Capítulo 9.

4.5K 255 7
                                    

Entré a la cafetería y las primeras personas que ví fue a Claudio y Antonia sentados en una de las mesas. Mi mirada se cruzó con la de él y lo primero que vino a mi mente fueron esos besos de ayer, corrí a sentarme en una mesa vacía y a los pocos minutos lo ví despedirse de Antonia con un beso en la mejilla.


Claudio comenzó a caminar hacia mí y me levanté rápido tratando de huír.

—¡Hey! —me detuvo, tomándome suavemente del brazo— ¿Que pasa? ¿ahora me evitas?

—No —susurré retrocediendo un poco.

—Tenemos que hablar.

—Sí, otro día, ahora tengo cosas que hacer —intenté irme nuevamente pero no me dejó.

Me tomó de la mano y me sacó de la cafetería, comenzamos a caminar por los pasillos y llegamos a un lugar donde no había muchas personas.

—Ahora sí, tenemos que hablar sobre lo que pasó... ayer en la bodega —murmuró mirándome.

Me crucé de brazos.

—_____ yo...

—¡Hey, bro! Aquí estás, ven conmigo necesito que me ayudes con una tarea del ruco de Humberto —Silverio apareció y tomó a Claudio por el brazo.

—¡Espera, Silverio! Tengo algo que decirle a...

—¡Ay luego se lo dices, ven, es importante!

Silverio lo jaloneó hasta que empezaron a alejarse, Claudio me miró y yo solo suspiré yéndome para el otro lado.

Volví a mi habitación y me tiré en la cama viendo en mi celular, no tenía mensajes de números desconocidos y eso me alivió un poco.

Más tarde, todos nos juntamos para la clase de Gabriel, quien se fue a acampar hace unos días y ya regresó.

—Las mujeres poetistas tuvieron que lidiar entre su arte, su dolor y una vida llena de soledad —dijo Gabriel con la mirada perdida.

—¿Gabriel, está todo bien? —pregunté alcanzando a tocar su mano.

—Sí, sí, sí... todo bien —sonrió palmeando mi hombro— Solamente pongánme atención.

—¿Podemos pasar? teníamos permiso —dijo Romi llegando junto a Manuela.

—Sí, pasen.

—¿Te cayó agua bendita en los ojos o por qué lloras? —preguntó Machu a Romi.

León y Silverio empezaron a alegar junto con Machu y Gabriel los calló.

—Ya, por favor, abran su libro en la página 73.

Fabrizio, el de computación apareció en la sala.

—Necesito que salgan Manuela, Jessica y Pablo.

—¿No puede ser en otro momento? es que ahorita estoy en medio de una clase.

—No, el consejo los está esperando, por favor.

Nuestros tres compañeros se levantaron y siguieron a Fabrizio.

Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora