Capítulo 31.

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—Te quiero.

—Te quiero más.

Besé su mejilla despidiéndome de él, Claudio sonrió y caminó para el otro lado del pasillo, se llegó el fin de semana y teníamos planes de salir juntos a pasear, pero su mamá lo llamó, le pidió que fuera urgente a casa, escuché que tenía problemas con su esposo, bueno, ahora ex esposo. Me di la vuelta y comencé a caminar sin rumbo, pasé por la sala de maestros y alcancé a ver a Gabriel sentado frente a la mesa escribiendo algo en varias hojas.

Abrí la puerta y me asomé, Gabriel levantó la mirada y al verme una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Hola, ¿puedo pasar?

—¡Hola! Claro que sí, hija...

Sonreí y entré cerrando la puerta detrás de mí, me senté al otro lado de la mesa y observé.

—¿Que haces?

—Estoy ayúdandole a Isadora a revisar exámenes —respondió haciendo unas hojas a un lado y tomando otras.

—¡Que bien! ¿Y dónde está ella? —pregunté pasando mi mirada por toda la sala.

—Fue a pedirle no sé que cosa a Chela, seguramente se quedó platicando con ella —dijo soltando una risita.

Mi celular sonó en mi mano y sonreí al ver el nombre en la pantalla. Tía Elena. Respondí la videollamada y pude verla sentada en el comedor del departamento.

—¡Hola Elena! —saludé animada.

—¡¿Cómo está eso de que ya tienes novio, jovencita?! ¿Por qué no me llamaste y me lo contaste, ah? ¡Me tuve que enterar por otra persona! —dramatizó llevándose su mano libre a la cara.

Espera...

—¿Quién te lo dijo?

Llevé mi mirada hacia Gabriel y este sonrió.

—¿Tú se lo contaste?

—¡Sí, Gabo me lo contó! Es que no puedo creer que tú, sobrina... ay ya, me dejo de tonteras, hablando enserio, me da mucho gusto, feliz de que estés feliz.

Solté una risa y Elena bebió del yogurt que tenía a un lado. Hablamos por una media hora, hasta que ella me pidió que le pasara a Gabriel, empezaron a platicar, al principio algo serios, luego se soltaron y se pasó un buen rato, hablaron animadamente, creo que ya han vuelto a ser esos mejores amigos que eran antes.

—¡¿Enserio todavía te acuerdas de eso?! —Elena soltó una carcajada.

Me gusta, me gusta que se lleven así.

—Chingado, me estoy quedando sin pila, les hablo más tarde ¿sí?

—Okay.

—¡Adiós tía! —me despedí asomándome.

—¡Bye! Quiero que el próximo finde salgamos, ustedes dos, y tu novio mi vida, quiero conocer...

La llamada se cortó.

Se le apagó el celular —dijimos Gabriel y yo al mismo tiempo.

—Tengo que seguir checando esto, oye, ¿me puedes pasar las hojas de allá?

Señaló unas hojas encima del escritorio, asentí levantándome.

—Oye, y Isadora ya no regresó —comenté tomando todas las hojas.

Escuché que mi celular vibró varias veces y pensé en Elena, regresé a la mesa y dejé las hojas sobre esta llevando mi mirada hacia Gabriel, quien aún tenía mi celular en sus manos.

—¿Que dice mi tía? ¿Gabriel?

—No es Elena.

Su expresión cambió completamente y al verlo así mi sonrisa se borró, le arrebaté el celular de las manos y temblé al ver los mensajes nuevos.

Número desconocido.

—N-no es Claudio, ¿verdad?

—No... no lo es —susurré con un nudo en la garganta.

Otra vez él...

Volvió a enviarme esas fotos asquerosas, con mensajes morbosos y estúpidos.

—¿Quién es ese hombre, _____? ¡¿Por qué te manda eso?! ¡¿Por qué te manda esos mensajes tan...

Bloqueé el número y enseguida apagué el celular, con las manos temblorosas lo dejé sobre la mesa, sentí muchas ganas de llorar ahí.

Otra vez...

¡Contestame! —gritó Gabriel, asustándome.

Nunca lo ví así.

—L-lo siento, no quise...

En ese instante la puerta se abrió e Isadora entró riéndose junto con el hermano de León, creo, ¿Abel?

—¿Todo bien? —preguntaron ambos al unísono.

Ninguno de los dos respondió, salí huyendo de la sala y apenas puse un pie fuera me solté a llorar, corrí así hasta llegar a mi habitación, me encerré cerrando la puerta de un portazo y Emilia se levantó mirándome con preocupación.

—¡______!

Me dejé caer sobre la alfombra, las lágrimas no paraban de salir y resbalarse por mis mejillas, me llevé una mano al pecho, recordando las fotos y a Gabriel.

Otra vez este sentimiento tan horrible.

Emilia se agachó frente a mí y puso sus manos encima de mis hombros.

—¿Que pasó? _____ ¿que pasó?

No contesté, no dije ninguna palabra, solo la abracé, Emilia me abrazó de vuelta acariciando mi espalda.

Ese maldito...

¿Por qué no se olvida de mí?

¿Por qué sigue...

¿Por qué no me deja en paz?

...

—Si ese infeliz desgraciado se aparece por aquí le voy a dar una verguiz...

Emi.

—...a que nunca olvidará en su vida.

—Emi.

No pude decirle nada, ya que tocaron la puerta, ambas volteamos hacia allá y Emilia se levantó, se acercó a la puerta y la abrió un poco. Alcancé a ver a la persona del otro lado: Gabriel. Bajé la mirada y me senté en mi cama.

—Vine a traerle su celular, se le olvidó en la sala de maestros hace un rato —dijo entregándoselo a Emilia.

Después se dijeron algo que no pude escuchar, Emilia asintió y volteó a verme.

No me dejes.

Los dejo para que puedan hablar.

Gabriel entró y Emilia salió después de darme una mirada. Me acomodé en la cama y Gabriel empezó a acercarse, rápidamente me sequé las lágrimas.

Hija... —empezó a decir, poniendo su mano sobre la mía.

Okay...

No puedo seguir así.

Tengo que contarle todo lo que me pasó.

Tengo que contarle a papá lo que pasó con mamá y su maldito novio.

Pero antes de todo, le di un abrazo, Gabriel se sorprendió pero me apretó fuerte.

—Te voy a contar.

Te voy a contar todo, papá.







Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora