Capítulo 29 (Jughead)

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Ya han transcurrido 5 semanas desde que Rocky me ha obligado a pelear. Y desde entonces, había ganado las 4 veces que competi.

Realmente venía bien, con buena racha.Salía a correr todas las mañanas temprano, y tenía una bolsa de boxeo en mi cuarto para entrenar.

Los días de las peleas eran los sábados por la noche.

A Betty le había dicho que los sábados por la noche se los dedicaba a mi hermana, a mimarla porque durante la semana no podía estar mucho tiempo con ella. Era un gran y maldito mentiroso, pero no podía ser de otra manera.

De las 4 peleas que tuve, sólo a una la padecí un poco. Yo trataba de recibir los golpes en el cuerpo, y trataba de alejar el rostro lo más posible, porque después se me hacía difícil explicar los moratones o los cortes. Pero en general, se podría decir que hasta lo disfrutaba. Era bueno recordar el entrenamiento que había recibido y ponerlo en práctica.

Era preciso, silencioso y efectivo, sobre todo efectivo.

Con esas peleas logré ganar unos dólares. Puse la mayoria en mi caja de ahorro, y con el resto le compré a Betty la cadenita con el dije de angel. A mamá le regalé unos pendientes que ella anhelaba hacía tiempo, y para Jellybeam le compre una mochila nueva y una caja con más de 50 lápices de colores. En mi cuarto tenía una carpeta llena de sus dibujos, todos con colores y formas diferentes. Era uno de mis tesoros, junto con una foto de Betty y un libro que me había regalado mi padre.

Todo venía saliendo a pedir de boca, salvo por esta noche, que desde el principio supe que sería complicada.

Verónica, la mejor amiga de Betty, daba una fiesta de disfraces en su casa, para empezar bien el año escolar. Betty, por supuesto, estaba muy emocionada por ir.

Con Verónica se iban a poner vestidos de época, los cuales los hicieron ellas mismas. La verdad me moría de ganas por verla a Betty enfundada en su vestido, poder estar con ella, mostrarle a todos lo bella que era mi novia.

Pero no podía faltar a la pelea de esta noche, ni a esta ni a ninguna otra a decir verdad.

Habiamos tenido pequeña discusión con Betty al respecto, pero había logrado convencerla de que iría más tarde.

Pelearia, lo terminaría lo más rápido posible y en mi moto volaría para llegar a la maldita fiesta a tiempo.

Empaqué mi disfraz en la mochila. Este no era muy original, era una máscara de Dalí -como las que usaban en la casa de papel- y un mono rojo. También puse algunas vendas y cosas de mi botiquín personal necesarias, desodorante, colonia y todo lo que se le ocurrió que pudiese ser de utilidad.

Era una noche despejada, hermosa y calurosa. Miré al cielo estrellado buscando la Osa Mayor. Todavía me sorprendía todas las estrellas que podía ver aquí, tan distinto a la ciudad donde no había más que smog.

Sonreí al cielo haciendo la señal de la cruz, me puse la cazadora negra, subí a la moto y me fuí a donde me esperaban para comenzar la pelea.

Vuelta a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora