Capítulo 79 (Jughead)

1.2K 101 5
                                    


Caminé sin un rumbo fijo, sólo quería alejarme de todo.

Las palabras del ángel que amaba - y que amaría hasta el fin- penetraron en mi alma como cuchillos afilados y siniestros.

Se repetían y repetían, como un disco rayado, siempre en el mismo lugar: - No te conozco, eres un monstruo.

Todo lo que temía que ocurriese, ocurrió. Perdí en un abrir y cerrar de ojos,  a lo que más amaba en el mundo, y eso no era todo, ella además creía que era un monstruo.

Ella que es mi luz, mi respiración, mi agua, mi todo; ahora ya no era nada, se había terminado para siempre. Ya no vería sus ojos de camafeo, ya no besaría la parte delgada de su cuello, ya no contaría los lunares de su espalda, ya no escucharía su risa o dormiría tranquilo entre sus brazos.

Todo lo que era bueno y me daba luz, ahora sólo me provoca dolor.

Caminé y caminé, llorando. Dicen que los hombres no lloran por amor, pero esa noche lloré como un niño para despejar mi alma acongojada.

Seguía de pie, caminando por el costado de la ruta, cuando apareció un auto que se paró a mi lado: era Iván.

Dejé que me arrastre dentro del auto, y me llevase al pueblo cercano para que me vieran en un hospital. Los cortes de mi rostro sangraban de manera profusa pero no me importaba. ¿Yo era un monstruo verdad?, a la gente no le importa lo que suceda con ellos.

Tengo que reconocer que Iván fue muy paciente conmigo. Era mi único amigo verdadero. El médico de guardia del hospital decía que las contusiones en mi cabeza tenían que ser revisadas con resonancias, y los cortes de mi rostro fueron atendidos por varios minutos. Una enfermera muy servicial, llenó los cortes de unas bandas blancas para que no se abran las heridas. 

Cuando estuvimos fuera del hospital, Iván me comunicó que iríamos a su casa, para que no tenga que volver al Pueblo, a revivir cosas dolorosas.

La casa de Iván quedaba a diez cuadras de la arena de la pelea.

Cuando llegamos, me convenció para que me diera una ducha y así poder descansar algo.

Estaba realmente vencido, derrotado. Hacía todo lo que me decían. Lo único que deseaba era  olvidar este dolor. Con el cuerpo dolorido, y después de ducharme, me acosté:- Gracias por todo hermano- dijo en voz muy baja.

-Descansa hermano, que mañana será otro día.

Rogué a los cielos que así fuera, porque sólo había una persona que podía traerme a la vida, pero justamente esa persona me había alejado de su corazón.

Vuelta a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora