Capítulo 4.

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Y es que no puedo olvidarme ni un solo instante de ti, y es que no puedo sacarte de mi mente que esta loca sin ti —canté junto a Claudio.

Aún seguimos en el salón de música tocando y cantando la misma canción.

—Esta canción está increíble... ¿Quién la habrá escrito? —tomé la libreta de las canciones y releí la letra.

—Debe haber sido algún ejercicio de música o algo —murmuró Claudio pensativo.

—¿Tú crees? Antonia me comentó que el profe que estaba antes era muy mala onda, no creo haya sido él.

—¡Hola chicos! —justo Antonia entró al salón y saludó.

La mirada de Claudio cambió por completo y se levantó al verla.

Volví a revisar la libreta de canciones...

Me olvidé que Claudio muere por Antonia.

—¿Que hacían?

—Estábamos... cantando.

—¿Cantando?

—Sí, mira, encontramos esta libreta de canciones en la bodega —le pasé la libreta y ella se sentó a mi lado.

—Oigan están increíbles.

—¿Verdad que sí?

Claudio invitó a Antonia a cantar y ensayar con nosotros, ella claramente aceptó. Después Silverio entró y yo fui la que le mostró la libreta.

Y ahora éramos cuatro.

Más tarde nos despedimos y cada quien se fue por su lado, entré a mi cuarto y estudié un rato, después tocó la clase de música y regresé al salón riéndome con Ulises. Él es un buen chico, muy amable y lindo, me cae súper bien. 

—¡Buenas!

Gabriel entró al salón y comenzó la clase.

—¡Chavos! Yo sé que están como locos, que ya se quieren ir a su casa, que es viernes y el cuerpo lo sabe... pero, vamos a hacer un esfuerzo para concentrarnos y terminar de leer sus poesías.

¡Cierto! En la última clase que tuvimos nos encargó escribir una poesía, y yo... no hice nada.

Ulises nos mostró a todos su trabajo, convirtió la poesía de Machu en una canción y fue asombroso.

Estuvimos un rato más así, por suerte no alcanzó a llegar a mí.

—Bueno chavos en la próxima clase seguiremos escuchando sus poesías, ahora, pueden irse.

Todos volvimos a nuestras habitaciones, ví a todos cambiándose y arreglando para salir con sus familias, yo no iría a ningún lado, pues Elena estaba bastante ocupada con su trabajo, nos veríamos hasta el día domingo.

—¡Aquí estás! ¿Puedo pasar?

—Ya estás adentro, Manuela —las dos reímos y se sentó junto a mí pasando su brazo por mi hombro.

—Las mamás de Romi y Romi me invitaron a su casa y estamos planeando una súper reu, ¿quieres venir?

—¡Obvio!

—¡Bueno! Entonces cambiate, yo te espero aquí —dijo tirándose en la cama.

Me levanté rápido y fui a cambiarme, cuando estuve lista las dos salimos y nos encontramos con Romina en la entrada.

—¡_____ también viene!

—Está bien.

Manuela entrelazó su brazo con el mío y jaloneó a Romi, pedimos un taxi y este nos llevó hasta la casa de Romina.

Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora