pude porque estaba temblando fuertemente, todos los cerrojos. Con la espalda contra la puerta, y sentada ahora en el piso, comencé a llorar con furia.

Oh Dios, me había amenazado...

1 Hora antes..

Habíamos llegado a Pops. Fue muy distendida nuestra caminata hasta ahí. Como en los viejos tiempos diría. Hablamos de nimiedades, nos reímos junto con unos niños que estaban intentando montar un barrilete y dejamos que el tiempo se escurriera como agua en nuestras manos, al igual que de pequeños.

Hicimos el pedido de nuestras malteadas en la barra y fuimos al apartado donde siempre nos sentamos. Al hacerlo, nos pusimos uno frente al otro. Archie me miró entre serio y concentrado: - ¿Qué está pasando entre tú y Jughead?

A esa pregunta la veía venir antes de que la realice, ya sabía que eso era lo primero que querría saber. Decidí decirle la verdad, porque no quería ocultar esto tan hermoso que estaba viviendo y que me hacía tan feliz.

- Mira Archie, no quiero que enloquezcas ¿si? - puse anestesia- pero con Jughead me pasa algo que antes no había sentido por nadie.

Vi una mueca de dolor pasar por su rostro, pero pronto mudó a la indiferencia.

- Fue raro al principio, como si sintiera que ya lo conocía- continúe, ya no podía parar- y cuando charlamos o estamos juntos, siento que todo mi mundo se enciende, que ya no soy yo solamente, que tengo una extensión más de mi cuerpo y mi alma, y ese es Jughead.

Uffff, listo lo había dicho, lo había sacado de mi sistema. Hasta ahora no sabía como explicar lo que me sucedía con él, pero al decirlo en voz alta y a otra persona... estaba perdida. Ya era tarde, me había enamorado de él.

En lo que duró mi explicación, mi acompañante se mantuvo en silencio y cabizbajo, concrntrado en sus manos entrelazadas, como si estuviese a punto de rezar. Luego levantó la vista y lo que ví me destrozó el corazón.

Tomó mi mano y dijo con la voz rota: -siento mucho escuchar esto. Pero aun así deseo decirte lo que siento por tí.

Me solté de su agarre: -Archie, no...

- Déjame decirte que te amo, y lo he hecho desde hace un largo tiempo. Siempre fuiste mi mejor amiga - sonrió con nostalgia- siempre estuvimos uno al lado del otro. Cuando era chico soñaba que nos casariamos y tendríamos hijos. Serían pelirrojos y tendrían tus ojos - sus ojos brillaban de emoción - Yo pensé que eso que sentía por ti pasaría, pero no lo hizo. El tiempo avanzaba y yo te quería más y más. - me tomó de nuevo la mano- hasta que pasó lo del verano. Estaba tan feliz...

Yo escuchaba pasmada esta declaración, pensé que era algo pasajero o que le gustaba un poco y punto, pero esto...

- Esto que me dijiste me deja destruido por dentro, pero no derrotado- acarició con sus pulgares las palmas de mis manos- No dejaré que Jughead te aparte de mi lado- esta vez en lugar de caricias me las apretó con fuerza.

Esto último encendió todas mis alarmas: -¿Perdón? - dije enojada y me solté - puede que seas mi mejor amigo, pero no te da ningún derecho a reclamarme como trofeo, o a decirme con quién salir y con quién no.

- ¡Claro que puedo! - golpeó con fuerza la mesa, e hizo temblar los vasos ya vacíos -No voy a permitir que te vayas con cualquiera que aparezca, ¿eres mía me escuchaste?- vociferó.

Como salido de un libro de ficción, el bar estaba vacío, y Pops no estaba en la barra. Aún así podía pedir auxilio, de seguro alguien escuchará...

Me puse de pie hecha una fueria  y grité: -¡Jamás seré tuya! Nunca lo he sido, ni nunca lo seré. Es increíble que nunca me haya dado cuenta del idiota que tenía al lado como amigo.

Giré sobre mi misma para marcharme, estaba aterrada y enojada en partes iguales y lo único que quería era salvar la distancia con la puerta.... Pero no logré llegar, ya que me agarró de la cintura y me tiró contra una pared, aplastando su cuerpo contra mi.

No me lo esperaba, estaba temblando, no atinaba a hacer nada. Su agarre era muy fuerte, y tenía una mano puesta en mi boca para que no gritara.

Respiró en mi cuello, como aspirando mi aroma y ajustando su agarre, susurró en mi oído: - Si no eres mía preciosa, no serás de nadie- Muerta de asco y de miedo, le mordí fuerte la mano que tenía sobre mi boca y salí de ese maldito lugar.

Recuerdo vagamente que corrí  cómo posesa, cómo si fuese lo último que haría sobre la faz de la tierra.

Vuelta a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora