Capítulo 16.

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Dos días.

En dos días será la intercolegial de baile, Emilia, Romi, Keiko y yo hemos estado ensayando muchísimo para ganarle a las demás chicas. Luego de un largo ensayo finalmente pudimos hacer una pausa y tomarnos un descanso, caminé hacia la cafetería bastante cansada, entré al lugar y al primero que ví fue a Claudio, riendo con Silverio en una mesa, sonreí e iba a acercarme pero apareció Antonia. Desvíe la mirada y me senté con Ulises, quien estaba aparte en una mesa vacía.

—¿Que onda? ¿ya terminaron de ensayar? —preguntó llevando su mirada a Antonia.

Hace semanas que terminaron su relación, pero todos en Like sabemos que siguen gustándose y quieren volver a estar juntos.

—Tomamos un descanso.

Ulises me dijo algo pero no lo escuché, toda mi atención estaba sobre Claudio, se ve tan lindo, y más cuando sonríe.

Amo verlo sonreír.

—Lo siento, ¿que me dijiste? —reaccioné y volteé hacia Ulises.

—Que te mueres por él —señaló a Claudio.

Él se dió cuenta que lo miraba y me sonrió saludándome con la mano, le devolví el saludo y me dirigí a Ulises.

Suspiré.

Sí.

Ya no puedo más, sí, Claudio me gusta.

Me gusta y mucho.

—¡Ya lo sabía! cuando él está cerca eres diferente, sonríes más, hasta los ojos te brillan, y he notado lo mismo con él.

No dije nada, solo lo escuché.

Pero no soy el único que se ha dado cuenta, también Emi, Silverio, Pablo, Manuela, hasta Machu... justo el otro día estábamos en la sala hablando sobre eso.

—Ah, mira.

—Si te gusta debes decírselo.

Volví a mirar a Claudio y él ya estaba mirándome, Antonia lo tomó de la mano y ambos salieron de la cafetería.

¿Debo decírselo?

Estuve platicando con Ulises por un rato más, hasta que llegó Keiko y decidí dejarlos solos. Pasé por mis cuadernos y libros de Matemáticas y me senté en una de las mesas del playroom para hacer las tareas que me encargó Govinda. Unos diez minutos después Claudio apareció dejando sus libros sobre la mesa, se sentó frente a mí y lo miré con una sonrisa.

—Hey... ¿qué onda? ¿Estás haciendo la tarea de Govinda? —preguntó sentándose frente a mí.

—Sí —contesté volviendo a escribir en mi cuaderno.

—¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte...

—No, no, estoy bien, gracias.

Claudio se puso a leer un libro y yo continúe con mi tarea, estuvimos así por unos minutos más hasta que empecé a sentir su mirada sobre mí.

—¿Qué? —susurré dejando caer el lápiz sobre el cuaderno.

—Nada, ¿te cuento un chiste?

—A ver, cuéntame.

Claudio apoyó sus codos sobre la mesa y lo imité, mirándolo sin dejar de sonreírle.

—¿Que le dice un mimo a otro mimo?

¿El chiste del mimo otra vez?

Este es mimo-mento —terminó soltando una carcajada.

Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora