Capítulo 27 (Betty)

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Abrí mi ventana para que el aroma del bosque ingrese como todas las mañanas. Hoy era un hermoso día de sol, sus rayos se colaban al interior de mi cuarto, calentandome el rostro. Cerré los ojos un momento, absorbiendo el calor.

Habían pasado 10 días desde el incidente de Jughead. Diez días habían pasado desde que he dormido con él. Como ya lo había predicho, no he podido descansar bien desde entonces.

Suspiré.

Demonios. No quería necesitarlo así, pero era tan fuerte esto que sentía, que su ausencia dolía.

Hice mi ritual de todas las mañanas para ir a la escuela. Tomé el desayuno con mamá que recién había vuelto de su guardia, y fuí a buscar mis cuadernos.

Cuando volví, vi a Archie parado en el umbral hablando animadamente con mamá.

Oh mierda, oh mierda. ¿Qué estaba haciendo ahí?. De seguro quería acompañarme a la escuela.

No podía negarme, mamá sabría que algo pasó y tendría que terminar diciendo la verdad, y el lío que se armaría.. Doble mierda.

Tendría que ir con él, tendría que hacerlo. Irían por calles que estaban atestadas de gente yendo a la escuela, a sus trabajos o volviendo a sus casas como mamá...

-No pasará nada- dije en voz alta para tratar de convencerme, y una vez que llegasemos a la escuela, me dedicaré a no verlo, a huir... como había hecho estos días.

Me aparecí en el umbral también, evitando mirar a Archie.

- Betty, me dijo Archie que te acompañará a la escuela- dijo mamá mientras me daba un beso en la frente- que lo pasen bien.

Y entró a la casa.

Miré a Archie brevemente y vi en sus ojos arrepentimiento, pero eso no bastaba para lo que hizo.

Pasé a su lado, bajé los escalones de mi porche y doblé por la acera hacia la escuela. Él pronto se puso a mi lado.

- Betty, se que una simple disculpa no bastará para que me perdones- empezó diciendo.

-¿Eso te parece? - contesté irónica.

-Se que estas enojada, y me merezco tu odio- dijo sonando apenado- pero igualmente quería disculparme. No hay excusas para mí comportamiento, se me fue la mano, lo sé - parecía que el suelo se había convertido en el lienzo de algún artista y Archie admiraba su obra con concentración, ya que en ningún momento alzó su rostro para mirarme.

-¿Se te fue la mano?- le dije mirándolo incrédula.

- Oh Betty, por favor. No se que me pasó, por favor necesito que me perdones- me miró ppr primera vez en lo que caminabamos, y siguió diciendo- nunca más lo volveré a hacer.

No conteste nada, no creía una sola de sus palabras. Me límite a seguir mi camino.

- No puedo dormir desde ese día. Tu eres lo que más quiero, y tu amistad para mí es importante- dijo él sincerandose.

-Bonita manera de querer- repliqué.

-Por favor, perdóname, nunca más volverá a ocurrir- volvió a decir Archie- sé que estás con Jughead ahora. No volveré a decirte nada más, sólo quiero recuperar tu amistad- me suplicó.

-Archie sinceramente, me hiciste sentir miedo, no me respetaste, te sobrepasaste de muchas maneras. Tú nunca habías sido así. -meneé la cabeza hacia los lados-No podré perdonarte fácilmente, tendrás que tener paciencia.

-Esperaré todo lo que sea necesario, y te demostraré que merezco tu amistad- dijo vehemente. -Nunca, jamás, volveré a hacerte daño.

-Okey- le dije.

Y eso fue lo último que nos dijimos, ya que habíamos llegado a la escuela.

- ¿Nos vemos luego Betty? - me preguntó esperanzado.

- Si Archie, luego- dije cortante.

¿Qué esperaba de mí?¿ Que lo abrazara y le diga que todo quedó en el olvido?. Por el momento no tenía ninguna oportunidad, tendría que esperar a que ya no tuviera ningún recelo de él.

Me fui en dirección contraria, buscando a Jughead, mientras cavilaba todo esto.

La escuela se me presentaba ante mis ojos como una enorme mole gris, rodeada de cesped cortado prolijamente, lo que le daba vida al edificio lobrego donde estudiabamos. Esto era lo que me más me gustaba. Árboles grandes cubrían la fachada, y habían plantado flores blancas, mis favoritas, el verano pasado. Por doquier podías encontrar bancos donde sentarse al abrigo del fuerte sol.

En uno de esos ví a Jughead, con un libro en la mano. Era tan endemoniadamente hermoso, que me quitaba el aliento realmente. Tenía una media sonrisa dibujada en el rostro, debía ser por algo que estaba leyendo.

Como si hubiera sabido que yo estaba llegando, levantó la vista y me regaló su mejor sonrisa. Se puso el libro bajo el brazo, levantó su mochila y vino a mi encuentro.

-Buen día, Bets- me dijo ya más cerca.

Le di un beso casto en los labios. -Hola Jug. ¿qué estabas leyendo? - dije interesada.

- Oh te encantaría. Es un libro que mamá leyó en la adolescencia y me recomendó.Es de un autor que vive en un país latinoamericano, -continuó diciendo en lo que nos dirigimos al edificio central de la escuela- no recuerdo el nombre ahora del país.

-¿Y es una novela?- pregunté.

- No ángel, este autor no escribió ni una novela, sólo cuentos, poemas y ensayos.

- Que raro, la mayoría escribe novelas- le respondí.

- Borges no es la mayoría- sonrió para mí de nuevo - Mira me tomé el atrevimiento- siguió diciendo- y copié un poema para ti. Por tus labores de enfermera hace unos días atrás- dijo divertido.

Buscó en su mochila y sacó un sobre de color blanco que decía con letra cuidada: Elizabeth. Él era el único que me llamaba por mi nombre completo.

- No lo leas ahora, leelo cuando estés tranquila en tu casa- me dijo todo colorado.

Detuve mi marcha un momento para guardar mi tesoro y luego lo abrace muy fuerte, hundiendo mi nariz en el hueco de hombro para aspirar su aroma embriagador, ahora tan familiar.

Con lágrimas en los ojos le dí las gracias por el poema y entramos.

Vuelta a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora